El esperado estreno de Luces Rojas nos ha brindado la oportunidad de charlar con su director. Rodrigo Cortés se está labrando un perfil casi único en nuestra cinematografía a la hora de elegir casting, historias y marcos internacionales, a pesar de contar con producción nacional. Su último film habla sobre el escepticismo y el fraude aunque también invita a imaginar.

Cuando se le pregunta, el autor responde sobre su interés por este tema:

Los fraudes paranormales son apasionantes porque encierran en si dos conceptos encontrados, por un lado lo desconocido, lo ignoto e inexplicado y por otro lado el fraude, que es el ser humano en acción haciendo lo que mejor se le da. Y a esto se le une un tercer concepto que es el ilusionismo, la magia de escena como espectáculo. Esto permitía establecer todo un telón de fondo sobre las percepciones y además establecer un juego activo con el espectador, obligado a desconfiar de sus sentidos.

Su escepticismo también tiene fisuras, como queda claro al responder sobre si dudó de alguno de los casos que estudió preparando la cinta.

En general dudo de todo hasta de mi mismo. Me considero fundamentalmente exceptico, porque todo lo dudo y que todo el acceso posible a la verdad pasa por ver todo con ojos nuevos y no tener demasiada prisa en opinar. El noventa y nueve por ciento de los casos que me he encontrado, o bien tenían un origen natural o respondían a una percepción concreta de la realidad o directamente son fraudes, pero hay un uno por ciento que siguen sin poder explicarse. No creo que haya nada fuera de los márgenes de las leyes naturales, y que incluso lo inexplicable entra dentro de esas leyes. La creación de nuevas herramientas va encontrando explicación a esos fenómenos.

Ser director y guionista es habitual en nuestro país. Sobre este tema, el director comentó lo siguiente:

«Cuando pagas a De Niro ya no te queda dinero para contratar un guionista (risas). Yo busco siempre el mejor material dramático posible. La experiencia te demuestra que el buen material es realmente muy escaso y que de los cinco o seis guiones buenos que hay por el mundo es muy difícil que te lleguen a ti sin pasar primero por las manos de Michael Mann, Riddley Scott o Steven Spielberg, así que escribir tu propio material te hace ser siempre el primero de la lista».

A parte, Cortés es también el responsable del montaje y la producción de la película. Sobre este tema el director comenta:

«Suelo partir de una concepción totalizada del producto final, sujeta claro está a ciertas alteraciones. Cuando escribo estoy montando y cuando dirijo estoy proveyéndome de la materia prima necesaria para montar el puzle a posteriori por lo que al final termino pensando que son distintas fases de un único proceso. Por otro lado, cuando dirijo no respeto nada al guionista, busco sencillamente filmar momentos de verdad, y para que las emociones sean honestas y verdaderas hay que estar atento a lo que ocurre en el plano. Igualmente, cuando monto me olvido del director y el guionista y hay veces que incluso lo verbalizo -Que se joda el director o que se joda el guionista, que hubieran venido.- Si hay que cortar una frase que no funciona se corta, si considero que una mirada equivale a un parlamento, ese parlamento va fuera. En esa fase suelo escuchar a mi cuerpo. Si mi cuerpo se destensa o corto esa escena o trabajo hasta volver a tensarme y no importa si ese plano ha costado dinero o si es mi plano favorito de la película. Ser productor además te permite proteger la película y poder mantener tu idea hasta el final».

Robert De Niro y Sigourney Weaver son dos estrellas que forman ya parte de la historia del cine. Trabajar con ellas no fue tan difícil para el director, que al respecto comenta:

«No les pierdes el respeto pero la posición del fan no es la más adecuada. Trabajar con gente de este calibre te lo hace todo más fácil porque saben todo lo que hay que saber de su profesión y te permiten hacer microajustes de matiz en cualquier situación. Su reacción al guión fue muy poderosa, así que hicieron la peli porque querían hacerla. El ochenta por ciento de lo necesario para convencerlos estaba ya en el guión, en sus personajes y en sus diálogos. Durante el rodaje se levantaban por la mañana remangándose y preguntando que hay que hacer y tu tienes que hacer lo mismo, porque en el rodaje los nombres no importan».

Para el director no hay personaje pequeño y así lo demuestra con los secundarios del film.

«Solo escribí pensando en dos actores Sigourney Weaver y Leonardo Sbaraglia porque quería que se uniera a nuestra aventura. Para los demás siempre trabajas sin ataduras y luego haces una labor de casting, viendo imágenes, pensando en todas las posibilidades y Toby Jones es un actor extraordinario, pero en general estoy muy contento de todo el reparto. Se ha puesto el mismo cuidado para elegir a los protagonistas que a quien solo dice una frase. Cuando hicimos las pruebas a Elisabeth Olsen no la conocíamos, su éxito ha sido ahora a raíz de Sundance. Yo no sabía quién era ella ni conocía su árbol genealógico, simplemente fue quien mejor lo hizo».

Sin embargo, en el rodaje hubo un actor novato que por fin vio su sueño cumplido. El también realizador Eugenio Mira interpreta en la película a un joven pero muy convincente Robert De Niro.

«Creo que antes ya le imitaba, pero Eugenio hizo el mismo casting que todo el mundo. El se ofreció y yo no le hice ni caso, pero siguió insistiendo así que pasó el mismo proceso de selección que aquellos que convocamos tanto en Nueva York como en Los Angeles y el lo ganó».