El Camino de la Cabra II "De Perdidos al rio"

[Nimrod]

Le dare el coñazo en cuanto la vea para que me lo pase ^^

Acabo de leerme la ultima entrada ^^

Muy buena Maese Korvec ^^

Salu2

[Korvec]

[Korvec]

Capítulo XL


?Si el destino pone orinales en tu camino, vende limonada?.

-- Sr. Burns ?

Si hay algo que esta deseando encontrar, tanto un adolescente salido en su primera cita como un sectario promocionando su culto, es a alguien que responda afirmativamente a todas sus preguntas.

?Buitrales?, aparentemente animado, tanto por mi aparente docilidad mental, como por mi curiosidad, se va animando a hablarme de ?las revelaciones?.

- No son exactamente visiones ? me aclara -, es algo así como... ? manotea nerviosamente como si buscase con ellas las palabras correctas dentro de un saco lleno de ratas -, como si un ser superior entrase en tu mente.

- ¿Te refieres a dios? ? pregunto con aparente excitación.

- ¡ Dios no existe !- exclama con una brusquedad, que hace que mas de una cabeza se gire en nuestra dirección -, o por lo menos ? prosigue algo mas calmado -, no el díos en el que estás pensando.

- ¿Y que es lo que dice?.

- Bueno ? el cultista parece vacilar -, no es que hable en tu cabeza, es mas bien, como recibir... una comprensión instantánea. Quedas tocado por el líder y puedes incluso, compartir una parte de su poder, aunque no es igual en todos. Es mas intenso en algunas personas.

?Claro, como un transistor. La transmisión llega con mayor o menor claridad según varios factores?.

- ¿Tú recibiste la revelación? ? pregunto a pesar de saber, que el no está sintonizado. Por lo menos, ahora no. Por algún motivo, me consta que yo causo la interrupción de ese fenómeno.

El rostro de ?Buitrales? se ensombrece de un modo casi imperceptible. Es obvio, que el ?no está en la onda?, cosa que haría de él, un ser mas feliz que un drogadicto encerrado en una farmacia.

- Bueno... ? su voz ha perdido parte de su ímpetu inicial -, no todos podemos ser tocados por el líder.

- Vaya ? doy a mi voz un calculado tono de escepticismo. Como el cliente que se da cuenta que hay un cementerio en los bajos de la casa, justo cuando estaba a punto de firmar el contrato de compra -... así que no has tenido ninguna revelación de esas.

?Ten cuidado, seguro que no es tan tonto como parece?.

- ¡Yo he sido testigo de su poder! ? responde mas excitado que un cantante pederasta -, ¡ los pastores tienen poder real!, no como los sacerdotes ? casi escupe la última palabra mientras sus afilados rasgos adoptan una mueca de desprecio.

- ¿Los pastores?.

- Como te dije ? el tipo parece calmarse de nuevo un poco -, los muertos y los infectados, son poco mas que seres irracionales. No mas peligrosos que un animal salvaje.

- Los fiambres me lo han puesto difícil un par de veces.

?Ni que lo digas?.

- Por supuesto, yo mismo fui rescatado de la muerte por un pastor. Pero aunque al igual que los lobos, pueden organizarse para cazar en manada, son incapaces de elaborar o enfrentarse a estrategias.

- Entiendo.

- Pero los pastores... ellos son reconocidos y respetados por los mensajeros.

?¿mensajeros??.

El rostro de ?Buitrales?, palidece de repente, como si hubiera dicho algo que no debía ser dicho. Me mira con suspicacia.

?Está empezando a sospechar?.

Esto es como pescar y este es el momento, de soltar hilo. Después de todo, aunque la conversación avanza en la dirección correcta, aun no he averiguado nada que no supiera o sospechase ya.

- ¿Quieres decir que los muertos son mensajeros? ? con lo que pretendo que suene como una mezcla entre estupidez y escepticismo añado - ¡ pero si no hablan!. Que mensaje van a transmitir.

Veo una ligera duda reflejada en el rostro de ?Buitrales?. Así que me alejo un par de pasos, mientras exclamo con fingido ?mosqueo?:

- Yo aquí pensando que igual vosotros teníais respuestas y tú tomándome el pelo.

Me doy la vuelta y empiezo a caminar hacia el camión, al que ?Anestesia? está subiendo ya, con una botella de agua y una bolsa de plástico en la mano.

- ¡Espera!.

Pero continuo caminando ignorando a ?Buitrales? y incluso aprieto ligeramente el paso, mientras vuelvo a introducir la mano en la bolsa de provisiones. Un ligero escalofrió recorre mi espalda, cuando bajo uno de los tranchetes, encuentro una pequeña caja de cerillas.

?¡Coño!?-

No necesito comprobarla, para estar seguro de que se trata de la misma caja de cerillas que encontré en la casa. Sea quien sea, su dueño, está cerca y quiere que lo sepa.

?Sólo puede ser el soldado que te la quitó... o uno de los que repartió las bolsas?.

- No me estaba burlando ? añade ?Buitrales, aprovechando que me he detenido bruscamente por la impresión -, pero hay determinados secretos, que no pueden ser difundidos entre aquellos que no abracen nuestro culto.

En este preciso instante, toda la información que pueda ofrecerme ?Buitrales?, me importa mas bien poco. Aun no me he recuperado de la impresión, cuando del interior del camión, oigo un cruce entre grito y graznido, cargado de tanta ira como incredulidad. Nicolai se ha despertado por fin.

?El chaladete está con él. Será mejor que te acerques si no quieres tener una desgracia?.

Ignorando a ?Buitrales?, me llego hasta la apestosa caja del camión, donde un par de ?voluntarios? han cubierto el suelo de serrín y han intentado barrer fuera lo mas gordo. Con la dificultad lógica del que tiene ambas manos amarradas, consigo auparme al interior.

- ¿Cómo pudiste? ? la voz de Nicolai está cargada de furia -. ¡No tienes palabra!.

Avanzo hasta el oscuro bulto, que se remueve en el suelo, mientras mi sentido del olfato, hace horas extras en un vano intento por tratar de acostumbrarse al hedor.

?Anestesia? retrocede de espaldas asustados, con una barrita de muesli en la mano y a punto está de chocar contra mi. Le aparto a un lado y me siento junto al inmovilizado vampiro, cuyas ligaduras no parece que vayan a aguantar mucho mas.

?Será mejor que se calme o estó va a acabar mal?.

- Mira ? digo -, lamento que ?Chanqui? haya terminado en una nevera, pero no creo que los militares le hubiesen proporcionado mejor trato.

- ¿De quien habláis? ? a mis espaldas, reconozco con un sobresalto, la voz de ?Buitrales? que debe haberme seguido intrigado.

?Mierda?.

Mi vista, que empieza a acostumbrarse a la oscuridad, ve como el vampiro de forcejear. Después de un par de segundos de silencio, con voz casi calmada, Nicolai dice.

- Vamos a ir a buscarle.

- Ahora mismo es complicado ? respondo -, será mejor esperar a que anochezca.

- ¿Planeais fugaros? ? ?Buitrales? parece ahora realmente interesado.

- ¿Quién es ese? ? pregunta Nicolai.

- Vuestro compañero de fugas, responde el cultista.

?Quizás deberías matarle?.

- ¿Conoces estas montañas? ? le pregunto.


- Por supuesto ? responde con convicción -, mucho mejor que estos patanes que se pierden a pesar de todos sus planos y trastos tecnológicos.

Lo cierto, es que no me sorprende que lo hagan, a mi todas las montañas y caminos me parecen iguales. Un mapa y una brújula están muy bien, si tienes una referencia que te indique donde estás tú. Pero cuando las montañas del este, parecen exactamente iguales a las del este y el oeste y el camino es un laberinto de pistas forestales exactamente iguales... quizás confiaron demasiado en el GPS, pero si es uno de esos viejos modelos militares, las montañas pueden hacer difícil la recepción de la señal... y por lo que recuerdo, se decía que lo ideal era enlazar con una docena de satélites.

- Perfecto, entonces te necesitaremos ? le digo a ?Buitrales? y es muy cierto, ya que dudo que yo sea capaz de encontrar de nuevo la casa donde dejamos a ?Chanquete? ni con todos los planos y brújulas del mundo -. Ahora teneis que hacer algo.

Me doy la vuelta y dirigiéndome a ?Buitrales? y ?Anestesia? adopto un tono de voz conspiratorio.

- Puede haber espias mezclados, ya sabeis ? hago una pequeña pausa -, militares que se hagan pasar por prisioneros para prevenir intentos de fuga.

Las dos oscuras siluetas, asienten en silencio.

- Bajad de la caja y aseguraos de que nadie sube, mientras ultimamos algunos detalles.

Mis dos compinches obedecen dejándonos a solas.

- Si no me alimentas, no podremos escapar ? dice el vampiro -, a duras penas puedo seguir manteniendo la cordura.

- Si te alimento ? le digo -, todo lo que has pasado hasta ahora, habrá sido en vano.

Nicolai suspira, pero al cabo de un rato añade.

- Has cambiado.

- También tú y no para mejor ? se procude un tenso silencio, al cabo del cual añado -. Antes oias voces en tu cabeza, pero nunca se te hubiese ocurrido dejarme colgado.

- ¿Dejarte colgado? ? su voz refleja indignación -. ¡Eres tú el que ha intentado dejarnos colgado varias veces!. ¿Crees que no me daba cuenta?. Nos utilizaste. De no ser porque me necesitabas para huir, ya hace tiempo que nos hubieses dejado tirados.

?Se refiere a él y a Chanquete. No le falta razón?.

- Nos atacaste.

- ¡No juzgues lo que no conoces! ? grita indignado -. ¡Es una sed que te devora, que te enloquece!. La última vez me enloqueció y todo un autobús escolar pagó por ello.


- Cuando te conocí no necesitabas beber sangre.

- Pero estaba enloquecido por decenas de voces en mi cabeza. Cada una gritándome los anhelos que no podía satisfacer. El Doctor Santos consiguió estabilizarme con una mezcla de drogas, pero nunca me viste al principio. Amarrado con una camisa de fuerza y gritando día y noche.

- Quiero que vuelva aquel joven inocente que se preocupaba por sus amigos.

- Y yo aquel tipo generoso, que escuchaba pacientemente a todos y que incluso estuvo dispuesto a ayudar a un anciano a cumplir su último deseo. Que incluso organizó un motín y terminó en una celda de aislamiento por ello.

Durante unos instantes, me embarga el recuerdo, de los tiempos felices, en los que medicado hasta las cejas frente a la televisión, veía documentales de animales, mientras decía que sí como uno de aquellos perritos que se colocaban en los coches a las chorradas que cualquier paciente me contase.

?Nunca hay que subestimar el poder de la medicación?.

- Sé que aquel hombre no volverá ? prosigue el vampiro -, este es ahora un mundo difícil.

El interior de la caja queda en silencio, supongo que se supone que yo debo decir algo.

- Supongo, que tampoco volverá el antiguo Nicolai.

?Esto es lo que yo llamo un momento Nescafe?.

Utilizando el canto de uno de los bancos metálicos, vuelvo a abrirme la herida de la muñeca izquierda.

Por segunda vez, vuelvo a verter mi sangre para alimentar a Nicolai.

[Korvec]

CAPÍTULO XLI

?La política genera extraños compañeros de cama?

-- dicho popular ?


La pequeña grumetilla protagonista de ?El Mago de Oz?, tuvo que llegar hasta el final de su odisea, para descubrir que ?como en casa en ninguna parte?. Mi problema, es que a diferencia de ella, yo no tengo ningún hogar en Kansas al que regresar.

?Quien sabe. A lo mejor si te cargas al líder del culto, este resulta calzar unas botas de cristal y cuando las hagas entrechocar, te despiertes y todo esto no sea mas que una extraña terapia para llegar al centro de tu mente?.

¿Era mi hogar la institución mental?. ¿Regresaría a mi vida anterior de poder hacerlo?. Confieso que la idea es en parte tentadora.

?Yo creo que se trata de una elección de lo mas básica. ¿libertad o comodidad?. Un canario probablemente escogería la comodidad de su jaula dorada. Un lobo su bosque lleno de peligros. Pero ¿quién eres tú??.

Después de terminarme el último tranchete, al que ayudo a bajar con un trago de agua, procedente de una de las múltiples botellas que nos han proporcionado, me siento algo mejor. Aunque no mucho mejor. Supongo, que el resto de mis compañeros de viaje, achacaran mi aspecto al hediondo hedor a potas que todos nos vemos obligados a respirar. Lo que es mas raro, es que nadie parezca sorprendido por la repentina mejora de Nicolai, que cual ave Fénix, parece totalmente recuperado.

?Buitrales?, visiblemente animado ante la inminente perspectiva de nuestra fuga, guarda silencio mientras intercambia unas intranquilizadoras miradas de complicidad con ?Anestesia? que de vez en cuando, me recuerda como quien no quiere la cosa, que ?el perro es el mejor amigo del hombre? y no se que lema de ?que nadie quede atrás?.

?Lo que equivale a decir, que no se marchará sin su saco de ladillas?.

Esa es una variable, que no termina de convencerme, ya que si al chucho le da por ponerse a ladrar, esto puede terminar siendo un baño sangre, posibilidad, que sin duda alegraría mucho a Nicolai, pero que quiero evitar en la medida de lo posible.
?¿Te importa el pellejo de los militronchos?.

Si tengo que matar para escapar lo haré. Pero nos han tratado con corrección dadas las circunstancias.

?Te estás ablandando. Para sobrevivir en este mundo, deberás ser implacable?.

La que de verdad me preocupa es la reputa criaja.

?¿Te preocupa o te asusta??.

Medito unos segundos sobre el tema. Lo cierto, es que pienso que hay algo realmente diabólico en ella. Yo no soy ningún angelito y soy capaz de matar si la ocasión lo requiere, pero esa niña... antes pensaba que estaba traumatizada. Ahora pienso que es algo peor. Puede que el ?Chatarrero? no la busque para hacerle daño, puede que ella sea una especie de señuelo.

?¿Crees que trabajan en comandita??.

Es sólo una sospecha. Pero desde luego no me gusta un pelo.

?La tetona no la dejará atrás, igual que el chaladete no dejará a tras a su chucho y el vampiro a la cabeza del mochales?.

Supongo que todos necesitamos agarrarnos a algo cuando las cosas se salen totalmente de madre.

?La pregunta ahora es ¿les necesitas a ellos??.

Mientras el camión traquetea, medito largamente sobre la cuestión. Hace apenas un par de días, la respuesta hubiese bien sencilla. Les consideraba mas un estorbo que otra cosa. Pero aquí seguimos. Supongo que de alguna forma extraña y retorcida, somos un equipo después de todo.

?Bien. ¿Y que ocurrirá cuando lleguéis a Disneylandia??.

Supongo que el tiempo lo dirá.

?Por si lo has olvidado, es probable que Gabriel te esté esperando allí... y deberás tomar una decisión?.

Lo sé.

El camión aun traquetea durante unas interminables horas, en las que nuestros estómagos milagrosamente y casi contra todo pronóstico, consiguen retener su contenido. Cuando el sol empieza a estar próximo a desaparecer por el oeste, supongo que el oficial al mando, es por fin realista y ve que no va a ser posible encontrar la salida de este laberinto de caminos de tierra durante la noche y supongo, que nadie se sorprende demasiado, cuando el convoy adopta una disposición similar a la del último alto.

?Acampamos?.

Nos permiten bajar del camión o quedarnos en la olorosa caja. Un par de tipos que al parecer temen mas al frio que a la peste, optan por quedarse arriba, casi todos los demás bajamos. Un sargento explica como improvisar un pequeño refugio de circunstancias, mediante un poncho y un par de cuerdas. Dos soldados reparten ponchos y nos indican la zona donde podemos colocarnos, en el interior de un perímetro. También se reparten instrucciones especificas a todo el mundo. En el caso de que suelen un pitido, todo el mundo debe tirarse inmediatamente a tierra, ya que será la señal, para que los tiradores abran fuego contra todas las siluetas que queden en pie.

?Un buen plan por si alguién consigue infiltrarse en el campamento aprovechando la oscuridad?.

?Anestesia?, ?Buitrales?. Nicolai y yo mismo, acampamos juntos, lo mas apartados posible del grupo. Vemos que los militares organizan unos turnos de guardias dobles. Lo que significa, que habrá que ocuparse de los dos centinelas si queremos largarnos esta noche.

?Bueno, conozco a alguien, que está deseando encargarse de ese trabajo?.

Se organiza el reparto de la cena. Dos soldados dan esta vez una caja verde de cena de campaña para cada dos personas. A mi me toca repartirla con Nicolai, por lo que supongo que no tendré que repartirla después de todo. Retiro el papel de plástico y dentro encuentro una lata circular verde alubias con bacon, una lámina de metal que al plegarla, permite alojar en su interior, una pastilla redonda de color blanco que arde produciendo una llama azul y un humo que apesta a petroquimica. Dentro de la caja, también veo una lata alargada que supongo debe contener atún o algo similar, un abrelatas, un par de servilletas de celulosa, una pequeña caja de cerillas (de color verde) unas pastillas para depurar el agua, una pastilla de vitamina C y otras cosas que no me molesto en mirar. Mientras veo como los primeros centinelas, colocan las pilas a unas obsoletas gafas de visión nocturna, dejo la caja en manos de Nicolai, que la mira como un lobo que se encontrase ante una enorme lechuga.

?Deberías comer algo?.

Un cabo organiza el turno de guardia, al parecer solo cuentan con esas dos gafas para todo el mundo, así que iran cambiando de manos durante toda la noche. Organiza turnos de dos personas en turnos de dos horas y les indica unos recorridos a patrullar.

?El mejor momento será entre las tres y las cuatro de la madrugada. Ellos estarán muy cansados y con esas gafas, tendrán los ojos echos polvo. Aparte, ese es el turno que nadie quiere y se lo endosaran a los mas novatos o a los mas pardillos?.

Miro al grupo de jóvenes soldaos y trato de adivinar, cual será la pareja (binomio), a la que le habrá tocado el fatídico turno.

?La vida es una lotería?.

Supongo, que esta noche es al revés. Por lo menos, para dos personas.

[Korvec]

Capítulo XLII


?Lo mas difícil de matar a alguien, no es terminar con su vida,
sino el vivir con ello durante el resto de la tuya?

-- Anónimo ?

No recuerdo si fue Marison la que dijo, o mejor dicho cantó, aquello de que ?la vida es una tómbola de luz y de color?.

?Creo que mas bien era algo así como la vida es una tómbola tom-tom-tombola?.

Como sea. La cuestión es que no deja de resultar irónico, que después de estar ingresado por combatir al crimen, en apenas unos días, estoy a punto de pasar a ser un criminal. No un criminal según los parámetros de una ley en la que hace tiempo que dejé de creer, sino para los míos.

?Vaya y yo que creía que ibas a alegrarte porque te había tocado la chochona y el perro piloto. Tú no vas a matar a nadie?.

Será como si lo hubiese echo.

?No seas hipócrita. Mucha gente a muerto ya ante ti sin que moviese un dedo por salvarles?.

A mi mente vuelve el recuerdo de la fatídica noche. Durante unos segundos, casi me parece oír los gritos y los lloros de Lucia y de su pequeña Esperanza... que dejó este mundo la misma noche de su nacimiento.

?Supongo que podemos decir, que no vino para quedarse?.

Si el cabrón paranoico fuese un ser físico en lugar de una parte de mi enferma mente, creo que le mataría.

?Yo también te quiero. Pero ahora, será mejor que te concentres en lo que importa?.

No tengo reloj, pero la noche es oscura como boca de lobo y los únicos sonidos que llegan a mis oídos, aparte de los mas o menos habituales al acampar, es la charla de los dos soldados de guardia. Este es el momento. Nicolai ya se ha desembarazado de las bridas que mantenían unidas sus manos como si fueran de papel y parece impaciente por entrar en acción. Sé que este es el momento, pero me cuesta hacerle la señal para que entre en acción, ya que sé que eso implicará la muerte de los centinelas.

?¿Y que mas te da que sean estos dos o los dos siguientes?".

Quizás podría hacerse sin necesidad de matarlos.

?Si fueran centinelas individuales. Podrías arriesgarte a sorprenderles, pero contra dos centinelas alerta y provistos de visión nocturna. Tienes pocas posibilidades. Si uno de ellos da la alarma, esto terminará siendo un baño de sangre. A mi me da lo mismo, pero debes escoger entre una fuga mas o menos limpia con solo dos bajas o arriesgarte a una chapuza y a una carnicería?.

Doy dos golpecitos en el hombro a Nicolai y el joven se pone en marcha con una velocidad sobrenatural.

Espero aguzando el oído. El vampiro es un depredador casi imbatible en medio de una noche tan cerrada. Apenas llega a mis oídos, algo remotamente parecido al sonido de una rama al partirse y la conversación cesa.

?Tendrás que esperar a que termine de cenar?.

Supongo que los habrá dejado inconscientes y ahora estará alimentándose. Si me doy prisa, quizás pueda evitar que los mate.

?No te lo recomiendo. Además, ¿acaso no tienes espacio para un par mas en tu conciencia??.

Joder ? farfullo por lo bajo.

Salgo del mini refugio improvisado y me pongo en pie lo mas silenciosamente posible. La visibilidad es realmente limitada y no termino de atreverme a moverme, por miedo a tropezar con el refugio de alguien. Una mano en mi hombro me sobresalta.

Me vuelvo esperando encontrar a Nicolai, pero la oscura silueta, está ataviada con una inconfundible boina. Se trata de Pancracio.

?¡Mátale joder!. Este cabrón va a jodernos la huida".

¿Tú también te estás meando? ? me susurra -. No veo un carallo.

?¡Mata a ese cateto cabrón de una puta vez !?.

No puedo ir por ahí matando a la gente así como así.

?Sólo es un jodido cateto con boina. ¿Quieres que joda la fuga?. ¿Quieres que la muerte de los centinelas haya sido en vano??.

Con dejarle inconsciente bastará.

¿Se ha movido algo por allí? ? susurro, mientras señalo por detrás de Pancracio, con la esperanza de que se de la vuelta.

Será otro tío meándose ? dice en un tono de voz mucho mas alto -. ¡Coño y otro!.

Nicolai llega hasta nosotros con las gafas de visión nocturna de los centinelas en las manos y la boca manchada de sangre.

?¡Si grita estamos jodidos!?.

¿Vais a fugaros? ? pregunta con incredulidad ?. Pero si no hay a donde ir.

- Eso lo decidiremos nosotros ? le digo en un tono de voz lo suficientemente bajo -. Si gritas te mataremos ? añado en un tono que espero le resulte lo bastante amenazador.

Cojo una de las dos máscaras que mantienen sujeto el aparato de visión nocturna a la cara y me lo coloco. Lo pongo en marcha y la oscuridad desaparece, para dejar paso a un extraño mundo de color verdoso.

Pancracio, un extraño naufrago en un mar de oscuridad, parece mas pensativo que inquieto, pero por lo menos permanece en silencio. Nicolai sigue con el plan y despierta a ?Anestesia? al que le da otra de los aparatos de visión nocturna, aunque tengo que ayudarle a colocarse la máscara y también ponérsela en marcha.

- Mantenle vigilado ? indico a Nicolai, señalando a Pancracio.

?Anestesia?, despierta a ?Buitrales? y tomándole del brazo para guiarle en medio de esta oscuridad, avanza hacia el vehículo en el que acordamos escapar, por ser el que se encuentra mas alejado del campamento, se trata del Vamtac artillado con una ametralladora del calibre cincuenta. Personalmente hubiese preferido el que va armado con un lanzagranadas automático de cuarenta milímetros, pero tendríamos que atravesar medio campamento para llegar hasta él.

De camino hacia el vehículo, me encuentro con los cuerpos de los centinelas.

?Al parecer, no se ha quedado con hambre?.

Me sobresalto ligeramente, al ver que uno de ellos, aun se mueve ligeramente.

?¡Remátalo!. ¿Quieres que de la alarma??.

Me inclino a su lado, es un muchacho joven, quizás tenga unos diecinueve o veinte años. Sangra ligeramente por el oído, quizás por un golpe recibido y de forma bastante mas abundante por una herida en el antebrazo. Si le practico un torniquete, puede que aun tenga una oportunidad de salvar su vida.

?Estas dejando demasiados cabos sueltos. Si se despierta, dará la alarma?.

Vacilo durante unos segundos. Supongo que podría maniatarle y amordazarle. El muchacho farfulla débilmente algo que no termino de comprender, pero creo que llama a su madre.

?Se piadoso, envíale con ella. Tal como está el patio, lo mas probable es que esté muerta?.

Echo mano al pequeño botiquín de campaña, que el cadáver de su lado tiene colgado del cinto. Tomo un paquete de gasas y lo abro, luego un royo de vendas. Tomo su brazo y entonces los acontecimientos se precipitan. El muchacho abre los ojos y soltando la venda, le agarro la cabeza y se la retuerzo violentamente hacia la derecha. El cuerpo queda tendido en el suelo con los ojos abiertos, mirando hacia un negro cielo en el que esta noche, no parece brillar estrella alguna.

Me quedo un par de segundos en silencio y sólo reacciono, cuando ?Anestesia? llega hasta mi lado.

- ¿Que ocurre? - me pregunta.

Con un gesto de la mano, le indico que continúe. Despojo al cadáver del atalaje en el que porta su equipo de combate, y me lo ajusto lo mejor posible sobre el mono. Veo que contiene una pequeña linterna de codo con filtros de color, cuatro cargadores para el fusil de asalto que descansa en el suelo no muy lejos de allí, un mosquetón, pinturas de camuflaje y una granada de fragmentación. También cojo los cargadores de su compañero y el botiquín, que me cuelgo de la cintura gracias a un ceñidor. Con un ligero remordimiento, también me apropio del reloj de pulsera del joven al que acabo de rematar.

La primera parte del plan, no ha salido del todo mal. Ahora falta lo mas complicado. Localizar a Marta.

?Tiene un buen par de peras pero ¿realmente crees que es buena idea??.

Gabriel dijo que era una pieza importante de...

?¡No tenemos porque seguir sus sádicos juegos!?.

Supongo que no. De echo, aun no tengo nada claro que es lo que pretende y si lo que tuve fue un simple sueño o no. Pero de lo que estoy seguro, es de que no voy a marcharme sin Marta.

- Escuchad ? digo a mis compañeros -, voy a buscar a Marta.

- ¿Quien es Marta?.

Para mi sorpresa, veo que Pancracio ha venido con nosotros. Supongo que es lógico, ya que le dije a Nicolai que lo mantuviese vigilado.

- Nadie que te importe ? le respondo -, tú te quedas aquí.

- ¡De eso nada! - exclama indignado el hombre de la boina -. Si me quedo me acusaran de complicidad.

?No es mala idea. El vehículo es espacioso y conviene tener a alguién prescindible para cuando al vampi le vuelva la neura?.

Bueno, como no hay tiempo para discutir, asiento con la cabeza y le digo a Nicolai.

- Será mejor, que te encargues de que el resto de vehículos ligeros no puedan seguirnos.

- ¡Yo me encargo de los camiones! - se ofrece ?Anestesia?.

?¡Ni hablar!?.

- No hace falta ? señalo hacia ?Buitrales? -, quédate aquí cuidando de nuestro guía.

Nicolai, vuelve a internarse en el campamento con movimientos tan precisos como silenciosos. Mientras Pancracio aprovecha para mear, yo me interno en la zona donde vi acampar a las mujeres.

Reviso refugios durante lo que me parece poco menos que una eternidad, aunque apenas haya transcurrido un cuarto de hora, según mi recién adquirido reloj. Pero no consigo dar con la hematóloga.

?Date prisa. Dentro de quince minutos, será el relevo de la guardia y puede que los entrantes hayan puesto una alarma para despertarse?.

Mierda, reviso otro vivac, con resultado negativo y a punto estoy de caer, al tropezar con una cuerda.

?¡Joder!. ¡ No seas patán !?.

Por suerte, al asomarme bajo el siguiente entoldado, reconozco a Marta. Le coloco una mano en la boca para ahogar sus posibles gritos y la despierto.

- Soy yo ? le digo en un susurro -, nos vamos.
¿Ahora? - quizás sea por culpa del sueño, pero o no la veo muy ilusionada o no termina de creérselo -, creía que ...

- Nos vamos ahora mismo ? la interrumpo.

- Voy a despertar a Sonia.

?¡Esa pequeña zorra seguro que nos jode!?.

- Puede que sea mejor dejarla aquí ? comento con un susurro.

- ¡Ni hablar!.

Una verdosa doctora de generosas domingas, parece realmente indignada.

- Esta bien ? acepto con resignación -, pero será mejor que sea sigilosa.

Marta sacude a la niña y esta abre unos ojos como platos, pero para mi sorpresa, mantiene la boca cerrada. Parece, que esta va a ser una fuga límpia después de todo.

Un descomunal girigai de ladridos, rompe el silencio de la noche, procedente del camión de las jaulas.

- ¡Joder!.

?Me juego tus peludas pelotas, a que sé quien ha ido a liberar a Esparqui?.

Varios gritos de alarma, empiezan a sonar por el campamento.

?¡Date prisa!. En cuanto pase el tiempo de seguridad para que todo el mundo esté en sus puestos, sonará el pitido y dispararán contra todo el que esté en pie?.

- Olvida el sigilo ? tiro del brazo de la hematóloga, incorporándola -, ¡ corre !.

De algún modo, Marta se las apaña para coger la mano de la pequeña Sonia. En medio de un mar de verdes refugios de circunstancia, emprendemos una carrera hacia el vehículo.

[Korvec]

Capítulo XLIII

?Si te preguntas si estas en medio de una situación jodida,
es que aun no está lo bastante jodida?.

-- El Santi ?


Creo que la definición mas aceptada sobre el caos, es que se trata de una falta de orden. Aunque esa definición, pueda hacer pensar en que el caos es algo malo, pero en este caso en concreto, a mi me viene que ni pintado.

- ¡ Infectados ¡ - grito a pleno pulmón - ¡ corred!.

La visión nocturna, me permite ver como la gente corre de un lado hacia el otro cual gallinas sin cabeza, algunos chocan y luchan entre si presa del pánico, mientras los militares a medio vestir, se afanan por llegar hasta sus puestos en medio de esta oscuridad.

Los suboficiales, intentan restablecer algo de orden y reconozco la voz del que me interrogó gritando:

¡ Los centinelas ¡. ¿ Donde están los jodidos centinelas?.

El temido pitido suena en medio de la noche y los militares se tiran al suelo independientemente de si han conseguido llegar hasta su lugar asignado o no, pero los refugiados y prisioneros, están demasiado asustados como para pensar con claridad y continúan corriendo y tropezando a ciegas en medio de esta oscuridad.

?Este es un claro ejemplo, de un plan perfecto sobre el papel, que se va a la mierda por no tener en cuenta el devastador efecto del pánico?.

Durante unos segundos, nadie dispara. Supongo que nadie se atreve a ser el primero en abrir fuego contra esas anónimas siluetas. A pesar de todo, no puedo evitar esbozar una sonrisa, cuando veo a ?Anestesia? y Esparqui llegar hasta el Vamtac, en el que ?Buitrales? ya parece haberse acomodado en el asiento del copiloto, al lado de Nicolai.

?Espero que el chupóptero haya cumplido con su parte?.

Apenas nos separan media docena de metros de él, cuando alguien empieza a disparar, por el sonido supongo que con un arma corta.

?Seguro que es el oficial y que solo dispara, para...?

Decenas de armas en fuego automático abren fuego casi simultáneamente.

?Así somos en España para casi todo. Nadie quiere ser el primero en disparar, pero en cuanto uno lo hace...?

La visión nocturna, me permite ser testigo de primera mano de una carnicería, que la noche se encarga de ocultar incluso a los verdugos que la ejecutan.

?Esta masacre te la puedes atribuir a pachas con el chaladete?.

Supongo, que en mi conciencia siempre queda sitio para otro mas. Llegamos hasta el vehículo ¿era este modelo blindado?. Creo recordar que dependiendo de la versión, aunque se supone que contra impactos de armas ligeras no debería haber problema. Lo que me preocupa, es el lanzagranadas de 40 del otro vehículo.

Veo que es una versión pensada para el transporte de personal en la que deberían entrar dos personas en la parte trasera con comodidad o cuatro apretujadas. En la parte trasera podrían llegar a entrar ocho personas con estrecheces.

Opto por entrar en la cabina junto a ?Buitrales?, me descuelgo el fúsil un modelo Cetme LC, y asegurándome de que el culatin retráctil está recogido, lo dejo en una especie de soporte colocado junto a la puerta. Marta empuja a Sonia hacia el interior de la parte de atrás y luego entra ella misma.

¡ Vámonos de aquí! ? le grito a Nicolai, que no parece demasiado alterado por la situación.

A pesar de que no enciende los faros, pronto descubrimos, que efectivamente, el modelo está blindado, por lo menos contra impactos de bala.

La potencia del vehículo, consigue que pronto dejemos atrás el campamento. Supongo que Nicolai debió sabotear al resto de Vamtacs, ya que nadie nos sigue.

?No cantes victoria tan pronto. El chatarrero está fuera. En alguna parte y si mi sospecha es correcta, no va a tener problema alguno para rastrearnos?.

Me ocuparé de ello en su momento. Apago las gafas de visión nocturna y me retiro la máscara de la cara. Mis ojos sienten un alivio inmediato.

Nicolai, que no tiene necesidad de aparato alguno de visión nocturna, conduce con seguridad en medio de la oscuridad. Se trata de una sensación tan espeluznante, que cierro los ojos.

¡ Nos vamos a matar ! ? grita Pancracio.

Pero nadie le hace demasiado caso. Para mi sorpresa, ?Buitrales? permanece en completo silencio. Supongo que el echo de tener un accidente en mitad de la noche, se la trae al pairo... o es alguien mas observador de lo que pensaba.

?Si le manejas con cuidado, puede ser alguien muy útil?.

Si, pero en cuanto lleguemos a la carretera, pasará a convertirse en exceso de equipaje.

?¡No seas estúpido!. ¿Cuánto crees que avanzarías por una via principal en un vehículo militar robado??.

Podemos cambiar de vehículo. Sigo pensando que encontraremos otro en el garaje.

?Eso suponiendo que el fuego del incendio no se haya reavivado y charruscado la casa?.

Lo dudo. Los militares no se arriesgarían a empeorar las cosas arriesgándose a propagar un incendio por la zona.

?Este vehículo es sin duda, el mejor que puedes conseguir por ahora, tiene buena autonomía, movilidad y blindaje. Tú único problema, serían los controles militares. Pero no daremos con ninguno, si nos movemos por los feudos de el culto?.

Esa me parece una idea de lo mas mierdosa. Por un lado, está el echo de que apenas hemos avanzado hacia nuestro destino desde que optamos por meternos en estas zonas rurales y por si eso fuera poco, mis relaciones con los cultistas no son demasiado buenas. Por algún motivo, su líder parece dispuesto a mover cielo y tierra para quitarme de en medio.

?¡Exacto!. Por ello el lugar mas seguro, es justo delante de sus narices. En cuanto a lo de avanzar, si consigues engañar a ?Buitrales?, llegar a Paris puede ser coser y cantar?.

Medito durante un buen rato sobre esa idea. Por un lado, me parece meterme en un avispero. Pero por otro, es cierto que no podemos seguir así. A este paso, podemos tardar años en llegar a Disneylandia y no creo que dispongamos de tanto tiempo.

?Todos los atajos tienen sus riesgos. Además, puedes aprovechar para aprender sobre ese culto, que tan interesado se muestra en nuestro pellejo?.

¿Ahora es nuestro pellejo?.

?Te guste o no, yo también vivo aquí?.

Nicolai detiene el vehículo y volviéndose hacia ?Buitrales? le pregunta.

Muy bien, ya estamos lejos. ¿Hacia adonde?.

El cultista, sin inmutarse lo mas mínimo responde:

¿Cómo quieres que lo sepa? ? algo que yo no consigo ver en la expresión de Nicolai, le hace añadir -. No veo nada en absoluto.

¿No nos habrás tomado el pelo? ? pregunta el conductor con un tono de voz, ciertamente intranquilizador.

?Será mejor que no le mate?.

El cabrón paranoico intercediendo por el pellejo de alguien. Eso si es toda una novedad. Pero por otro lado, este es un buen momento para empezar a congraciarme con él.

Amanecerá en unas horas ? digo en tono conciliador -, lo mejor será esperar a que...
¿Mientras Chanquete se pudre en una nevera? ? la expresión de Nicolai es implacable -. Si no ve, que se ponga las gafas de visión nocturna.

Ahora ?Buitrales? palidece ligeramente y durante un par de segundos, tengo la angustiosa certeza, de que está tan perdido como nosotros y de que no vamos a salir de aquí.

?Ponle la máscara con las gafas a ver si se orienta?.

Lo hago. Le ayudo a ajustarse la máscara, bajo la implacable mirada de Nicolai.

¿Vamos a fiarnos de este tipejo? ? pregunta Pancracio -. ¡Si lo llego a saber no vengo!.

¡ Nadie te invitó! ? le recuerdo y señalando hacia la puerta añado -. Si no te gusta, ya sabes donde está la puerta.

El tipo de la boina, frunce el ceño y se contenta con farfullar algunas palabrejas en gallego que ni entiendo, ni a decir verdad, me interesa demasiado entender.

¿Sabes donde estamos o no? ? Nicolai parece mas ansioso que enfadado, pero esa proporción puede invertirse en cualquier momento.

?Buitrales? mira a su alrededor con una expresión, similar a la que tendría un adolescente que espiase el vestuario de las chicas a través de un agujero.

- No distingo bien las montañas ? tercia por fin-... seria mas prudente, esperar a que amaneciese.

Dirijo un vistazo a mi nuevo reloj. Aun faltan casi diez minutos para las cinco de la madrugada.

- En menos de dos horas ? anuncio -, empezará a clarear. Lo mejor será que descansemos un rato.

- Tú puedes dormir si estas cansado ? dice el conductor -, pero yo no lo haré mientras a Chanquete, pueden estar devorándole los gusanos.

Me dispongo a replicar, que no creo que la cosa vaya de un par de horas, pero ?Buitrales?, que parece haber recuperado la seguridad en si mismo, dice:

- Es por la derecha.

No sé, si será cierto que finalmente ha conseguido orientarse, o simplemente pretende ganar tiempo, pero Nicolai arranca y empieza a conducir siguiendo sus indicaciones.

?Si este tío va de farol, creo que es hombre muerto?.

Lo sé.

?Le necesitamos vivo?.

Bueno. Salvo que amanezca, no puedo hacer gran cosa al respecto para salvar su pellejo.

- No debiste matarles ? lo cierto, es que no se muy bien porque digo eso. Pero lo cierto, es que acabo de decirlo y ya no hay marcha atrás -. Casi eran unos críos.

?¡Joder!. ¿A que coño viene eso ahora??.

Supongo, que sólo es algo que me escuece y que tenía que comentar. Transcurren los segundos, sin que nadie haga comentario alguno al respecto.

- Sólo mate a uno ? responde por fin el conductor, sin apartar la vista de la carretera -. Nada comparable, a la carnicería que organizó ?Anestesia? en el rescate de su mascota.

- ¡Y volvería a hacerlo! - responde ?Anestesia? que supongo aun segirá abrazado al can -. Ahora es parte del grupo.

?Es la segunda vez, en la que casi te matan por su culpa?.

- Esta hay afuera ? la voz de la pequeña Sonia me hiela la sangre.

Nadie le pregunta a quién se refiere. Me doy la vuelta y le miro. Aun a través de la oscuridad que nos rodea, consigo distinguir la silueta de Marta abrazándola con fuerza. Oigo como la mujer le besa en la frente y aunque supongo que es imposible que consiga distinguirlo. Juraria, que la niña me está dedicando una mirada de odio.

- ¿Por cual de los dos? - pregunta el conductor.

- Por el de la izquierda ? responde ?Buitrales? -, y luego todo recto.

El vehículo continua avanzando en mitad de la oscuridad, con todas las luces apagadas. Cierro los ojos y ante mi, vuelvo a ver la cara del joven al que acabo de asesinar.

?¿Problemas de conciencia?. ¿A estas alturas?. ¿Después de todo lo que has echo??.

Es cierto. No es el primero y probablemente, no será el último. Quizás vuelva a aparecérseme en sueños. Después de todo, últimamente, casi todos lo hacen.

[Korvec]

Capítulo XLIV


?No permitas que la verdad, te estropee una buena historia?

-- Máxima del antiperiodismo --


El que mas y el que menos, conoce la historia de Scheherezada. Aquella zorrita de ?Las mil y una noches?, que para escapar de la muerte, explicaba historias al sultán de turno. Después de un par de horas dando tumbos por estos caminos de montaña, empiezo a tener casi la certeza, de que ?Buitrales? simplemente está guiándonos a boleo, por miedo a lo que Nicolai le hará cuando descubra que está mas perdido que un alcohólico en una fábrica embotelladora de agua mineral.

Aunque aun falta casi media hora para que salga el sol, ya hay claridad suficiente, como para que pueda distinguir un camino, que me parece exactamente igual al que dejamos atrás. Me pregunto que clase de persona, escogería un lugar como este para comprar una casa.

?Alguien con dinero y al que no le interesa ser encontrado?.

Creo recordar, que la autonomía de un Vamtac, es aproximadamente de seiscientos quilómetros. Pero ¿cuándo repostó por última vez?.

- Cuanto combustible nos queda ? le pregunto a un conductor, que parece hipnotizado por el monótono paisaje.

- El suficiente.

?Me pregunto para que?.

Espero que para salir de estas montañas.

?Por la vía principal, no creo que te vaya mucho mejor?.

Prefiero a los militares, a la colección de chalados raros con la que no paro de tropezar.

?Te recuerdo, que ahora buscaran a alguien con tu descripción y te acusarán entre otras cosas, de robo de asesinato y robo de armamento y un vehículo. Por no hablar de las anteriores acusaciones de pederastia cortesía de tu amiguita y que probablemente, también te endosen, la posterior masacre que se organizó gracias al amigo de los chuchos. Si vuelven a dar contigo, no creo que ninguno de los dos, queramos seguir en tu pellejo?.

Supongo, que eso significa, que ya puedo olvidarme de arriesgarme por las vías señalizadas.

?Tampoco lo tienes mejor dando palos de ciego. No sólo no hemos avanzado una mierda, encima has cabreado a todos los psicópatas de la región?.

- Ahí lo tenéis, esa es la casa del narco.

La voz de ?Buitrales?, me saca de mis cavilaciones. Sorprendido, veo que tiene razón. Ante nosotros, puedo ver la construcción. O tiene mucha suerte o realmente el tipo conoce el terreno.

?Ahora mismo, este tipejo es mejor que todos los mapas y GPS del mundo?.

- Excelente ? alcanzo a balbucear, casi mas que decir.

Sin mediar palabra, Nicolai detiene el Vamtac delante de la casa, mientras el sol comienza a emerger por el este.

Parece que el fuego no se extendió después de todo. Nicolai sale por la puerta y se introduce en la casa casi a la carrera.

- ¡Espera!.

Salgo del vehículo y le sigo, mientras una desagradable sensación empieza a formarse en mi estómago. Por algún inconcreto motivo, estoy completamente seguro, de que no encontraremos a Chanquete donde lo dejamos.

?¡Te olvidas el arma!?.

Vacilo a medio camino entre la casa y el Vamtac. Pero opto por seguir a Nicolai, para descartar este terrible presentimiento. Paso entre los cascotes y tomo la escalera de subida. Para cuando llego a la cocina, Nicolai ya a abierto la nevera y empezado a arrojar los putrefactos y agusanados alimentos a un lado.

?¿Qué haremos si en lugar de la cabeza, encuentra una caja de cerillas con la cara de un arlequín??.

Por suerte, no habrá que responder a esa pregunta. Nicolai desenvuelve la cabeza de Nicolai, que abre la boca mientras sus ojos giran en todas direcciones. Siento una sensación de alivio tan grande, que casi se me aflojan las piernas.

?Supongo, que nadie puede tener tan mala suerte para siempre?.

Mientras Nicolai, se cuelga la cabeza al cuello, comenta en un tono casual, como si la cosa no fuera con él o le importase un pimiento:

- Parece que hay problemas fuera.

Me asomo a una ventana y a través de ella, veo como Pancracio, que se ha hecho con el fusil de asalto, está obligando a salir a todos del vehículo.

- ¡Joder!.

?Eso es lo que pasa cuando dejas tu arma abandonada?.

Vuelvo a entrar en la cocina, introduzco las manos en la podrida nevera y extraigo la pistola que también escondí allí. La compruebo, introduzco una bala en la recamara y la coloco a mi espalda, utilizando el ceñidor del portaequipo de combate a modo de cinturón.

Mientras Nicolai parece ponerse al día con Chanquete, bajo a la carrera los escalones y salgo por la puerta con las manos abiertas.

- ¿Qué pasa Pancracio?.

El hombre me encañona, mientras le grita a ?Buitrales? que se aparte del grupo.

- No tengo nada contra ti ? me dice el hombre de la boina -, pero a este hijo de puta, no puedo dejarlo vivo.

?¡No puedes dejar que lo mate!?.

Me acerco dos pasos mas con las manos abiertas. Mientras hablo con suavidad, intentando calmar al exaltado Pancracio.

- No puedes hacer eso ? calculo que la distancia que nos separa es de menos de quince metros, sigo caminando mientras añado -, eso no arreglará las cosas.

- ¡ Mi hijo murió por culpa de estos cabrones! ? alza incluso mas la voz al añadir - , ¡le lavaron la cabeza con sus monsergas!.

Doy dos pasos mas hacia delante, mientras ?Buitrales? que habia permanecido en completo silencio, replica:

- Tú hijo vio una verdad a la que tú permaneces ciego.

El cañón del arma, deja de encañonarme para moverse en dirección a ?Buitrales?. Es ahora o nunca. Bajo mis manos hacia mi espalda, mientras echo una rodilla a tierra para buscar una postura de tiro estable. Los ojos de Pancracio se desorbitan, el arma se detiene a medio camino entre ?Buitrales? y yo. Ese es el tipo de vacilaciones que cuestan vidas en estos casos. Pancracio ve la pistola y se decide por fin, el arma vuelve a encañonarme. Yo aprieto el disparador tres veces. Apunto deliberadamente bajo, para que los disparos siguientes, den en el blanco a pesar de la elevación del retroceso del arma. Los tres disparos dan en el blanco, pero la corredera de la pistola queda retrasada. No me queda mas munición. Pancracio, me mira con una mezcla de indignación y de sorpresa, como si no terminase de creer, lo que acabo de hacer. Estoy seguro de que va a dispararme, pero después de unos segundos que se me antojan eternos, se desploma en el suelo tosiendo y sangrando por la boca.

?Esta vez ha estado cerca?.

Y lo que es peor, casi acabo de dejar el pellejo, por salvar el de uno de esos cultistas, que de saber quien soy, no dudaría en matarme a la mínima ocasión.

Camino los escasos pasos que me separan del agonizante Pancracio. El hombre me dedica una mirada cargada de reproche. Parece querer decir algo, pero supongo que no debe ser fácil hacerlo, cuando te estás ahogando en sangre. Aunque Marta, intenta ocultar la escena de la vista de Sonia, veo como la pequeña bastarda, me observa sin perder detalle. Siento un escalofrió, al ver una enorme sonrisa en la cara de la cría.

?Esa niña es una jodida psicópata. Me encanta. Creo que tiene potencial?.

Eso es precisamente lo que me preocupa.

Me inclino junto al agonizante. Las balas le han alcanzado en la ingle, el estómago y un pulmón. No le queda mucho tiempo, pero si la agonía hará que le parezca una eternidad.

- Lo entiendo ? le digo -, tenias que intentarlo.

Recojo el fusil de asalto y veo que la aleta selectora de modo de disparo está colocada en la posición ?S? de seguro.

?Eso explica porque no llegó a disparar?.

La muevo hasta la ?F? de color Rojo y apunto el cañón del arma a su frente. Pancracio no cierra los ojos cuando aprieto el disparador.

?¡Cuidado!. ¡ Intenta hacerlo sin mancharte las botas la próxima vez !?.

?Buitrales? me mira sin terminar de creerse lo que acaba de ver. Sin duda, no esperaba que nadie diera dos duros por su pellejo. Nicolai, aparece por el boquete de la puerta, llevando a Chanqui colgado de su cuello, al verle, ?Buitrales? sonríe de oreja a oreja.

- ¡ Un pastor! ? grita antes de arrodillarse -. Ahora lo entiendo. ¡ Me estabais poniendo a prueba!.


Nicolai, hace caso omiso del sectario y dedica una mirada al cadáver de Pancracio, que parece querer decir ?que desperdicio?.

?Esta es tu oportunidad. ¡ No la desperdicies !?.

Me acerco a ?Buitrales? y cogiendo su barbilla la levanto para que me mire a los ojos. La gente, suele pedir que le miren a los ojos para saber si dicen la verdad. Supongo, que eso debe de funcionar con las personas cuerdas.

- Escucha hermano ? le digo -, nos has descubierto, pero nadie debe saberlo.

- Pero no... no lo entiendo ? casi tartamudea el tipo - ¿Acaso?.

- Nos encontramos en medio de una importante misión ? le corto -, su naturaleza es en parte un misterio para nosotros y desde luego, no podemos revelársela a nadie. Nos ha sido encomendada por el líder.

- ¿Una misión?.

- Y tú vas a ayudarnos ? afirmo con sepulcral firmeza.

Marta me mira con expresión de no dar crédito a lo que está viendo, mientras ?Anestesia? se las apaña para evitar, que Esparqui se dedique a lamer la sangre que empapa el terreno procedente de un cadáver, que aun conserva una boina sobre la cabeza.

- Por supuesto ? responde ?Buitrales poniéndose en pie y sacando pecho -. ¿Qué es lo que tengo que hacer?.

?Ten cuidado, si le dices vuestro destino final y os descubre, no podrás permitirle escapar?.

- De momento ? digo con toda la convicción que soy capaz de reunir -, sacarnos de estas montañas y conseguir combustible. Nos espera un largo viaje.


- No os preocupéis ? ?Buitrales? parece tan convencido como eufórico -. No os defraudaré.

Asiento mientras intento esbozar algo remotamente parecido a una sonrisa. Con suerte, ahora avanzaremos hacia Disneylandia, como si una autopista nos llevase directamente hasta allí. Una autopista, llena de minas y arenas movedizas, pero autopista al fin y al cabo.

[Korvec]

Capítulo XLV

?¿Pero eso no puede hacerlo otro??

-- Homer Simpson --


Generalmente, la gente acepta como cierta, la afirmación que reza, que la distancia mas corta entre dos puntos, es la línea recta. Supongo que los tiempos cambian y que en cualquier caso, mas corto, no implica mas seguro. Gracias a ?buitrales?, por fin estamos avanzando en la dirección correcta. No es que sepa donde me encuentro, sin duda, fuera de Galicia. Pero eso es algo que deduzco mas por el acento de la gente que encontramos, que no por los nombres de los pueblos y villorrios por los que estamos peregrinando en dirección a Francia.

?A veces hay que tener fe?.

Cierto, supongo que ?buitrales? ha sido una buena adquisición después de todo.

Después de circular durante un tiempo entre los cultistas, no deja de sorprenderme, su variedad. No se trata solamente, de el echo de que carezcan de cualquier tipo de santo y seña, sino de lo dispares que pueden ser las distintas comunidades entre sí. Algunas parecen vivir en una suerte de cruce entre un campo de concentración y una comuna hippie. Mientras que el modo de vida de otras, me recuerda mas a las comunidades ultracatolicas que alguna vez había visto en televisión (generalmente en películas americanas). Aunque totalmente distintos entre sí, a la hora de convivir y aplicar sus normas, todos comparten a rajatabla una serie de ideas comunes, siendo el meollo de la cuestión, algo a lo que se refieren como ?la purga?. No es que sea algo tan extraño. Después de todo, llevo años oyendo decir cosas, como que el hombre es el cáncer del planeta, que el mundo sería mejor sin los seres humanos en él y demás comentarios en pro de la extinción de mi especie. Pero una cosa es oírlos y otra muy distinta, ?verles mano a la obra?.

?Reconoce que no deja de tener su morbo?.

Desde luego. Creia haber visto ya casi de todo en ese sentido: mujeres prostitullendo a sus hijas, hombres vendiendo a sus hijos a las tropas de los señores de la guerra como carne de cañón, consumir carne de personas de cierta raza en la creencia de que esta les convertiría en invulnerables, artesanos fabricar minas con forma de juguete, para dejar sin manos y sin cara a los niños... pero de algún modo, esto es distinto. Hasta cierto punto, puedo entender que la necesidad, la miseria, el odio y la incultura, están detrás de muchas cosas.

Pero estas personas, hablan de envenenar depósitos de agua, de organizar ataques a campamentos de refugiados o de destruir recursos básicos. Sin que les mueva mas razón, que el exterminio de su propia raza, en pro de un credo, del que dudo que la mitad de ellos, hayan oído hablar, hace siquiera un mes.

?No es la primera vez, que ves cometer atrocidades por motivos religiosos?.

Cierto, pero una religión suele necesitar un tiempo considerable en extenderse. Este culto. Ninguna secta se ha propagado jamás con semejante virulencia.

?En la época en la que se propagó el cristianismo, no existía internet?.

Esta gente, no son precisamente católicos con un mensaje bienintencionado. Estamos habando, de comunidades enteras, que cometen atrocidades impensables, en su empeño por librar el mundo de la presencia de su propia raza. Es un culto totalmente autodestructivo.

?Cierto y te recuerdo, que si llegan a sospechar que no compartes sus ideas, eres hombre muerto?.

Por suerte, en las últimas comunidades, sólo había un par de pastores y me mantuve convenientemente alejado de ellos para no ser descubierto. Ese es uno de los elementos mas inquietantes. Los ?pastores? como ?cucaracho?, actúan bajo algún tipo de influencia, pero sus seguidores, lo hacen por propia voluntad.

?No es algo tan raro, recuerda por ejemplo a los apóstoles de la religión católica. Ellos fueron iluminados por el profeta, pero a su vez, ellos convirtieron a decenas de personas a su religión?.

No creo que sea el mismo caso en absoluto.

- Ya nos estamos acercando ? comenta ?buitrales? y haciéndome emerger de mis cavilaciones -. Por lo que me dijeron, deberemos aprovisionarnos bien aquí. Este es último y mayor asentamiento que tenemos. De aquí en adelante, si seguimos hacia el norte, entraremos en la tierra de nadie.

?Me gusta como suena eso de Tierra de Nadie?.

A mi no. Por lo general, esa suele ser la definición que se da al especio que separa las líneas amigas de las enemigas. Aunque en este caso, nuestros ?amigos? moverían cielo y tierra para quitarme de en medio, en caso de descubrir quien soy yo. Lo pero del caso, es que ni yo mismo sé el porque.

?Supongo que eres un tipo popular?.

Durante los últimos días, hemos pintado el Vamtac de un horroroso color amarillo limón. Hubiese preferido algo menos cantoso. Pero después de que nos tiroteasen un par de veces, al acercarnos a los asentamientos de ?el culto? al confundirnos con una unidad militar, optemos por un color lo bastante chillón como para que nos vean y lo suficientemente ridículo, como para evistar ser confundidos por una unidad militar. Nicolai, supongo que se las ha arreglado para alimentarse. El no ha mencionado como y yo no tengo intención de preguntarlo. Lo único que espero, es que no nos relacionen con el fiambre o fiambres, que esté dejando tras de si.

?Vamos... como si a estas alturas te viniese de eso?.

No tardo en alegrarme, de la nueva imagen del vehículo, cuando topamos con el primer control de los cultistas. En esta ocasión, no se trata de gárrulos con rifles y escopetas de caza, sino de tipos armados con fusiles de asalto y lanzagranadas de procedencia soviética.

?Que mas quisieran ellos. Mas bien, serán armas fabricadas en china bajo patente y revendidas a precio de saldo en el mercado negro?.

Sea como fuese, no me parece buena idea, hacer cabrear a estos tipos, que visten como si un miliciano palestino, hubiese atracado un ?Coronel Tapioca?.

- Será mejor que hable con ellos ? dice ?buitrales?.

Nadie abre la boca, pero con cierta alarma, vemos como solo salir, es derribado en el suelo y registrado.

?Creo que tu amigo está perdiendo su don de gentes?.

Mientras dos lanzagranadas RPG-7, que me hacen pensar en sendas pollas circuncidadas, apuntan en nuestra dirección. Un tipejo que empuña un pequeño subfusil, nos grita que salgamos del vehículo.

?Será mejor que le hagas caso?.

Una desagradable y por desgracia conocida sensación, en mi cabeza, me indica que como mínimo, hay un ?pastor? cerca. Abro la puerta y con movimientos lentos, salgo del vehículo manteniendo las manos en un lugar visible.

Soy derribado y registrado sin muchos miramientos.

- ¡ Donde encontraste esto! ? me pregunta la voz de alguien a quien no alcanzo a ver, mientras una mano, me muestra la caja de cerillas de inquietante diseño, que lo cierto, es que tenía olvidada por completo. ? Habla.

- La encontré ? respondo mientras empeora mi dolor de cabeza.

?Mierda, se está acercando?.

Oigo a mi espalda los gritos de Sonia, los ladridos de Esparqui y las protestas de Marta y ?Anestesia?.

- ¡ Son espias ! ? dice alguién a nuestra espalda.

- ¡ Esperad ! ? ruega ?buitrales? -. ¡ No lo somos!. ¡Estamos en una misión secreta!.

Nuestros captores ríen y a mis oídos llega el sonido de un arma al ser amartillada.

?Si no haces algo rápido, vamos a palmar aquí?.

¿Y que esperas que haga?. Si por lo menos fuese de noche, Nicolai tendría una oportunidad, pero ahora... cierro los ojos, mientras los gritos de Sonia, aumentan de intensidad. Siento un sabor salado en la boca y el pinchazo en mi cabeza empeora.

- ¿Quiénes son?.

Aunque no puedo distinguir al que ha hecho esa pregunta, estoy seguro de que se trata del ?pastor?. Arriesgo una mirada de reojo, pero no alcanzo a ver nada.

- Ese hombre parece un pastor ? comenta la voz del recién llegado.

- Este hombre ? recibo una patada en las costillas, que me hace pensar que se refieren a mi -, llevaba esto encima.

Se produce un incómodo silencio.

?Apuesto a que hablan de la puerca caja de cerillas ¿por qué no te deshiciste de ella??.

Supongo que esa es una buena pregunta. La jodida caja, me dio mal rollo desde el primer momento en que la vi. Pero de alguna forma, presiento que es importante. No sé como ni para que, pero estoy seguro, de que aunque me deshiciera de ella, volvería a encontrarla.

- Levantadle.

Soy puesto en pie. Ante mi, me encuentro con un tipo, que de no ser porque lleva una especie de gorro de papel albal en la cabeza, podría pasar por una persona seria. Me fijo con mas detenimiento en su persona. Le calculo una edad entre treinta y muchos a cuarenta y pocos. Se viste con un pulcro traje gris, zapatos negros manchados de polvo y una especie de pañuelo de nudos forrado de papel de aluminio, que le da toda el aspecto, de ser un vendedor de seguros escapado de un manicomio.

?Dicen que uno siempre reconoce a los de su condición?.

Al mirar un poco mas allá, veo a unos cuantos muertos que parecen haber forrado con ese papel de plástico que uno utiliza para envolver los elementos antes de meterlos en el congelador, esperar con una expresión de paciencia, que conozco bien. Demasiado bien.

- ¿Dónde dices que encontraste esto? ? me pregunta con un tono de voz similar, al que utilizaría un profesor, que preguntase a un niño de primaria, quien le ha vendido el porro con el que estaba jugando -

?Lo curioso del caso, es que no parece que a este tipo, le afectes lo mas mínimo. Me pregunto si ese gorro de papel de aluminio, tendrá algo que ver...?.


¡Joder!. Déjate de putos gorros. ¿Qué coño les digo?. ¿Qué me lo encontré en una bolsa de comida?. No creo que se lo traguen y esta panda, no parece ser de los que hacen prisioneros.

- ¡Nosotros servimos al culto ! ? grita ?buitrales? como si le hubiesen cortado las pelotas.

- Y podréis seguir haciéndolo ? le responde el tipo del gorro plateado, mientras dirige una mirada casual a los fiambres envueltos en plástico ? la cuestión ? añade ? es si le serviréis mejor vivos o... menos vivos.

?Tengo una idea?.

Me la dice y no puedo evitar una malicosa sonrisa.

- Se la quité a esa niña ? digo señalando hacia Sonia -. ¡ No podía dejar que una cría jugase con esas cosas ¡.

- ¡ Miente ! ? grita la pequeña Sonia.

- ¡Hijo de puta! ? exclama Marta con una voz, que deja a las claras, que será mejor que no entre en mis expectativas, el mantener relaciones sexuales con ella, durante los próximos cien o doscientos años.

?Tranquilo. Millones de pajilleros, no pueden estar equivocados?.

En cuestión de segundos, noto como la niña, pasa a convertirse en el foco de atención.

- ¡Registradla! ? ordena el tipo del traje gris -. A fondo.

La cría grita, mientras la ropa le es arrancada sin demasiados miramientos.

- ¡ Tiene una cicatriz reciente! ? grita uno de los ?registradores?.

?¡Rebingo!?.

- Aseguraos ? aunque el tipo del gorro de papel de aluminio, se refiere a ?Sonia?, por algún motivo, lo dice sin apartar la mirada de mis ojos -, quiero estar seguro.

?¡Cuidado!. No me gusta un pelo la forma en que te mira?.

Uno de los esbirros, saca un machete y oigo gritar simultáneamente a Marta y a Sonia. Aunque entre las dos, se las apañan para armar una considerable escandalera, no gritan lo bastante alto, como para ahogar el ruido de unas atronadoras bocinas.

- ¿Qué diablos? ? exclama sorprendido el tipo de la cabeza forrada, mientras aparta su vista de mi, para escudriñar el horizonte -. ¡Rayos!.

También yo, reconozco el camión de ?el Chatarrero?.

?El diablo los cría y ellos se juntan?.

Contra todo pronóstico, no puedo decir, que no me alegre de la aparición del vehículo, que avanza en nuestra dirección a toda velocidad.

[Korvec]

Capítulo XLVI


?La única batalla buena, es aquella que otro pelea y gana en tu lugar?.

-- Una verdad como un templo ?

Creo que es a Julio Cesar a quien se atribuye la célebre frase: ?Divide y Vencerás? y
Séneca, el que dijo aquello de ?de que te sirve saber dividir, si no sabes repartir?. Aquí y ahora, sería la ocasión perfecta, para que el tipo que utiliza un gorro de papel de plata (al que acabo de ?bautizar? como ?bocataman?), acuñase alguna frase para la posteridad. Pero lo único que acierta a decir es:

- ¿Pero que coño es eso?.

?Bueno, dudo mucho, que esos dos, ideasen sendas frases, en medio de una tormenta de mierda, como la que se avecina hacia estos bastardos?.

- Parece un camión ? acierta a responder el tipo que me registró con escasos miramientos.

Aprovecho que la atención de nuestros captores a cambiado de objetivo, para echar un vistazo alrededor. Nicolai, que por algún extraño motivo, en esta ocasión, no ha sido confundido con un ?pastor?, mantiene una cara de poker. Supongo que el balazo que se llevó la última vez bajo la luz del sol, ha hecho de él, un tipo mas prudente. Esparqui, al que nadie parece prestar atención, se mantiene cerca de ?Anestesia? que parece mas indignado que asustado. ?Buitrales?, parece haber dejado de suplicar de una vez y se mantiene en un tenso silencio. Marta, parece alternar miradas de odio (hacia mi) con otras de genuina preocupación, de las que Sonia es la destinataria. No puedo decir, que me sorprenda y en cualquier caso, esa pequeña malnacida, es la que se ha llevado la peor parte. La buena noticia, es que no sólo han encontrado lo que fuera que utilizaba ?el Chatarrero? para rastrearla, sino que además, se lo han quitado. La mala, es que la han operado con un machete y sin anestesia, convirtiendo a la pequeña, en lo que mi abuela definiría como ?una salsera?.

?¿Y que es lo que eso tiene de malo??.

Bueno, supongo que desde un punto de vista práctico, nada. Pero tengo la desagradable sensación, de que va a convertirse en un inconveniente.

Los tipos armados con lanzagranadas RPG, echan rodilla a tierra y apuntan hacia el vehículo, pero para mi sorpresa, en lugar de entrar como un jabalí en una cacharrería, el inconfundible camión, empieza a reducir su velocidad.

- ¿Disparo? ? pregunta uno de los tipos que intenta fijar el blanco en el visor - diría que - con cierta sorpresa añade ? va a detenerse.

En efecto, el blindado vehículo, se detiene por completo a unos escasos treinta metros de donde nosotros nos encontramos. Los cultistas, que apunto estuvieron de abrir fuego, hacen señales para que el conductor descienda del vehículo, mientras varias armas apuntan contra los negros cristales de la cabina. La conocida voz de ?el chatarrero?, salé por los altavoces que se encuentran sobre su camina.

- Volvemos a encontrarnos.

?¿Crees que se referirá a ti o a la niña??.

Lo cierto, es que no podía importarme menos. Estoy calculando, que posibilidades hay, de escapar, cuando se produzca el choque entre el ?camicarnichatarrero? y los cultistas de ?cabeza bocata?, cuando se acciona el famoso mecanismo que abre su ?caja de sorpresas?. Tanto las armas como las miradas, de nuestros captores, se dirigen hacia el origen del metálico sonido, sin fijarse, en la pequeña antena parabólica situada en lo alto de la cabina, que empieza a girar en nuestra dirección.

?Esto no pinta ni pizca de bien?.

Los cultistas, que puede que no sean tan tontos como aparentan, se desentienden en su mayor parte de nosotros, para aproximarse hacia el camión y lo rodean tomando posiciones de tiro, mientras el tipo que operó a Sonia con un machete, grita un inquietante aunque manido ultimátum de ?salga del camión o disparamos?.

- Traigo a nuevos amiguitos.

?Atiende, si el papel de plata es un aislante, si le quitas el gorro en el momento oportuno, aquí puedes organizar una buena?.

Creo que va a organizarse ?una buena? sin necesidad de que yo mueva un dedo. Aunque bien pensado. Por muy blindada que sea la cabina del camión de ?el Chatarrero?, dudo mucho que pueda resistir el impacto directo de un RPG. Aunque también sé, que no es buena idea, disparar ese arma a algo que esté a menos de quince metros de distancia. Si fueran militares, los tipos del lanzagranadas, estarían retrocediendo en lugar de avanzando hacia el ominoso camión.

- Ellos quieren jugar con vosotros. ¿Queréis vosotros jugar con ellos?.

La pestaña de la caja del camión, termina de abrirse. Para mi sorpresa, en lugar de encontrarme con los susodichos ?infectadocops? veo, como saltan a tierra una horda de ágiles infectados, que llevan varios pequeños objetos de color azul naranja y marrón, adosados al cuerpo.

- ¡ Disparad! ? grita el tipo del ultimátum, mientras él mismo, abre fuego con su arma de asalto.

El inconfundible sonido, remotamente parecido al de un tablón golpeando sobre el agua de los AK-47, pronto es ahogado por el de una explosión, que hace volar por el aire, fragmentos de hueso, tripas y tornillería.

?Esas cosas de colores que llevan adosadas, deben ser pequeñas bombonas de los camping gas y cajas de clavos. Son minas infecciosas con patas?.

- ¡No les disparéis! ? grita ?bocataman? frente a nosotros, a sus aturdidos subordinados ? ¡ van cargados de explosivos!.

?Que perspicaz. ¿Crees que habrá alguien que no se haya dado cuenta??.


Supongo que obedeciendo algún tipo de orden mental de ?bocataman?, los muertos vivientes, recubiertos de papel plastificado, entran en acción y mi dolor de cabeza, empeora con su proximidad. Uno de los cultistas, vacila entre disparar o no a uno de sus explosivos enemigos. El ?infectado bomba?, aprovecha su duda y le arranca un buen cacho del rostro, de un bocado.

?La vacilación le ha costado cara. ¿Lo pillas??.

El Ak-47 del desfigurado sectareo, riega de balas la zona. El tipo que empuña uno de los lanzagranadas, es alcanzado y quizás dejándose llevar por el pánico, o puede que en un alarde de sangre fría, al ser consciente, de que ya no tiene nada que perder, abre fuego contra la cabina del camión, abrasando con los gases del escape de la parte posterior, a uno de sus colegas. La distancia es demasiado corta como para que el arma falle el tiro y efectivamente, el proyectil, se estrella contra el lateral izquierdo de la cabina, produciendo una explosión que pronto es secundada por la de varios infectados.

El humo me impide ver los daños, mientras los últimos infectados, siguen explotando regando la zona de metralla infecciosa. Un clavo alcanza en la mano izquierda a uno de nuestros custodios, que se encuentra apenas un par de metros por delante de nosotros.

?Ese bastardo del chatarrero, tiene mas mala idea de lo que parece. Si te hiere un solo fragmento, date por infectado?.

La idea me parece escalofriante. Aunque de momento, los tipos que se encontraban entre el camión y nosotros, nos han servido en gran parte de escudo, han sido varios, los fragmentos que han pasado escalofriantemente cerca. Una vez mas, me he librado mas por una mera cuestión de suerte que por habilidad.

?Bueno, en realidad los fragmentos que han llegado hasta aquí no tenían demasiada fuerza. A no ser que te alcanzase en la cara o en un punto desprotegido. Ese pobre bastardo, ha tenido mala pata?.

El herido, empuña un machete y mira a su mano con intención de cortarla. Hace un par de amagos, pero el arma nunca termina de descargar el golpe. El otro guardia que se quedo retrasado custodiándonos, le grita que lo haga de una vez, mientras ?cabeza bocata? se encuentra concentrado en dirigir a decenas de muertos vivientes hacia la zona de conflicto. Donde ya no creo que quede nadie con vida. No creo que encontremos un mejor momento para escapar.

?Ten cuidado. Si le quitas el gorro y mi teoría es cierta, probablemente perderá el control de los fiambres?.

El polvo y el humo empieza a disiparse. Aunque el camión sigue en su sitio, no creo que vaya a poder moverse en una temporada. Las planchas de blindaje soldadas a un lateral, parecen haber cumplido su función, aunque sospecho, que la granada no debía ser de munición anti blindaje de doble carga hueca.

?Puede que se trate de una imitación barata con proyectil rompedor en lugar del de doble carga hueca. Después de todo, no creo que esperasen toparse con tanques?.

Puede ser. En cualquier caso, el vehículo me recuerda a un gran animal marino herido. Aunque puede que su tripulante siga vivo, ese camión no creo que pueda volver a la acción.

?No cantes victoria. Este mundo, está lleno de camiones y el tipo ya ha demostrado ser aficionado a las manualidades. No debemos dejarle con vida?.

Claro pero lo primero es lo primero.

El tipo del machete, cerrando los ojos, se hace un profundo corte por encima de la muñeca, hace un movimiento de sierra mientras aprieta los dientes, pero se frena al llegar al hueso. Momento en el que grita, abre los ojos y vomita sobre la sangrante herida. Su compañero, dice algo gesticulando con las manos.

?¡Ahora!?.

Tomo impulso y me lanzo contra el gesticulante y sorprendido sectareo. De reojo, veo como Nicolai, supongo que excitado por la sangre que se desperdicia, se mueve en dirección hacia el que intenta automutilarse.

- ¡ Estúpidos! ? grita cabeza bocata -. No podréis escapar.

El tipo al que he pillado desprevenido, forcejea, es fuerte pero yo estoy encima y peso mas.

?¡Date prisa o los fiambres se os echaran encima!?.

Golpeo con mi frente contra su nariz, lo que no contribuye en absoluto a mejorar mi insufrible dolor de cabeza, pero sé como convertir el dolor en ira.

?Si pero no te dejes llevar por ella, ahora no?.

Sigo sin poder librarme de él, le propino otro cabezazo en la boca, empiezo a tener la sensación de que mi cabeza va a estallar, el mundo empieza a tomar un tono rojizo.

?¡No joder!. ¡Si se te va la olla ahora moriremos!. Cálmate, cálmate?.

Me dejo de cabezazos y muerdo su garganta. El muy bastardo, hace un sonido que me recuerda al de un conejillo al ser desnucado y consigue soltar una mano. Recibo un brutal golpe en las costillas, pero no aflojo mi presa. Oigo un golpe y el tipo deja de ofrecer resistencia. Para mi sorpresa ?buitrales?, que sostiene una gran piedra entre las manos, con la que acaba de golpear al tipo, me mira como si fuese una anciana a punto de confesar una infidelidad conyugal a su párroco.

?¡Cálmate joder!?.

- Estoy calmado ? grito en voz alta.

Supongo que mi acelerado corazón no piensa lo mismo, pero ahora mismo hay otros problemas mas acuciantes. De un vistazo, soy consciente de varias cosas, que será mejor que empiece a asimilar rápidamente.

Por un lado, veo que Nicolai, ejerciendo sin duda de ?buen samaritano?, cortó el brazo (bastante por encima de la muñeca) del pobre desgraciado, para luego degollarle y beber de su garganta. Supongo que cortó el brazo para evitar que se le contaminase la comida.

Marta a cogido a la pequeña Sonia y seguido por ?Anestesia? y Esparqui, han retrocedido hacia el vamtac, desde donde el chucho se dedica a ladrar a las decenas y decenas de fiambres plastificados, que se acercan lenta pero inexorablemente.

?¿Dónde coño está el pastor??.

El muy hijo de puta, ha aprovechado la pelea, para mezclarse entre sus ?zombis?, ahora hay una inexpugnable barrera de carne entre él y nosotros.

?Te ha visto la cara y puede describirte?.

Cojo el fusil de asalto del fiambre, acciono el pesado cerrojo y disparo contra la horda de muertos animados. Las balas de calibre siete sesenta y dos, se estrellan contra los cuerpos plastificados, pero son demasiados.

?Necesitas mas poder de fuego?.

Me doy la vuelta, y corro hacia el vamtac. Para cuando llego hasta él, Nicolai, que parece haber terminado de comer, pregunta:

- ¿Nos vamos ya?.

- Ni hablar ? respondo -, aun tengo asuntos que terminar aquí.

Desde la parte superior del vehículo, acciono la pesada palanca de montar de la ametralladora Browning calibre cincuenta. Siento una sensación de lo mas satisfactoria, cuando mis pulgares, accionan la palanca de disparo posterior y empiezo a regar la zona, con cortas pero demoledoras ráfagas de fuego automático.

Las balas de este calibre, atraviesan los cuerpos como hojas de papel segando brazos, reventando cabezas. Ni una pared de ladrillos, ofrecería protección alguna contra este tipo de munición.

?¡Le veo!. Hacia la derecha!?.

En efecto, intentando escurrirse, distingo el gorro de papel albal. Apunto cuidadosamente, y disparo una corta ráfaga en su dirección, pero el arma se encasquilla.

- ¡Joder!.

?¡Que no escape!?.

- Pásame el fúsil de asalto ? grito a quien pueda oírme -, ¡deprisa!.

La mano de ?Anestesia? me entrega el Cetme LC. Extiendo el culatin retráctil y apunto contra el gorro de papel de aluminio. Estoy a punto de abrir fuego, cuando el recuerdo de un telediario. Me hace bajar el arma y apuntar hacia sus piernas. Disparo. La bala le destroza una rodilla y ?cabezabocata? se derrumba en el suelo, como Maradona después de recibir la patada de Goicoechea.

Los cadáveres animados, durante unos segundos, parecen despertar de algún tipo de trance hipnótico y dejan de avanzar hacia el vehículo, para mirar alrededor. ?Cabezabocata?, vuelve a concentrarse, justo cuando algunos de los fiambres de sus inmediaciones, empezaban a darse cuenta de su presencia.

- ¡Escucha! ? le grito -, mi vehículo es blindado, pero todo esto ha sido un malentendido.

El tipo no responde, pero supongo que es consciente, de que si no se le practica un torniquete rápidamente, no tardará en caer inconsciente.

- ¡Retira a los fiambres y hablemos! ? continuo - ¡ hay un médico entre nosotros!.

?Pierdes el tiempo. Es un puto fanático?.

Lo cierto, es que tampoco yo, confió demasiado en ello, pero los fiambres retroceden hacia un lado.

?No creo que esto sea buena idea?.

Quizás no. Pero tengo muchas preguntas y quizás ese tipo, pueda ofrecerme alguna respuesta en cuanto le quite el papel albal de la cabeza.

Bajo del vehículo seguido por ?buitrales?. Estoy tentado de ordenarle que se quede en el vehículo, pero no quiero perder tiempo discutiendo. No tardo demasiado, en llegar hasta el tipo, que parece haber caído en una extraña posición sobre su brazo izquierdo que permanece aplastado bajo su cuerpo.

- ¿Y el médico ? ? pregunta, el herido pastor.

- ¿No crees en la eutanasia? ? le respondo -. ¿Qué significa ese arlequín o lo que sea de la caja de cerillas?.

- ¿La Caja?.

Como el tipo no parece muy colaborador, mientras ?buitrales?, se quita el cinturón para preparar un torniquete, agarro de un manotazo, su ridículo gorro de papel de aluminio y lo retiro dando un brusco tirón. Para mi sorpresa, el gorro parece estar pegado y noto como algo que me hace pensar en la mozzarella de una pizza se desprende. No tardo en comprobar, el motivo. El pastor ha sido sometido a algún tipo de operación cerebral. No se trataba de un gorro, sino de algún extraño tipo de vendaje.

?Fíjate. ¿No te resulta familiar, lo que tiene ese bastardo entre los fusibles??.

En efecto, varios cables similares a los de la cabeza de ?Chanquete? sobresalen de su cerebro, esta parece una versión chapucera de una operación similar.

- Así que eres tú ? dice él tipo con una febril mirada de reconocimiento en sus febriles ojos -. Lo sospeché.

?¿Crees que se refiere realmente a ti??.

- Me dijo que vendrías.

Oigo el inconfundible sonido, de la palanca de una granada al soltarse.

?¡Su brazo izquierdo!?.

Comprendo demasiado tarde, que no es que esté caído en una posición extraña. El muy bastardo, mantenía oculta una granada de mano. Voy a morir.

- ¡ No! ? grita ?buitrales? mientras se arroja sobre el pastor.

Me tiro al suelo en un acto reflejo. Se produce la explosión y los restos de ambos hombres, ascienden hacia arriba. Una ligera llovizna roja, riega el suelo.

?¡No te duermas!. Nadie controla ahora a los fiambres?.

Dedico una última mirada a los restos de ambos hombres. Uno de los cuales, ha dado su vida, por la mía, al creer que tengo que cumplir una importante misión para ?el culto? que trata de acabar con mi vida. Supongo, que la vida puede ser muy irónica.

[Korvec]

Capítulo XLVII

?Es muy triste de pedir, pero mas triste es de robar?

-- Declaración de intenciones de varios mendigos ?



Una conocida expresión, dice algo sobre ?no hacer leña del árbol caído?. Supongo que el que la acuñó, nunca fue perseguido por un hijo de mil putas, tan redomado como ?el Chatarrero?. Por ello, a pesar de todo el horror que me rodea, a pesar de estar en un punto de control de un culto que intenta terminar con mi pellejo por todos los medios y a pesar de que nada me gustaría mas, que meterme en el vehículo y largarme de aquí, avanzo entre los mutilados cadáveres en dirección a la malograda camina del camión.

?Apuesto a que es un puto quinceañero con la cara llena de acne?.

Lo cierto, es que tengo cierta curiosidad, por ver el rostro de ese bastardo antes de meterle medio cargador en la cabeza. La zona, sigue llena de fiambres ambulantes forrados de papel de aluminio, pero tienen a su disposición todo un enorme buffet de restos calentitos de los miembros del punto de control, por lo que no puede decirse que me presten demasiada atención.

- ¡ A que coño estamos esperando! ? me grita Nicolai, que ha bajado del vehículo y pasea entre los cadáveres animados como Pedro por su casa -. Este guirigay no tardará en atraer atención no deseada.

Ignorándole, llego hasta el lateral derecho del camión y veo que la puerta sobre la que han soldado sólidas planchas de metal, está soldada de modo que hace imposible su apertura. Trepo a la cabina, Cuyo oscuro cristal a reventado por efecto de la explosión y para mi sorpresa, encuentro vació el interior.

?No puede andar lejos. Además, por el estado de esto, debe andar muy mal herido?.

Supongo que eso sería lo lógico. El lugar está lleno de cristales y hierros retorcidos. Numerosos aparatos de alta tecnología, cuya función se me escapa, se encuentran destrozados por efecto de la explosión, pero no consigo ver el menor rastro de sangre.

?Las puertas están soldadas... cristal oscuro... puede que nunca haya estado en el interior de la cabina... el tío ya a demostrado ser un puto Mac Gyver. Puede que este trasto vaya a control remoto?.

Eso explicaría su oportuna aparición y ese avance tan ?kamikace?. Eso también significaría, que el muy malnacido, puede estar observándonos.

Miro en todas direcciones, buscando en el horizonte el brillo delator de unos prismáticos. Pero lo único que alcanzo a ver, es desolación en todas direcciones.

- ¿Esta muerto? ? pregunta Nicolai desde abajo.

Salto a tierra. Cojo una de las granadas del portaequipo de combate y después de quitarle el pasador de seguridad, la dejo encajada bajo la intacta rueda derecha, de modo que la palanca de seguridad salte si alguien intenta mover el camión.

?¿Y eso??.

Por si acaso.

- Supongo que si ? respondo al expectante vampiro.

- ¿Supones? ? pregunta el vampiro -. ¿qué aspecto tenía?.


- Decepcionante.


?¿No deberías decírselo??.

Son demasiadas, las cosas que debería haber echo. Casi tantas como las que no debería haber echo.

Ambos caminamos de regreso hacia el Vamtac, donde Marta nos espera para gritarme algo sobre la herida de Sonia. Por toda respuesta, hurgo en el pequeño botiquín de campaña y le entrego la amoxicilina y un parche.

?Que desperdicio?.

Mientras Nicolai pone en marcha el vehículo y Marta termina de atender la herida de la pequeña bastarda, oigo con meridiana claridad, como esta dice.

- Está vivo y os encontrará.

Nicolai, gira la cabeza y me dedica una inquisitiva mirada.

- Avanti ? es todo lo que digo a modo de respuesta.

El vehículo se pone en marcha en la misma dirección que llevábamos. Ahora carecemos de guía, pero se supone que estamos en las inmediaciones, de una gran zona controlada por el culto y a partir de aquí... a saber. Supongo que en algún momento entraremos en Francia .A los animales, suele bastarles el echar un par de meadas para marcar su territorio. Los seres humanos, por el contrario, necesitamos de vallas, muros y fronteras.

- Eso parece una ciudad ? comenta Nicolai ? o lo que queda de ella.

En efecto. Frente a nosotros, se alza lo que podría pasar por una ciudad después de un bombardeo y un par de saqueos. La idea de entrar en ella, me parece tan atractiva como un poster de Carmen de Mairena.

- ¿Cómo vamos de combustible?.

- Para menos de cien quilometros ?me responde el conductor.

?No creo que sea suficiente. Pero ahora careces de guía, sabes que alguién a alertado de nuestra posible llegada y esa ciudad, puede ser una base de operaciones de el culto?.

Bueno, en casi todas partes, una vez has pasado el control y estás dentro, tienden a suponer que eres de los suyos. Hasta que llegue el relevo del punto de control, no creo que empiecen a buscarnos. Para entonces, podemos estar lo suficientemente lejos.

- Vamos allá ? exclamo con una seguridad que no siento en absoluto.

Marta me dedica una extraña mirada, pero nadie dice nada en contra. ?Anestesia?, se limita a acariciar la cabeza de su amigo canino, mientras este le propina un par de lametones. Nicolai conduce sin mediar palabra y lo mas inquietante, a pesar de los dolores que debe sentir, sonríe de una forma que no me gusta un pelo.

?Esa cría está pensando en devolverte la jugada del punto de control. Si nos delata, no saldremos de aquí?.

Esa es una posibilidad que no me gusta un pelo, pero supongo que no puedo pegarle un tiro sin mas.

?¿Por qué no??.

La vida no es tan sencilla.

?Si lo haces por Marta, te recuerdo, que alguien está operando a los miembros del culto de modo muy similar a como lo hizo su organización con Chnquete. ¿No te parece muy extraño su repentino cambio de bando??.

Este es ahora un mundo extraño.

Aunque la ciudad parece devastada, veo a gente circulando como si tal cosa. De vez en cuando, siento un ligero dolor de cabeza y veo a algún tipo con una especie de gorro de papel de aluminio en la cabeza.

?Sería buena idea, que forrases la cabeza del vampi con esa mierda. Eso podría ayudar a pasar desapercibidos?.

Lo tendré en cuenta.

Continuamos avanzando por unas calles que han sido lo suficiente despejadas de escombros, como para poder transitar por ellas. De no ser por algún detalle como los cuerpos crucificados boca abajo a los lados de las calles, con carteles que rezan palabras como: traición, rebeldía o ateo., esto podría pasar perfectamente por una ciudad en una posguerra reciente, ya que a pesar de ver ocasionalmente a algún tipo armado, no parece que el lugar esté especialmente custodiado.

- ¡Aun están vivos! ? grita Marta refiriéndose a varios de los cuerpos crucificados.

- Ya sabes lo que nos espera ? digo sin mirar atrás -, si nos descubren.


Seguimos circulando en silencio, hasta llegar a lo que parece una gasolinera, que dadas las circunstancias, parece relativamente intacta.

Para mi sorpresa, no parece estar especialmente custodiada.

?Eso es mala señal. Si no está muy custodiada, quizás sea porque está seca?.

Paramos junto al primer surtidor de diesel y efectivamente, lo encontramos mas seco que un bocadillo de polvorones.

- ¡Joder!.

Un tipo de rasgos ratoniles, se aproxima a nosotros.

- ¿Qué andáis buscando aquí?.

?Un tesoro no te jode. ¿Qué se supone que puede buscar alguien en una gasolinera??.

Como no me interesa llamar la atención, me acerco a él rascándome distraídamente la cabeza mientras le digo:

- Verá hermano, acabamos de llegar y necesitamos algo de combustible.

Veo como el hombre dedica una mirada de soslayo al fúsil de asalto y a las diversas manchas de sangre de mi mono verde.

- ¿De donde dices que venís?.

?Esto pinta mal?.

- Del sur ? digo como si eso lo explicase todo -. ¿Dónde podemos conseguir algo de gasoil?.

El tipo entorna sospechosamente los ojos. Está claro que no estoy siendo lo suficientemente convincente.

- ¿Del sur dices?.

?Los lavabos parecen solitarios y abandonados?.

- Si ya sabe ? gesticulo teatralmente mientras miro alrededor para cercionarme de si hay alguien mirándonos -, de donde...

Sin terminar la frase, le propino un puñetazo bajo la nariz. Como el tipejo no es gran cosa, no resulta demasiado trabajoso el trasladar su cuerpo inconsciente hasta uno de los servicios, mas sucios y desastrados, que recuerde haber visto en toda mi vida.


El tipejo recupera la conciencia sentado sobre la poco higiénica taza de un cagadero, con uno de sus propios calcetines, metido en la boca. Antes de que pueda intentar siquiera articular palabra, le pongo en antecedentes.

- Sólo queremos combustible para largarnos ? le digo -, si nos dices como conseguirlo, nos largaremos y no volverás a vernos.

- Y sino ? añade Nicolai empuñando la escobilla del water mas sucia que imaginar se pueda -, te haremos hablar.

Con prudencia, retiro el mugriento calcetín de la boca del tipejo que no parece demasiado dispuesto a colaborar.

- ¡Infieles! ? grita el muy bastardo -. ¡ Heréticos!.

El tipo enmudece, cuando Nicolai introduce la mugrienta escobilla de limpiar retretes en su boca. Se me revuelve el estómago sólo de verlo, pero no puede decirse, que el tipo no se lo haya buscado a pulso.

?A esto lo llamo yo, un interrogatorio chocolatoso?.

- Bueno ? añado con un tono de voz que pretende parecer razonable -, vamos a volver a intentarlo.

Por desgracia, ?Anestesia? entra precipitadamente en el mugriento edificio, seguido de cerca por Esparqui, que no tarda en encontrar cosas interesantes que olfatear.

- ¡ Se ha escapado! ? exclama el recién llegado.

- ¿Quién? ? pregunto temiéndome lo peor.

- Sonia ? confirma ?Anestesia? -. Dijo que tenía que ir al lavabo, al cabo de un rato, Marta entró a buscarla, pero ella ya no estaba.

?¡Daos por jodidos!?.

- ¡Joder!.

- Tranquilo ? añade ?Anestesia? mostrando sus manos abiertas -, Marta ya la está buscado y seguro que...

- Está bien ? digo intentando aparentar una calma que no siento en absoluto -, esto es lo que haremos. Vosotros, dos, encargados de conseguir el combustible.

?¿Vas a intentar encontrarla??.

Si doy con ella, antes de que lo haga Marta, encontraré la forma de librarme de esa pequeña hija de puta para siempre.

Aunque supongo que pensarlo, va a ser bastante mas complicado que hacerlo. Después de todo, encontrar a ese pequeño demonio en medio de esta ciudad de dementes, puede ser como buscar a ciegas una jeringuilla sidosa en un pajar.

[Korvec]

Capítulo XLVIII

?Cuando me buscan nunca estoy, cuando me encuentran yo no soy,?

-- Manu Chao ?


Si quieres pasar desapercibido en una zona desconocida, una de las primeras normas, es ?muévete como si supieras hacia donde vas?. Después de haber dejado en el vehículo, el arma y todo el equipo militar robado, camino decididamente, por el centro de la calle principal, en teoría, un observador casual, sólo verá a un tipo vestido con un sucio mono verde, de camino hacia alguna parte..

?¿Si fueras una pequeña hija de puta demente, dispuesta a morder la mano que te cuida y alimenta, hacia donde irías?".

Supongo que en busca del primer ?psicópatas ?R? Us?, de la zona.

?¿Ya has pensado en la triste historia que contarás sobre su muerte??.

Lo primero es lo primero. No vendamos la piel de la zorra, antes de haberle dado caza. Si yo estuviese en su rajado pellejo, buscaría una multitud en la que camuflarme.

?Puede que uno de los crucificados la haya visto?.

Dedico una mirada a los cuerpos. Curiosmente, aunque todos parecen haber sufrido atroces torturas y mutilaciones, la mayoría permanece con vida o incluso conscientes. Pero ¿es prudente hablar con ellos?.

?No puede decirse, que ahora mismo estés en un lugar muy concurrido. Si la pequeña bastarda ha pasado por aquí, tienen que haberla visto. Mira, aquel te está mirando?.

Es cierto, un tipo a pesar de estar crucificado boca abajo, sobre un charco de lo que supongo, deben ser sus propias potas y fluidos, me mira con los ojos muy abiertos. Doy una mirada fugazmente, calle arriba y calle abajo, antes de acercarme y preguntar en voz baja pero espero que lo suficientemente audible:

- Estoy buscando a una niña pequeña. ¿La has visto?.

- ¡Desátame! ? el tipo parece al borde de la histeria -, ¡por el amor de nuestro señor!.

?Creo que su fe no debe andar en el mejor momento. Dile que le desatarás si te lo dice?.

Me llevo el dedo a los labios, exigiendo silencio antes de decir.

- Te liberaré cuando me respondas.

El pobre desgraciado se echa a llorar. Supongo, que últimamente, no gozo de demasiada credibilidad. Una mirada a sus ligaduras, me confirma, que necesitaría herramientas para tal tarea. Sus miembros parecen haber sido fijados con soldadura y alambre de espino. Liberarle, no sería una tarea rápida ni sencilla.

- Por lo menos mátame ? suplica entres sollozos.

?¡ Coño ¡. ¡ Por fin un tipo razonable!?.

- Está bien ? accedo -, te doy mi palabra de que te mataré, pero ¿has visto a la niña o no?.

El inconfundible sonido de botas, atrae mi atención hacia una calle lateral, por la que aparecen una cuadrilla de tipos vestidos como matarifes.

?¡Cuidado!. Sigue caminando. No llames la atención?.

El grupo, recorre las calles deteniéndose a observar los cuerpos crucificados junto a la calzada. Sigo caminando y paso junto a ellos, sin prestarles la menor atención. Pero uno de ellos, un tipo pequeñajo de grasiento cabello negro, me agarra de la manga en cuanto entro dentro de su alcance. Mi corazón da un vuelco.

?Ten cuidado. Si te descubren darán la alarma. Las cosas se pondrán mucho mas difíciles si andan buscándote?.

- ¿Esas manchas? ? me pregunta -. ¿Son de sangre?.

?No intentes mentirle, seguro que este enano cabrón, sabe mas de manchas de sangre, que aquel advenedizo que anunciaba detergentes por la tele?.

- Sí ? admito -. Me acerqué demasiado a ...

- ¿No estarás robando comida? ? me interrumpe.

?Recuerda lo que comen estos tipos?.

A mi mente acude la parrillada a la que fuimos invitados, en el pueblo de ?Cucaracho?, el primer pastor de este culto con el que topé.

- ¡Claro que no! ? protesto -. ¡Yo no haría eso!.

- Este está a punto ? comenta un tipo enorme a la derecha -, será mejor que nos lo llevemos antes de que empiece a pudrirse.

El enano cabrón, me suelta para dirigir su atención al cuerpo crucificado. De un bolsillo, saca una especie de punzón y pincha al crucificado cuerpo que abre los ojos.

?¡Ahora entiendo porque casi todos siguen vivos!. No los crucifican sólo como castigo. ¡ Esto es su puta nevera!?.

- No ? le dice el tipejo al crucificado -, para ti no habrá resurrección. Tu carne será consumida.

?Eso si es reciclar y lo demás tonterías?.

Aprovechando, que ahora es otro el foco de atención, empiezo a caminar distraídamente, conteniéndome para no echar a correr.

- ¡Espera! ? la inconfundible voz del enano cabrón me llega con demasiada potencia como para que pueda hacerme el sordo - . No te marches tan rápido.

?¡Joder!?.

Me doy perezosamente la vuelta.

- ¿Pero que pasa ahora? ? pregunto con cierto fastidio -. Ya te he dicho que no robé nada. ¿Quieres registrarme?.

El tipejo me muestra sus pequeños y blanquecinos dientes, en lo que podría pasar por una sonrisa.

- Nada de eso ? dice -, de echo, voy a invitarte a una delicatessen.

Ante mis ojos, el enanejo, saca un cuchillo de dimensiones ridículamente grandes en las manos de un tipo tan reducido y después de desollar con un par de hábiles movimientos, una generosa porción del glúteo, con un movimiento de sierra, corta un buen pedazo de carne de la ahora vociferante víctima.

- Carne fresa de primera ? me dice mientras me ofrece con su mano izquierda el sanguinolento pedazo de carne -. ¡ Cómetelo!.

?Creo que el decir que te gusta algo mas echa, no es una opción?.

Con decisión, agarro el ?filete?, me lo llevo a la boca y muerdo. Aunque está cortada bastante fina, me cuesta un considerable esfuerzo, cortar el bocado.

?Después de todo, no puedes decir que esta sea la primera vez?.

No está mal del todo. Aunque el echo de estar hambriento ayuda.

?Puede que tengas que irte acostumbrando... la comida empezará a escasear pronto y estás empezando a perder peso a marchas forzadas?.

- ¡Papi!.

?¡Por las barbas de Vin Laden!. ¡ No puede ser!?.

Con una mezcla de horror y incredulidad, me encuentro ante la pequeña bastarda, que seguramente no trama nada bueno.

?Siguele la corriente y salid de aquí?.

- ¡No! ? grita el tipo que dejé a mi espalda -. ¡Me lo prometiste!.

?¡Mierda!?.

El ?minichef?, dirige su atención hacia el llorón, mientras el resto de la cuadrilla, se dedica a cortar filetes del desgraciado que acabo de catar. Una patrulla de dos sectareso, armados con fusiles de asalto, cruza por el lugar hablando de sus cosas. Mi corazón parece a punto de saltarme por la boca, mientras la pequeña Sonia, me coge de la mano y empujando me dice:

- Vamos papi ? y con un tono de voz que no tiene absolutamente nada de infantil, añade -, quiero enseñarte algo.

Echo a andar, esperando oír un grito de alto de un momento a otro, pero los únicos gritos que oigo, son los de los desgraciados que son lentamente fileteados. La niña me mete en un solitario y mal iluminado callejón lateral.

?Este parece un buen lugar para que ocurra algo muy secreto y muy horrible?.

- Sé lo que estás pensando ? me dice ella -, pero antes de que decidas nada, debes saber, que él la tiene.

Una desagradable sensación se apodera de mi estómago y no creo que sea culpa de la carne cruda.

- ¿De que estás hablando? ? le pregunto.

- Tiene a Marta ? explica ella -, y le hará cosas. Pero no es a ella a quien quiere, sino a ti.

?Te dije que está pequeña zorra era un peón de ese malnacido. Bueno, un problema menos. Mátala y volvamos a la gasolinera?.

No puedo hacer eso.

?¿No?. ¿Porque no??.

Ella es importante. Gabriel dijo que era una pieza importante de...

?¡De alguno de sus sádicos juegos!. Lo que ocurre, es que te han encoñado?.

No se trata de eso.

?Claro que sí. Te recuerdo que no eres ningún puto héroe. ¿Ya no recuerdas a toda la gente que ha muerto por confiar en ti?. ¿Ya te has olvidado de ?Mostachos?, de Lucia ... de su hija Esperanza?.

Mi mente regresa a la terrible noche que casi parecia enterrada en mi memoria, por todos los sucesos posteriores.

- ¿Dónde está Marta? ? pregunto.

- Está con él ? la niña emite una desquiciante risilla y añade - ¿quieres que te lleve con ellos?.

?Lo que quiere decir es: ¿quieres que te meta en la boca del lobo??.

- Está bien.

?¿Te encerraron por loco o por tonto??.

- Sígueme ? dice la pequeña mientras echa a correr fuera del callejón.

Me interno en un pesadillesco laberinto de calles en pos de esa pequeña criatura infernal. Gritos de dolor, alabanzas al ?líder?, estruendo de disparos, todo ellos mezclado con variopintos hedores y con un pulsante dolor de cabeza, que cada vez aumenta mas y mas.

?Te está llevando hacia una trampa. No es posible que en tan poco tiempo, haya podido traerá a la tetona hasta aquí?.

Puede que el cabrón paranoico esté en lo cierto. Antes solía estarlo, pero ¿puedo seguir confiando en él?. Si se trata de Marta rotundamente no.

Mi nariz empieza a sangrar, me siento realmente cansado, asqueado y harto de todo. El sol está empezando a descender por el oeste, cuando llegamos finalmente, hasta lo que parece una simple casita en un rincón apartado.

- Están aquí dentro ? dice inocentemente la pequeña Sonia -. ¿Entramos?.

?No entres, eso está lleno de estos tipos raros que te dan dolor de cabeza. ¿Quieres acabar echo filetes??.

Coloco la mano en la empuñadura de la puerta. Sea lo que sea lo que me espera al otro lado, seguro que no va a gustarme.

- ¡Al carajo! ? exclamo y lo hago girar. Mi corazón casi se detiene, cuando oigo una conocida voz a mi espalda:

- ¡Por fin os encuentro!. ¿Se puede saber que estais haciendo?.

Suelto el pomo y me doy la vuelta. Ante mi incrédula mirada, me encuentro con Marta. La hematólogo, se encuentra sudorosa y su rostro enrojecido, como si llevase un buen rato corriendo de un lado para otro.

?¡Te lo dije gilipollas!?.

Los ojos de la recién llegada, se abren por la sorpresa, mientras algo afilado, se clava en mi pierna. La pequeña bastarda, deja el cuchillo que debía llevar oculto en alguna parte y se pone a gritar como si hubiese visto al mismísimo Michael Jackson en un callejón oscuro. Tengo la sensación, de que los ojos de toda la ciudad, están de repente puestos sobre nosotros.

[Korvec]

Capítulo IL

?No voy a juzgar el tipo de vida que llevas,
pero no voy a permitir que me arrastres a ella?

-- Vic Mackey ?


En mi lejana niñez, me sorprendió el que un pájaro tan pequeño como el diamante mandarín, fuese capaz de armar semejante escandalera con su forma de piar. Quizás por ese motivo, ahora no me sorprende tanto, el que la pequeña Sonia, sea capaz de gritar a tanto volumen.


Sea lo que sea o quien sea, el que se encuentra al otro lado de la puerta, debe acercarse rápido. Mi dolor de cabeza empeora tanto, que soy incapaz de pensar con claridad. Supongo que ya todo da igual, con los gritos de esta pequeña bastarda, no tardarán en echársenos encima toda la ciudad.

?... importa... bastarda?.

El horroroso zumbido de mi cabeza, impide que pueda entender lo que trata de decirme el cabrón paranoico. La puerta se abre.

- ¡Huye! ? le grito a Marta.

Pero la hematóloga, se queda helada, incapaz de asimilar lo que está sucediendo. Agarro el mango del cuchillo clavado hasta el hueso en mi muslamen y lo extraigo. El dolor aumenta de la herida gana intensidad, mientras una mancha oscura, empieza a extenderse alrededor de la herida.

Por la puerta aparece un tipo pálido y delgado de rasgos afilados. Sus ojos de un azul claro, casi gris, parecen mirarme con reconocimiento, aunque no recuerdo haberle visto.

- ¿Así que este es? ? pregunta con un tono monótono -. No parece gran cosa.

Tras él, aparecen tres hombres mas. Uno es un joven, casi un niño albino de largo cabello blanco. Tras él, veo a dos tipos con la cabeza vendada con papel albal. Supongo, que el culto a descubierto la forma de ?crear? pastores quirúrgicamente.

- Os lo dije ? dice la pequeña bastarda -, no es de los vuestros.

El sujeto de rasgos afilados, avanza dos pasos hacia mi y estoy seguro, de que mi cabeza va a explotar como la del tipo bigotudo de la película ?Scanners?. El cuchillo se escapa de mis manos y yo me derrumbo en el suelo, utilizo las manos para intentar inútilmente, taponar mis oídos.

- Tampoco tú eres de los nuestros ? responde el extraño sujeto -, pero me has traído a alguien que hace tiempo que buscaba.

?... rabia... irracional?.

El tipo se inclina sobre mi y me parece ver a cámara lenta, como su mano, se acerca hacia mi cara, mientras el mundo parece empezar a difuminarse ante mis ojos.



La escena es conocida, se trata de la parte final de la película ?The Omega Man?. Veo al personaje interpretado por Heston, desangrarse en la fuente del final de la película, mientras el vampiro con el que me enfrenté hace una eternidad, da un par de lametazos al agua y escupe.

- ¡Puag! ? dice -, está aguada.

Supongo que estoy muerto y esto debe ser el infierno.

?No estás muerto, estás inconsciente. Aunque a este paso, no tardarás en estarlo?.

¿Cómo rayos lo sabes?.

?Yo no puedo morir, la muerte nos separaría?.

El vampiro me mira como si acabara de percatarse de mi presencia. Si me ha reconocido, no da la mas mínima muestra de ello.

- ¿Has visto? ? me pregunta -. Se supone que su sangre va a salvar y redimir el mundo. ¿Pero de que le sirve salvar al mundo, si él ya no va a estar en él?.




Abro los ojos. Sigo vivo, aunque el presente pinta bastante peor que la pesadilla. Ya ha anochecido por completo, así que supongo que llevo un buen rato inconsciente. Me encuentro amarrado a una estaca, bajo la que se han molestado en apilar madera.

?Por lo menos no te han crucificado boca abajo?.

Ante mi, veo toda una cuchipanda de curiosos. Reconozco a alguno de ellos.

?Curioso?.

Es cierto. A pesar de que rodean gran cantidad de pastores, entre ellos, el tipo de rasgos afilados al que bautizo como ?hombre gris?, apenas noto un ligerísimo zumbido en la cabeza.

- Es por el papel de plata ? me dice ?hombre gris? -, tiene muchas otras utilidades aparte de envolver bocadillos.

Mientras me pregunto si entre los poderes de este tipejo, también estará el leer la mente, me percato de me han colocado algo sobre la cabeza.

?Apuesto a que no es una corona de espinas?.

De haberlo sabido antes, no me hubieran capturado tan fácilmente. Una mirada a mi alrededor, me confirma, que la mía es la única pira. ¿Habrá conseguido escapar Marta?. Con un poco de suerte, puede haberlo conseguido.

?Aunque haya conseguido huir. ¿Crees que van a poder rescatarte?. ¡Mira a tu alrededor!?.

Eso es cierto. El acto parece haber congregado a una ingente cantidad de curiosos. Aunque a decir verdad, el tema de un intento de rescate, ni se me había pasado por la cabeza. Tampoco es que importe demasiado. Si no muero hoy aquí, me hubiesen matado mañana en cualquier otro sitio... aunque me hubiese gustado poder dejar la cabeza de ?Chanquete? en Disneylandia.

?¿Qué hubieras echo de conseguir llegar??.

¿A que te refieres?.

Respecto a lo que te dijo Gabriel. Si hubiera una forma de pararles los pies a esta gente. ¿Lo harías?.

- Supongo ? dice ?hombre gris? -, que te preguntarás que ha sido de tu ... ? el tipo hace una pausa teatral ? amiguita.

El corazón me da un vuelco y mi estómago empieza a arder. Aunque no digo nada, estoy seguro de que la han capturado.

- La niña ? continua el tipejo -, merece un premio por tu captura y le será dado el acceso al conocimiento. Un don, que hasta ahora reservábamos sólo para nuestros mas devotos hermanos.

?Bueno, por si te sirve de consuelo, sospecho que eso significa, que su cabecita va a conocer algo de cirugía en breve?.

Por mi, puede reventar en cualquier esquina, pero eso no me consuela en absoluto. En cualquier caso, no quiero morir con la duda. Si no ha podido escapar, espero que por lo menos, Marta haya tenido una muerte rápida. Aunque supongo que es un error mostrar interés por ella, no quiero quedarme con la duda y pregunto:

- ¿Habéis matado a Marta?.

?Hombre Gris? vacila durante quizás un par de segundos, antes de caer en la cuenta de a quien me refiero.

- ¿Tú amiguita? ? pregunta retóricamente -. No. Su muerte sería un desperdicio. Pero tampoco ella conocerá la resurrección. Su carne será consumida.

Recuerdo demasiado bien, lo que eso significa y mi estómago se revuelve un poco mas. Este, es el momento en el que el héroe de la película, diría aquello de : ?déjala a ella al margen, esto es entre tú y yo?. Pero a diferencia de ?él héroe de la película?, yo sé que no eso sería una pérdida de tiempo así que me limito a decir:

- Sabes, hace apenas unos días, no sabía ni que existieseis - Tengo la sensación, de que los congregados a mi alrededor, bajan la voz interesados por mis últimas palabras. Aunque siendo realistas, puede que sólo me lo esté imaginando -. No tenía la menor intención de oponerme a vuestros planes y de echo, tampoco sabría siquiera por donde empezar.

El niño albino, sonríe como si acabase de recibir su primera mamada.

- Pensaba que erais unos simples chalados degenerados ? prosigo -. Sé mucho de ambos, llevo tiempo viviendo entre ellos... ? hago una ligera pausa para tomar aire -. ¡ Que coño ! ? exclamo -, yo soy uno de ellos, pero vosotros sois peores.

Supongo que mi discurso debe empezar a aburrirles o es mas monótono de lo que esperaban, ya que ?hombre gris? hace una señal y dos tipos se acercan con antorchas.

- Tú carne no será consumida ? me dice el tipejo -, estas contaminado y representas un riesgo demasiado grande.

?Ahora sabes como debió de sentirse Juana de Arco?.

Este es el momento de maldecir o como mínimo de intentar acertar a ese bastardo con un escupitajo, pero a pesar de que hiervo de rabia, me siento demasiado agotado y decepcionado para eso.

?¿Vas a rendirte como un moñas??.

Me jode palmarla tan cerca del final, pero no hay gran cosa que pueda hacer. Aunque lograse soltarme, hay demasiados espectadores. Este es el final y lo sé.

?Gana tiempo. Hazle hablar?.

Una tremenda explosión, hace explotar los cristales de los edificios próximos, mientras los tipos de las antorchas se tambalean. Una columna de fuego, se levanta a apenas doscientos metros por delante de mi.

- ¡Nos atacan! ? grita alguien.

- ¡ El almacén de combustible! ? exclama ?hombre gris?.

?Eso es lo que pasa, cuando envías a una pareja de chalados a robar combustible?.

La gran mayoría de los espectadores, empieza a correr como gallinas sin cabeza, pero los pastores, no se mueven del lugar. El pequeño niño albino, recoge una de las antorchas abandonadas y sin mudar su expresión que hace que le asigne el mote de ?pajillero?, la aplica a la leña que se encuentra generosamente apilada bajo mis pies. ?Hombre gris? sonríe orgullosamente ante esa visión.

Entonces y ante mis atónitos ojos, un rayo azulado cae del cielo y casi sin previo aviso, se inicia una descomunal tormenta.

?Parece, que el cielo esté de tu parte después de todo?.

Al ver que su parrillada acaba de irse a la porra, el rostro de ?hombre gris? se tensa en un rictus.

- Supongo que tendrás que pasar al jodido plan B ? le digo.

Abre la boca para responder algo, cuando totalmente cubierta de sangre, como un pequeño fantasma vengador, veo aparecer a la pequeña Sonia.

- ¡Me mentiste! ? grita la niña.

Los pastores se vuelven sorprendidos en su dirección.

?¡Ahora o nunca !?.

Tenso mis músculos y las cuerdas muerden mi carne. Es inútil. Puede que estos tipos no tengan ni idea de hacer barbacoas, pero si saben como atar a alguien para que no pueda escaparse.

- ¡Me mentiste! ? repite Sonia al borde de la historia mientras con una pistola, encañona a ?hombre gris? -. Queríais rajarme la cabeza.

El sonido de un montón de armas al amartillarse, llena la plaza. Esto empieza a parecer una película de John Woo.

- Baja esa pistola pequeña ? dice el sectario con voz zalamera -. Eres una niña buena.

?Creo que este tipo va a palmar?.

Noto una furtiva presencia a mi espalda. Alguien de algún modo, ha conseguido subir por detrás de la pira sin ser visto.

- Soy yo ? dice la voz de Nicolai -, el vehículo está a dos calles de distancia.

Sólo un vampiro podría haberse movido tan furtivamente, pero ahora mismo, dos calles, me parecen una distancia imposible.

- Tiene a Marta ? susurro.

- La tenían ?responde Nicolai - ¿quién crees que nos contó lo sucedido?. En cualquier caso, es una larga historia.

?Eso explica muchas cosas?.

Nicolai termina de cortar mis ligaduras, justo en el momento en el que la niña dispara contra ?hombre gris?. La bala le alcanza en la cara, pero por desgracia, no le mata. Mientras Sonia es acribillada a balazos, corro lo más rápidamente posible tras la oscura silueta del vampiro.

No he corrido ni veinte metros, cuando los gritos de mi espalda, me indican a las claras, que mi huida no ha pasado desapercibida. Topamos con una patrulla de dos hombres, que nos mira con sorpresa. Pero nada pueden hacer contra Nicolai, que se deshace de ellos, de modo casi rutinario.

?Se ha acostumbrado a matar?.

Seguimos corriendo y llegamos hasta el vamtac, donde vemos a ?Anestesia? con cejas, cabello y ropas chamuscadas, empuñando el fúsil de asalto que dejé en el vehículo.

- ¿Lo he hecho bien? ? pregunta.

- Perfecto ? responde Nicolai.

Veo a Esparqui dentro del vehículo, pero no veo ni rastro de Marta.

- ¿Dónde está Marta? ? pregunto alarmado.

Nicolai mira hacia ?Anestesia? el cual mira hacia el perro, el cual le dedica una mirada canina.

- ¡ Se están acercando ! ? grita Nicolai.

?Sería buena idea ir metiéndose en el vehículo?.

Probablemente, debe ser una idea cojonuda, pero no voy a marcharme sin ella. Agarro a ?Anestesia? de la pechera y le pregunto.

- ¡¿Donde coño está Marta?!.

Por primera vez en mucho tiempo, veo miedo en su cara.

- Cojio una pistola y dijo que ahora volvía? supongo que fue a buscar a la niña.

?¡Mierda!. No puedes hacer nada?.

Prácticamente, arranco el arma de las manos de ?Anestesia? y doy media vuelta. Nicolai moviéndose con una velocidad que por lo menos a mi, me parece sobrehumana se planta en medio de mi camino.

- Todos te estarán buscando.

- No voy a marcharme sin ella ? señalando a la cabeza que cuelga de su techo añado - ¿te marcharías tú dejando atrás a Chanquete?.

- Está muerta ? dice Nicolai.

?Encaja. ¿De quien crees que debía ser la pistola de la pequeña malnacida?. Debió asesinarla después de que la liberase?.

- No ? digo, pero en el fondo sé, que es la única explicación. Marta no le hubiese permitido ir a ajustar cuentas con ?hombre gris? y si no está en el vehículo? pero de todos modos, necesito ver su cuerpo para asegurarme.

- ¡Por la derecha! ? grita ?Anestesia?.

Un grupo de tipos armados con lo que parecen ballestas, dispara contra nosotros. Algo pasa silbando junto a mi mejilla mientras me lanzo al suelo en un acto reflejo.

Un par de proyectiles rebotan contra el Vamtac y por el sonido, supongo que otro acaba de alcanzar a Nicolai, aunque en medio de esta oscuridad, es difícil apuntar, abro fuego contra ellos desde el suelo.

Dos siluetas caen al suelo, pero la tercera termina de recargar su desfasada arma, veo como Nicolai se acerca hacia él, mientras se arranca un virote del hombro. Hay algo raro en sus movimientos. Parece mas lento. El sectareo termina de cargar y dispara a corta distancia contra el vampiro que se derrumba en el suelo.

?¿No se supone que no debería afectarle??.

Reapunto por encima del cuerpo de Nicolai y abro fuego otra media docena de veces, hasta que por fin alcanzo a mi objetivo.

Nicolai se pone en pie y avanza tambaleándose hacia el vamtac. ?Anestesia? y yo nos acercamos a la carrera. Algo no va bien. Su hombro sigue sangrando? la herida no se ha regenerado.

- Creí que por la noche eras casi invulnerable ? le digo.

- A las balas sí ? dice él -, pero esto es madera.

?¿No recuerdas cual es la forma tradicional de acabar con un vampiro?".

Corto el mástil de la flecha que está clavada cerca de su corazón, cerca de la cabeza de Chanquete.

- No me queda mucho tiempo ? dice Nicolai -, pero Disneylandia no está lejos. Quizás un par de horas? creo que aguantaré.

Miro a mi espalda. Grupos de tipos armados se aproximan desde varias direcciones. No hay mucho que pueda hacer aquí. Mi corazón se encoge de modo desagradable cuando después de unos segundos de duda, subo al vehículo. Una vez mas, tengo que salir huyendo? pero esta, es la última vez.

[Korvec]

Capítulo L

?Violadores infieles, deben morir ahogados en lagos de sangre. Ahora sabrán por qué temen a la oscuridad, ahora sabrán por qué temen la noche?

-- Thulsa Doom --



La inconfundible silueta del castillo de la bella durmiente, se recorta en el horizonte, de un día que empieza a iluminarse, mientras se apaga la vida de Nicolai.

- Ese es un buen sitio ? dice el conductor -, seguro que desde allí arriba hay unas vistas cojonudas.

Llegar hasta aquí, no ha sido precisamente un paseo por el campo, pero una vez en la autopista A-4, la cosa fue y nunca mejor dicho, sobre ruedas.

?Para ser un parque de atracciones, no lo veo muy atractivo?.

La tenue iluminación del amanecer, nos muestra una horrorosa parodia de lo que este lugar, debió ser no hace demasiado tiempo. Decenas de cadáveres mutilados, que aun llevan sobre la cabeza gorros con las orejas del ratón Micky, deambulan de acá para allá o simplemente permanecen tirados en distintas posturas por el suelo. El paso de nuestro vehículo, despierta su atención, aunque nuestro paso es tan rápido que muchos ni siquiera parecen prestarnos atención.

Nicolai, que pálido como la cera conduce con la mirada fija en el castillo, atropella a un par de ?mickyzombis? durante nuestro trayecto. Veo la silueta de unas orejeras de ratón, salir volando hacia un lado por la fuerza del choque, pero le presto tanta atención como al sangrante Goofy al que apenas rozamos con el morro del vamtac. Aunque por fin hemos llegado hasta aquí, sólo pienso en volver atrás a buscar a Marta. Aunque sé que debe estar muerta, necesito ver su cadáver para estar seguro.

?¿Prefieres la certeza de su muerte a mantener la pequeña esperanza que te permite la duda??.

El temor de que pueda estar crucificada boca abajo, en espera de que vayan a cortarle filetes, es una posibilidad que no estoy dispuesto a aceptar.

?Eso era algo que podían permitirse teniéndote a ti muerto. Mientras tú vivas, no se atreverán a matarla. La guardaran para negociar?.

- Fin del viaje ? anuncia el conductor.

Al parecer, algún grupo de supervivientes, intentó atrincherarse en el castillo levantando una barricada. El vehículo se la lleva por delante, haciendo una entrada al mas puro estilo ?El Equipo A?.

El vamtac atraviesa la barricada como si esta fuese de papel y se detiene a escasos metros, de lo que parece algún tipo de ascensor.

?Nico? abre la puerta y sale del vehículo. Un líquido espeso , rojizo y gelatinoso, remotamente parecido a la sangre, empapa el asiento del conductor.

Salgo del vehículo. Veo sangre por las paredes. Supongo que o bien la barricada no debió funcionar o existe alguna otra entrada. Soy consciente de que lo que parecen vultos abandonados en el suelo, empiezan a moverse. Alguno de ellos, tiene en un extremo la forma característica de las orejeras del puerco raton. El lugar está lleno de muertos vivientes, pero aun están empezando a reaccionar. Como si despertasen de un largo sueño.

?Por algo este es el castillo de la Bella Durmiente?.

Puede que eso me hubiese echo gracia ayer.

?Entrar ha sido fácil, pero el salir de aquí, va a ser otra historia?.


Me preocuparé de eso cuando llegue el momento. Sigo a Nicolai, que a pesar de moverse con cierta torpeza, envía volando por los aires a un fiambre que se mas por casualidad que por otra cosa, se cruza distraídamente en su camino. Aunque tomo el fusil de asalto, evito abrir fuego para no delatar nuestra presencia mas de lo necesario, aunque por lo que tengo entendido, estos seres mantienen algún tipo de comunicación entre si. No muy convencidos, nos siguen ?Anestesia? y Esparqui, hacia la entrada del gran ascensor. En su interior, veo un maletín y una nota.

?Apuesto a que sé quien lo dejó ahí?.

Supongo que es un ?regalito? de Gabriel. Eso, suponiendo que la famosa pesadilla no fuese sólo un sueño y que este no sea el maletín perdido de cualquier ejecutivo... o incluso una bomba. Después de todo, se supone que tenía que haber llegado hasta aquí, sin perder ninguna de las piezas que formaban su puzzle y Marta, era una de las importantes... la mas importante de echo.

Nicolai se dispone a poner en marcha el elevador, mientras yo no me decido a abrir el maletín.

?No veo que la iluminación esté funcionando. Este ascensor...?.


Reconozco que también yo me sorprendo, cuando oigo el sonido del motor y empezamos a ascender, mientras un par de luces fluorescentes, se encienden en la parte superior iluminando la cabina.

- El sistema de emergencia aun funciona ? dice Nicolai, mientras empieza a extraer los cables y el dispositivo de la cabeza de Chanquete -. ¡ Así está mejor!.

Supongo que ya importa una mierda. Todos los fiambres de los alrededores, deben estar ya al tanto, de donde se encuentra instalado el buffet.

?Sigo diciendo, que ese dispositivo... se parece demasiado al que los cultistas implantan en las cabezas para crear pastores?.

Eso no me importa demasiado ahora mismo. Abro el maletín. Por lo menos no explota. Encuentro un magnetófono y un gran sobre marrón.

Abro el sobre, dentro encuentro un mapa, códigos y documentos en francés e inglés. Pero básicamente, se trata de la ubicación y supongo que los códigos para acceder a un refugio nuclear.

Llegamos arriba. El sol es una mancha rojiza en el horizonte. Nicolai se coloca sus gafas de sol y se acomoda con Chanquete en su regazo.

- Este es un buen sitio ? dice el vampiro -, la vista es cojonuda.

- Bien, pues deja a Chanquete y ocupémonos de tus heridas.

Nicolai me mira sin comprender.

- Supongo, que tus heridas no se cierran ? explico -, por los restos de madera que han quedado en el interior. Se rellenamos las heridas de gasolina y lo incendiamos, eso terminaría con esos fragmentos y cauterizaria...

Nicolai mueve la cabeza en un claro gesto de negación.

- Puede que eso funcionase ? admite -, pero nosotros nos quedamos aquí.

?Anestesia?, que ha permanecido en silencio hasta el momento, le pregunta:

- ¿Vas a rendirte?. ¡ Un héroe nunca se rinde!.

El vampiro sonríe en lo que mas parece una mueca.

- Dije que os acompañaría hasta aquí ? hace una pausa y añade -. El mundo se muere. La cosa está fea ahora... pero se pondrá peor. Prefiero quedarme aquí con Chanqui, la vista es cojonuda.

Levanto el sobre marrón, mientras digo:

- Tengo la situación y códigos de un refugio.

Nicolai intenta reir pero mas bien tose algo parecido a sangre antes de responder.

- ¿Y cuanto tiempo tendría que permanecer allí?. Al final la sed de sangre me enloquecería y tendríais que matarme... o yo terminaría por mataros.

?Este es el final del camino para él?.

El sol aparece finalmente por el este, iluminando un parque de atraciones que me parece cualquier cosa menos alegre.

- Una vista cojonuda.

Es lo último que Nicolai llega a decir, antes de que esa reacción química a la que llamamos vida, se apague. Su pálido cuerpo, queda tendido cual pálida estatua en compañía de uno de sus mejores amigos. ?Anestesia? se da la vuelta, supongo que para que no le vea llorar. Ya está, me lo han quitado todo. La mujer a la que no me di cuenta que amaba, hasta poco antes de perderla. A mi mejor amigo al que intenté cambiar y al que terminé apreciando a pesar de su maldición.


- Toma ? digo a ?Anestesia? el único amigo que me queda en este mundo.

El joven se vuelve y mira con sorpresa el gran sobre marrón.

- El mundo necesitará super heroes cuando esto termine.

?Anestesia? lo toma con una mano, mientras se seca los ojos con la manga del otro brazo.

- ¿No vas a venir? ? pregunta.

- No ? respondo -, aun me queda un asunto que solucionar.

- Podemos serte de ayuda ? afirma sacando pecho y agarrando a Esparqui por el cogote -, todo superhéroe, necesita a su ayudante.

?Lo bueno del caso, es que está diciendo que te acepta como su ayudante?.

La pose es tan divertida, que casi estoy a punto de sonreír.

- Esto es algo que debo hacer solo.

Si le acepto a mi lado, lo único que conseguiré es que le maten, aunque ahora mismo, lo mas probable, es que piense que le estoy abandonando.

- Lo entiendo ? dice algo mustio -. Si cambias de idea...

- Os alcanzaré cuando todo terminé ? respondo, aunque los dos sabemos, que no volveremos a vernos.

?Anestesia? y yo nos damos la mano, no me gustan las despedidas y no me gustan los discursos, así que no hago ninguno. En su lugar, le entrego el fúsil de asalto y le digo:

- Llévate el vamtac, a mi no me gusta conducir.

Mientras el desciende en el ascensor, yo recojo el magnetófono y lo enciendo. Una voz conocida surge de él.

- En el sobre encontrarás todo lo necesario para llegar hasta un lugar seguro si quieres retirarte de la partida. Te lo has ganado. Si ese es el caso, apaga esto inmediatamente y deshazte de este puerco trasto.

Mientras veo como el vamtac se aleja, hago que el ascensor vuelva a subir. El magnetófono vuelve a hablar.

- Si aun estás oyendo esto, significará que probablemente hayas perdido a tu chica y a tus amigos, que tu pellejo te importe una mierda, pero que estés totalmente decidido a hacérselo pagar.

No hace falta que especifique a quien. En medio de este gigantesco cadáver que es ahora el mundo, lo único que me queda es el deseo de venganza. No me importa morir si consigo joder a esos hijos de puta.

No tengo la menor esperanza ni ilusión por salvar lo poco que pueda quedar de este mundo.

- Ante todo, debes saber que no se puede matar a su líder.... pero hay cosas peores que la muerte.

No importa lo lejos que tenga que ir, las cosas que tenga que hacer o lo bajo que tenga que caer. Ese bastardo va a descubrir cuales son esas cosas.

- Necesitarás, el chisme que se encontraba en la cabeza que tu amigo llevaba colgada al cuello. Correctamente sintonizada, te permitirá ser prácticamente invisible a los muertos vivientes.

El ascensor llega hasta arriba y yo recojo el aparato.

- Nos espera un largo camino por delante... y te advierto, que tendrás que estar como una cabrá si aceptas recorrerlo.

?Supongo que eso, es algo que ya ha quedado claro?.

Subo al ascensor y le doy al botón de bajada. Los caminos suelen hacerse largos cuando se recorren andando. Pero no tengo ninguna prisa.





********** FIN DE LA SEGUNDA PARTE *******************



Con este capítulo, terminan los 100 capítulos de las dos primeras partes de ?El Camino de la Cabra? que dentro de lo que cabe (y mas que nada por el número de lecturas) supongo que ha tenido cierto éxito. No voy a empezar la tercera parte en breve, ya que quiero dedicar un mes o dos, a corregir las dos primeras partes y dejarlas de un modo presentable, pero supongo que empezaré la tercera parte, antes de diciembre.

Gracias a todos los que han decidido invertir su tiempo en leer esta historia.

[Gregtork]

[Korvec]