El Camino de la Cabra (serie regular/apuesta)

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Esta es la nueva ilustración del señor Sombra. Le he pedido (si no cuesta mucho trabajo) la eliminación del tricornio ya que es una prenda que no suele utilizarse mas que en desfiles y porque no suele ser común ver un colgado con sombrero. Pero lo cierto es que tampoco me termina de desagradar y supongo que todos los ilustradores se permiten sus licencias artísticas. Por ello pregunto a los que aun sigan leyéndo esto, si piensan que queda mejor con o sin el tricornio, de cara a dejarlo así o mirar de eliminarlo para la versión corregida.

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Esta es la misma ilustración, sin el tricornio que a mi personalmente, me gusta mucho mas.

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Si, a mi también me gusta mas así. En fin, hasta que llegue la versión corregida a ese punto aun queda tiempo para decidir.

En cuanto al episodio, mañana mismo tendrás la respuesta a esa pregunta

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Bueno, cuelgo el segundo y prometido capítulo de este fin de semana. Sospecho que estará bastante lleno de errores y faltas ortograficas, pero hoy no andaba muy sobrado de tiempo y lo cuelgo tal cual.

Mas tarde, si consigo solucionar algunos problemas, colgaré alguna mas de las ilustraciones de Sombra.

Capítulo XXXIX

La justicia, es algo que no suele darse en la naturaleza, ya que se trata de un concepto artificialmente creado por la mano del hombre. Siendo el hombre una criatura falible e imperfecta, es de lógica el pensar, que la justicia sea también falible e imperfecta.

Nicolai, el reputo ?Calvorota?, ese jodido pajillero de ?Follacamas?, el flipado de ?Anestesia? y por supuesto yo mismo, nos encontramos en medio de un curioso juicio. En el que ejerzo a la vez como acusador y como acusado. Siendo el jurado, juez y verdugo una excitada turba sedienta de sangre. Nuestro abogado y única posibilidad de salvación, se encuentra Nicolai, que deberá pasar una prueba en un lugar al que llaman ?El Establo?, para demostrar que no somos espías. A pesar del inocente nombre, dudo mucho, que la prueba tenga nada que ver con el cuidado de los animales de granja. Mas que nada, porque me consta que todos ellos les fueron requisados.

Nadie nos toca. La muchedumbre, deja casi medio metro de separación entre ellos y mi grupo de ?acusados?, formando una especie de burbuja. De echo, incluso conservo mi arma en la mano. No es que vaya a servirme de mucho. Aun en el caso de que fuese una ametralladora o de que el resto de personas fuesen desarmadas, no podría abrirme paso, fuera de esta pesadilla. En cualquier caso, la presión del grupo, nos hace avanzar en la dirección que ellos desean. Me siento como una oveja, que estuviese siendo conducida a algún lugar, por una horda de lobos.

?Será mejor que enfundes el arma. No te sirve de gran cosa. Si lo guardas, darás una impresión de seguridad, de que las cosas están marchando como esperabas?.

Lo hago. Pero no puedo decir que me sienta mas seguro. Mas y mas personas, van uniéndose a la comitiva. Consista en lo que consista, por lo que veo, nadie quiere perderse la famosa prueba. Empiezo a notar, un cierto tufo a putrefacción. Mi mano se dirige instintivamente de nuevo hacia la pistolera. Tengo la sensación, de que sea lo que sea lo que planea esta manada de psicópatas, no va a gustarme un pelo.

No tardamos mucho en llegar. Se trata de una enorme nave industrial, que aun conserva la mayor parte del logotipo, de una marca de leche de esas que solían estar de oferta en los supermercados. La caricatura de lo que me parece una vaca adicta al crack, me mira desde lo alto del alargado edificio. No me cabe la menor duda, de que en un pasado quizás no demasiado lejano, el alargado edificio había albergado a una gran comunidad bovina. Pero el asfixiante hedor a carne putrefacta y sobretodo los inquietantes gritos, gemidos y demás sonidos que no soy capaz de identificar, me indican a las claras, que actualmente está ocupado por una ingente cantidad de muertos vivientes.

?Los almacenan aquí por alguna razón?.

Se me ocurren varias y ninguna es demasiado alentadora. ?Pancho? que al parecer va a ejercer como maestro de ceremonias, se sube (no sin cierto riesgo para su integridad) encima de una furgoneta volkswagen, abandonada, que parece haber sido pintada, por un hippie enfermo de Alzheimer. Cuando consigue situarse en lo alto de la furgoneta, ?Pancho? saluda teatralmente mientras el numeroso público, aplaude como si esto fuese un concurso de sobremesa. ¿Tan pronto se han olvidado de la muerte de su querido Don Francisco?.

?Debe ser el síndrome de abstinencia. La sociedad es adicta a la televisión, pasa horas y horas frente a ella. Puede que ?el culto? prohíba verla?.

Sin duda, un culto que prohíba ver la televisión, no puede ser bueno. Siento una gran sensación de añoranza. Como me gustaría estar ahora en el psiquiátrico. Convenientemente sedado, delante de las noticias mientras se hace la hora de la terapia.

?¡Esa mierda se acabó!. Deja de pensar en mariconadas y céntrate en salvar NUESTRO jodido pellejo?.

?Pancho? que al parecer, ya se a cansado de saludar imitando a cualquier presentador del tres al cuarto, levanta las manos pidiendo silencio. Sin duda, se dispone a explicar las bases de la prueba. Para mi sorpresa, veo que ?Follacamas? y ?Anestesia? son de los últimos en dejar de aplaudir.

?Ese par no tiene remedio?.

- Gracias queridos vecinos ? , carraspea ligeramente para aclararse la voz antes de señalar teatralmente hacia ?la granja? -. Como todos sabéis ? gira la cabeza y me mira directamente -, o sospecháis. Ese edificio esta lleno de podridos.

Se produce un asentimiento general, mientras yo escupo a un lado y doy un par de manotazos para espantar a las varias docenas de moscas, que parecen haberla tomado conmigo.

- Como nosotros sabemos ? pone un especial énfasis al decir la palabra ?nosotros?, trazando una clara distinción entre ellos y nosotros -. Todos y cada uno de ellos, fueron conducidos y reunidos por el difunto Don Francisco.

Se hace un breve pero incómodo silencio. Supongo que estuvo apunto de añadir algún comentario para honrar su memoria. Pero no quiere pillarse los dedos cuando se decida, que fue un traidor. En su mirada veo, que está convencido de que este es el final de nuestro viaje.

- Si el joven ? ?Pancho? señala con su dedo índice a Nicolai -, puede entrar por la puerta frontal y salir indemne por la posterior. Habrá demostrado ser un auténtico pastor de muertos ? el orondo ?presentador? hace ahora un gesto teatral -? o el joven con mas suerte del mundo.

Los parroquianos, se ríen a gusto del chiste, que a mi me parece mas malo que la carne de perro.

?Tienes razón. No parecen nada apenados por la reciente muerte de Don Francisco?.

Miro uno por uno a mis compañeros de desventuras. ?Calvorota? me recuerda a un explorador capturado por la típica tribu de caníbales, en una película de Tarzan. Intenta aparentar cierta serenidad, pero está claro que a perdido toda esperanza de salir de esta con vida. ?Anestesia?, levanta la mano diciendo que él también está dispuesto a intentarlo. Por suerte, nadie parece oírle o hacerle el menor caso. ?Follacamas? guarda silencio, pero tiene una extraña mirada de angustia y un enorme bulto en la entrepierna del pantalón. Nicolai, parece decidido. No veo ni un asomo de duda en su cara. Sin duda, cree que va a conseguirlo.

?De echo, si mi teoría es correcta. Lo mas probable es que lo consiga?.

?Juancho?, al que también mantienen apartado del grupo en medio de su propia ?burbuja de separación?. Grita algo mientras me señala con su pálido dedo.

?Por lo que veo, aquí las mamas no enseñaron a sus pequeños que eso está muy feo?.

No consigo descifrar sus palabras. Puede que sea por la distancia y el jaleo o quizás sea mi oído, no ha vuelto a ser el que era después de la explosión de la otra noche. En cualquier caso, la gente parece estar muy de acuerdo con él. ?Pancho? hace un gesto teatral, inclinándose y llevándose las manos a las orejas como si tuviera dificultades para oír. Un parroquiano, se abre paso hasta la furgoneta y se aupa con agilidad junto a ?Pancho?. Le susurra algo al oído y el orondo bastardo, parece meditar sobre ello, mesándose una barba inexistente. Aunque todo el mundo parece seguro, de que accederá a la petición.

Pasan cinco segundos, diez, veinte. El público empieza a impacientarse y yo a ponerme nervioso. Por fin, ?Pancho? hace bocina con las manos y grita en medio de un repentino silencio general:

- ?Si realmente es un pastor. Podrá proteger a sus compañeros?.

?¡Joder!. Hijo de la gran puta. El jodido zampabollos, pretende que todos entremos con Nico?.

En efecto, las siguientes palabras del gordinflón son:

- ¡Así que los seis entraran a la vez!?.

¿Seis?. Es que no sabe ni contar.

Entonces llega una camioneta y vemos como bajan a empellones al ?pelirrojo? del que había vuelto a olvidarme por completo. Por desgracia para él, ?Pancho? parece tener bastante mejor memoria que yo.

El clamor popular se vuelve ensordecedor, hasta el punto de que casi consigue apagar los inquietantes gritos, rugidos y gemidos, que escapan del pavoroso edificio.

?Esto se pone realmente feo?.

Hace un momento, estabas convencido de que Nicolai iba a conseguirlo.

?Él solo sí. Pero si tu entras con él pueden pasar varias cosas. Se me ocurren como mínimo tres posibilidades distintas?.

Por algún motivo, sospecho que ninguna de las tres va a ser demasiado halagüeña.

?Recuerda lo que le pasó a tu cabeza, ante la proximidad de dos ?sintonizados? o ?pastores? como les llaman ellos?.

Aquí solo estará Nicolai junto al que llevo varios años y ?

?¡Pero las cabezas de esos granos de pus con patas, si no me equivoco, funcionan como amplificadores de ?la señal? y por el tamaño de ese edificio, puede que haya mas de un centenar en su interior. Puede que tu cabeza no lo soporte?.

Bueno, eso dependerá de su rango de acción ¿y las otras dos posibilidades?.

?No estoy seguro de cómo funciona esto. Puede que tu cerebro, interfiera la señal mental de Nicolai de forma que los fiambres no puedan distinguirle de una víctima cualquiera?.

También tiene su lógica. ¿Y la tercera posibilidad?.

?Bueno. Sí mi teoría es correcta y los muertos, realmente distinguen a los ?pastores? y encuentran a sus víctimas por algún tipo de ondas cerebrales? y si la cantidad de fiambres es lo suficientemente grande, como para superar la interferencia que creo provoca tu cerebro??

- Sí ? se me escapa en voz alta -, continua joder.

?Calvorota? me dedica una suspicaz mirada, pero ahora tengo otros problemas en mente.

?En ese caso, es muy probable, que Nicolai intente matarte por todos los medios a su alcance?.

Ciertamente, ninguna de las posibilidades termina de satisfacerme. El pelirrojo es arrojado en medio de nosotros. El tipo se aferra llorando y temblando a mis piernas.

?Este sucio cabrón apesta. ¡Se ha cagado encima!?.

La presión del grupo aumenta y somos conducidos hasta escasos metros de la entrada. El edificio se me antoja una suerte de extraña combinación entre terrorífica atracción de feria y matadero. Muchos de los parroquianos, se afanan en auparse por unas escalerillas, hasta la parte superior del edificio. Supongo que el tejado tendrá algún tipo de paneles corredizos o podrá levantarse parte de él, para que nadie se pierda el espectáculo.

?Esto para ellos, es lo mas parecido a un Reality Show?.

Espero que alguno de esos mal nacidos, se caiga del tejado. Vuelvo la cabeza y distingo a ?Juancho?. El pálido mal nacido sonríe. Cree que va a salirse con la suya. Nicolai pasa convencido a la cabeza. Ya casi ha llegado hasta la gran puerta de madera, asegurada con un sólido candado metálico. Mientras ?Pancho? exhibe la llave que supongo abre ese candado. Tengo una idea. No sabría decir, cuando ni porque, pero estoy completamente seguro de que funcionará. Quizás sea por el echo, de que apenas parecen afectados por la muerte del que hasta hace poco, era su líder. O quizás, por el gran clamor y expectación con que celebran el aumento de ?victimas?. Son una sociedad decadente, que solo parece buscar sangrientos entretenimientos mientras esperan al final. Una semana atrás, no hubiese creído que la sociedad pudiera degradarse tanto en apenas unas semanas, pero esta multitud sedienta de sangre, es la prueba de ello. Así que me doy la vuelta y señalando hacia el sonriente ?Lagartijo? grito:

- El asesino de Don Francisco.

Se produce un súbito silencio. ?Pancho? que sonreía como un tarado, empieza a fruncir el ceño.

- ¡Que entre con nosotros!.

Ya está. Este puede que sea el final de mi camino, pero no dejaré que el culpable de mi caída, viva para celebrarlo. A la mierda el autobús, a la mierda el futuro. Aquí hay sangre para todos y yo también quiero mi parte.

?No funcionará?.

?Pancho?, parece claramente reticente. Supongo, que deben ser amigos? o algo parecido. Pero como sospechaba, la turba esta encantada. Un aumento en el número de víctimas, significa mayor diversión y eso es lo único que parece importarles un pimiento.

Los gritos de ?¡asesino!? y otros exigiendo su entrada, apagan las palabras de ?Pancho?.

?Esta gente está como una puta cabra?.

Bueno, suele decirse, que uno siempre reconoce a los de su condición.

El orondo ?Pancho? niega enérgicamente con la cabeza, mientras intenta en vano hacerse oír.

?Vox populis, vox deux?.

La cara de ?Juancho? difícilmente puede palidecer aun mas, pero de su sonrisa ya no queda ni rastro, cuando se ve conducido hasta nosotros.

- Ya estamos todos ? le digo al tipo de la llave -. ¡Avanti!.

?Pancho? me mira con odio. Incluso creo que está a punto de escupirme en la cara, pero sabe que si no le da al populacho lo que quiere, él puede ser el siguiente. Sabe, que está esquiando sobre una capa de hielo. Mientras vaya en la dirección correcta, todo irá bien. Pero si se cae?

- Aun hay sitio en el grupo para otro mas si quieres venir ? le invito.

- Lo siento ? dice a ?Juancho? -. No puedo hacer nada.

El hombre se da la vuelta y introduce la llave en el candado. Suena un chasquido. La suerte está echada.

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Capítulo XL


Un cuento popular, hablaba sobre un tipo que al frotar una lámpara, se le apareció un genio. El genio, supongo que un tipo calvo y orejón, le dijo que le concedería un deseo. Deseo, que recibiría por partida doble su peor enemigo. El tipo en cuestión, pidió al genio que le arrancase un ojo.

Supongo, que ?Juancho? debe saber como se sentía el pobre cabrón al que le arrancaron los dos ojos. ?Pancho? cruza con él una última mirada de impotencia.

- Tranquilo tío ? le digo a ?Pancho? -, yo cuidaré de él.

Los dos hombres me miran con ojos cargados de ira. Pero ninguno parece tener nada que añadir.

?No a todo le mundo se le ocurre algo gracioso que decir en estos momentos?.

Supongo que no. La puerta se abre. Parece las fauces de una terrible bestia dispuesta a darse un atracón a nuestra costa. Su fétido aliento apesta incluso mas que el interior del puerco autobús. Nicolai entra con decisión. Con una pequeña ayuda por mi parte, a modo de violento empujón, le sigue ?Juancho? trastabillando. Luego cruzo yo la puerta. Supongo que el resto del grupo vendrá detrás. Por los gritos y pataleos, supongo que han tenido que persuadir un poco a ?pelirrojo?. Pero pronto me llega el inconfundible sonido de la puerta al cerrarse y atrancarse. Ya no hay vuelta atrás.

Observo mi entorno. Supongo que o bien la cabeza de Nicolai funciona, o se lo están tomando con calma. El edificio parece mucho mas largo desde dentro. De echo, aunque no esta del todo mal iluminado, no alcanzo a ver donde termina. Lo cual no es raro, teniendo en cuenta la cantidad de cadáveres animados que la ¿habitan?. La mayor parte están tirados por el suelo, aunque unos cuantos caminan sin un rumbo fijo. Los mas próximos, permanecen en pie, con la mirada fija en Nicolai.

?¡Fíjate en ese!. Ni siquiera tiene ojos, pero parece mirarle".

No tardo en identificar al fiambre en cuestión. Se encuentra en un estado bastante lamentable. Viste restos de lo que parece el típico traje de entierro, sucio por lo que supongo debe ser tierra y varios fluidos coloreados que supongo serán líquido de embalsamar. Su cuerpo y extremidades, han sido mordisqueados. Por le tamaño de las mordeduras, supongo que por ratas grandes o quizás por un perro de pequeño tamaño. Pero sea lo que fuera, después de probar la carne de esas zonas, se dirigió hacia la cara con la que se dio un buen festín. Dejándole totalmente irreconocible. Su rostro es una macabra muestra de hueso y tendones, incapaz de reflejar emoción alguna, pero que es capaz de producir todo el espanto del mundo. Un par de cuencas vacías es todo lo que se encuentra donde debería estar sus ojos y no queda ni rastro de su nariz, pero aun conserva la mayor parte del tejido muscular, por lo que es capaz de abrir y cerrar las mandíbulas.

?Juancho? observa sorprendido como los seres comienzan a acudir hacia Nicolai como abejas a la miel, deteniéndose a una distancia de apenas medio metro. Yo me llevo la mano al cinto y cojo por la empuñadura de goma la pequeña pero práctica porra. De un rápido giro de brazo, hago que se extiendan sus segmentos. ?Juancho? me mira con desconcierto, mientras el arma golpea su cabeza. No cae de ese primer golpe, pero se derrumba en el suelo cuando le propino un segundo. El público situado en lo alto de la nave grita: ¡Carne!, ¡carne!. Supongo que esperan que le arroje a ?Juancho? a los fiambres, pero ahora que veo que después de todo, tenemos posibilidades de salir de esta, tengo otros planes para él.

?No cantes victoria tan pronto. Aquí solo hay unas pocas decenas. Tenéis que avanzar. Mantén esta distancia. Si te alejas de él, puede que intente matarte y si te acercas demasiado, puede que le interfieras?.

Todo eso esta muy bien, pero ¿cuál es el radio de acción?. ¿Hasta donde puedo acercarme o alejarme?. Supongo que lo descubriremos sobre la marcha. Me doy la vuelta y me dirijo hacia ?Calvorota?.

- Tu llevarás al paliducho ? señalo al caído cuerpo de ?Juancho?.

?Calvorota? me mira con sorpresa.

- ¿Por qué tenemos que cargar con semejante hijo deputa?.

- Porque ese puto mal nacido es el único que puede arreglar nuestro reputo, apestoso y jodido autocar.

- ¿No seria mas fácil buscar otro?.

Si claro, supongo que las zonas rurales de Galicia, son un hervidero de autocares blindados. Pero lo cierto, es que no me apetece discutir. Empiezo a sentir un molesto zumbido en la cabeza.
- ¡ Haz lo que te digo!.

Sin ocultar su desgana, agarra el caido cuerpo por las axilas, dispuesto a arrastrarlo. El público nos abuchea. Me fijo entonces en los otros tres componentes de mi grupo. ?Anestesia? el muy pedazo de gilipollas, se dedica a ponerse chulo con poses desafiantes hacia los aparentemente inofensivos muertos vivientes que nos rodean, mientras ?Follacamas?, se a sacado la minga dominga y se está masturbando ante el semidesnudo cuerpo de una pálida muchacha pelirroja, a la que le falta medio brazo y bastante tejido de la pierna derecha. El pelirrojo, sigue tirado en posición fetal llorando junto a la puerta. El zumbido empieza a hacerse bastante molesto.

Avanzo dos pasos y le doy un pescozón a ?Follacamas?.

- Deja eso jodido degenerado.
Él me mira con una mezcla de miedo y de sorpresa.

- A ella no le importa ? responde aceleradamente-. No estoy haciendo nada malo.

Me contengo para no golpearle. Supongo que mi humor empeora junto al zumbido. Casi no soy capaz de oir al cabrón paranoico.

?Muévete de una vez o no saldréis de aquí?.

- ¡ Agarrad al pelirrojo!.

?Anestesia?, obedece en el acto, pero las fuerzas del larguirucho muchacho, son a todas luces insuficientes, para moverle.

- ¡Déjame acabar! ? ?Follacamas? incrementa el ritmo de sus masturbatorios movimientos - , ¡ya casi!.

El zumbido se convierte en doloroso. Un fiambre de repente, se vuelve hacia nosotros como si acabara de descubrirnos. El cabrón paranoico dice algo, que no soy capaz de distinguir.

- ¡ A la mierda!.

Con la porra golpeo rabiosamente la cabeza del fiambre. Giro a mi derecha y pateo en el bajo vientre a un segundo que se derrumba en el suelo. De otro rápido movimiento descendente, estrello la metálica porra contra su cabeza. Pero ahora son varios los que parecen estar fijando su atención en nosotros. El público empieza a rugir. Cambio la porra a la mano izquierda y empuño la pistola.

Salir de aquí, no va a ser tan fácil después de todo y no creo que todos vayamos a poder conseguirlo.

[Korvec]

Capítulo XLI

Si resulta ser cierto el dicho de que ?mal de muchos, consuelo de tontos?, yo debo ser un lumbreras, ya que esto está a rebosar de tipos jodidos y yo no me siento nada consolado.

El zumbido de mi cabeza, comienza a subir aun mas de intensidad, a medida que mas y mas muertos vivientes, se aproximan hacia Nico como polillas atraídas por una luz. La sensación, no es tan dolorosa como cuando me encontré en la misma habitación con él y con ?Cucaracho?, pero a este paso, no tardará en serlo.

Realmente, no puede decirse que Nicolai controle a los muertos. Por lo menos, aun no. Ninguno le ataca, eso es cierto. Simplemente, parece captar toda su atención. Lo malo, es que son varios, los que se han dado cuenta de que también hay comida fresca en las inmediaciones y vienen hacia nosotros.

Vicente, en un acto que supongo no dice mucho de él, suelta al inconsciente ?Lagartijo? y retrocede. ?Anestesia?, intenta razonar con el caido ?pelirrojo?, que sigue llorando de forma realmente desquiciante. De echo, siendo sincero. Me estan entrando ganas de dispararle yo mismo. Pero el chalado bastardo que realmente está a punto de sacarme de mis casillas, es ese jodido pajillero de ?follacamas?. El muy tarado, o no se da cuenta de la realidad, o está, le importa una mierda.

- ¡Ya acabo!, ¡ya acabo! ? grita el jodido gilipollas.


Cuando ya no daba cinco céntimos de euro por su pellejo, Nico se interpone entre el inconsciente cuerpo de ?Lagartijo? y un grupo de fiambres que se disponían a merendárselo. Golpeo con la porra la rodilla del fiambre sin rostro. Veo sobresalir el hueso por entre su reblandecida carne pulposa, pero al tipo no parece importarle demasiado. Sus garras agarran la porra y tiran al caer. Que se la quede, no tengo tiempo para forcejeos. Los gritos de ?Follacamas? suben de intensidad cuando su pálida musa, le agarra el paquete. Su grito se une al de ?Pelirrojo?, que contra todo pronóstico, se a puesto en pie con una desquiciada mirada, que no hace presagiar nada bueno. Calvorota que parece a punto de mearse en los pantalones, mira a un lado y a otro cual gallina descabezada sin encontrar un hueco por el que salir por piernas.


Un podrido y agusanado cuerpo, se abalanza sobre mi. Se encuentra tan deteriorado, que no estoy seguro de si se había tratado de un hombre o de una mujer. Tampoco es que me importe. Apunto a su cara casi a quema ropa, el cabrón paranoico, consigue hacerse oír por encima del zumbido que amenaza con hacerme enloquecer.

?¡No dispares desgraciado!?.

Supongo que tiene razón. Es muy posible que si lo haga, todos se den cuenta de mi presencia. Pero el ser me resulta demasiado repulsivo para un combate cuerpo a cuerpo con las manos desnudas. Le aparto de una patada, mientras una mano, se cierra alrededor de mi tobillo.

?Anestesia? mira con ojos desencajados, como un desquiciadísimo ?Pelirrojo? en medio de un ataque de furia, salta sobre el fiambre mas próximo (un abuelo carcomido de barba verdosa) y empieza a despedazarlo con una furia, que hubiese creído imposible en su persona un par de segundos atrás. ?

?Follacamas? grita de agonía mientras forcejea por su pene, mientras la cara de la que hasta hace unos segundos, era la destinataria de sus puercas fantasías, se aproxima hacia su entrepierna. Si disparo ahora, podría salvarle el pellejo. Pero por otro lado, el muy gilipollas se lo ha buscado y abrir fuego ahora, empeoraría mucho las cosas.

- ¡Por favor! ? grita desesperadamente el tipo que hace un par de segundos no hacia nada malo -, ¡no quiero morir!.

No puedo decir que el muy estúpido no se lo haya ganado a pulso. Que no haya incluso, algo de poética justicia en ese terrible final. Pero la segunda falange de mi dedo hace la presión suficiente y se produce el disparo. La bala entra por un lateral de la pálida cabeza y esta cae de lado sin soltar a su presa, el dolorido ?Follacamas? es arrastrado al suelo, pero salva el pito y el pellejo... al menos por ahora.

El público ruge de placer y empiezan a llover objetos desde la parte superior de la nave: patatas, mecheros, monedas. Los muy bastardos están encantados con lo que se avecina.

Absolutamente todos los muertos vivientes, de las inmediaciones, ignoran a Nicolai y centran su atención en mi.

- ?Anestesia?, ayuda a ?Follacamas?.
No me doy la vuelta para comprobar si me obedecen. Disparo contra la cabeza de un fiambre, reapunto, disparo, reapunto disparo. Me muevo hacia un lado disparo dos veces en rápida sucesión contra otro fiambre y consigo llegar hasta el caído cuerpo de ?Jauncho?. Al aproximarme a Nicolai, el zumbido de mi cabeza empeora. Una húmeda gota desciende por mi orificio nasal derecho. Disparo con precisión el resto del cargador y presiono el botón de retenida dejándolo caer al suelo.

Nicolai se coloca con ambos brazos abiertos justo delante de mi, tratando de formar una barrera entre mi persona y el mar de aullante carne podrida que se nos viene encima. Cojo el siguiente cargador y lo introduzco. Suelto la retenida y la corredera del arma avanza introduciendo la primera bala en la recámara. Veo como la cabeza de chanquete, pone los ojos en blanco mientras abre la boca como si quisiera gritar.

- A llegado tu hora amigo ? ante la horrorizada mirada de Nicolai ? apoyo el caliente cañón de mi arma en la cercenada cabeza -. Siento que no puedas ver Disneylandia, nos veremos en ...

No puedo continuar, el reputo ?Juancho? que se a despertado, me agarra de la pierna desequilibrándome. Caigo al suelo, el arma se dispara y resbala hacia dios sabe donde. El paliducho se aprovecha de mi sorpresa para colocarse encima de mi.

- ¡Por tu culpa! ? grita el muy hijodeperra -. ¡Muere bastardo!.

Me suelta un puñetazo que me impacta bajo el ojo derecho. No ha sido buena idea. Libero el brazo derecho y le golpeo en un costado. Se duele. Me llega la voz de Nicolai.

- ¡ No consigo atraer su atención!.

Efectivamente, un nutrido grupo de fiambres putrefactos, pasan por su lado ignorándole y agarran a ?Juancho? por detrás. Supongo que esto es el final. Por lo menos, a él se lo comerán primero.

Un par de cuerpos caen vociferando desde el tejado. Oigo lo que supongo deben ser, varios rugidos de satisfacción por el imprevisible ágape. Me arrastro un par de metros de espaldas, aunque se que es inútil. La puerta de entrada está cerrada y apenas a unos metros a mi espalda.

Caen mas cuerpos del tejado. Se produce una enorme explosión. Vuelan esquirlas y cascotes por todos lados. El zumbido de mi cabeza, no desaparece, pero baja de intensidad lo suficiente, como para oír el inconfundible sonido de armas automáticas y de ¿un helicóptero?.

?Los otros?.

[Korvec]

Como he tenido algunos problemas, con subir imágenes (especialmente chungos en el Blog) he tardado un poco en colocar las imágenes prometidas pero aquí estan :


EL MÍTICO BINOMIO "NICOLAI-CHANQUETE"


DE ESTO YA HAN PASADO BASTANTES CAPÍTULOS, LA LUCHA POR LA SUPREMACIA DEL GRUPO


EL ATAQUE NOCTURNO DE LA PEQUEÑA INFECTADA

[Korvec]

Capítulo XLII



Dicen que ?a rió revuelto, ganancia de pescadores?. Puede que eso sea cierto, pero en este momento, yo me siento mas ?pez? que ?pescador?.

?Gusanitos? el andrógino fiambre, que ahora gatea por el suelo, encontró la CZ-100 y la sostiene ante su boca como si pretendiese comérsela. Como no me parece que esté demasiado cualificado para utilizarla, la agarro por un extremo y se la arrebato de un violento tirón.

- Tu no necesitas eso.

?Gusanitos? me mira como lo haría un niño, al que un muñeco fabricado a partir de sus chucherías predilectas, le hubiese quitado de las manos su nueva consola de videojuegos portátil. Le propino un patadón con la pierna derecha y el no muerto, cae hacia atrás donde patalea como una cucaracha panza arriba. Por lo que parece, levantarse del suelo supone un considerable esfuerzo para ellos.

?¿Y te sorprende. Si a duras penas pueden andar, levantarse del suelo tiene que ser toda una odisea para ellos?.

El cabrón paranoico regresa mientras el zumbido termina de remitir. Entre la pitanza que les cae del cielo, como si de mana divino se tratase y el estruendo de armas automáticas que proviene del exterior, los fiambres parecen haber perdido interés en mi persona. Salvo los que se están alimentando en pequeños pero apretados corrillos, la gran mayoría, sale a ?buscarse la vida? (nunca peor dicho) por el boquete que una explosión a practicado en la pared de su prisión.

?No te alegres tan pronto. No creo que ?los otros? estén aquí solo de visita. ¿No se te ocurre a quien pueden andar buscando??.

Bueno, supongo que es lo que tiene ser un tipo tan popular. Busco con la vista a ?Juancho?. Aunque no muy reconocible, le encuentro. Está invitando a comer a sus nuevos amigos. Que por lo que veo, sienten predilección por alimentarse del abdomen y del rostro de sus víctimas. Por un segundo, incluso me parece ver un destello de vida en el único ojo que aun conserva el cuerpo, pero es imposible que nadie sobreviva a eso.

Nicolai, parece aturdido. Supongo que no está acostumbrado a este tipo de ?saraos?. Por lo menos aun no. Pero no parece tener ni un rasguño. Los fiambres continúan ignorándole lo cual es bueno, aunque sospecho que dentro de poco, los podridos, van a ser el menor de nuestros problemas. Sigo buscando al resto de integrantes de mi zarrapastroso grupo.

Una mano se cierra sobre mi hombro izquierdo y en mi mente saltan todas las alarmas. Me vuelvo violentamente y me encuentro con un sobresaltado ?Anestesia? que se salva por los pelos, de llevarse un disparo en plena cara. De echo, soy consciente de que he estado a punto de dispararle, incluso cuando he visto de quien se trataba. Supongo que no esta bien, pero he estado a punto de asesinarle por el mero placer de hacerlo. Si el muchacho supiese lo cerca que ha estado de morir, no creo que recuperase tan fácilmente esa estúpida expresión en su cara.
- Tranquilo jefe ? dice mientras levanta ambas manos -, soy yo.

?Mátale. No le necesitamos y lo estás deseando. Admítelo, limpiar la sociedad de delincuentes solo fue una excusa. Tu y yo sabemos muy bien, que te gusta matar?.

- Ya lo veo ? intento sonreír, pero por la cara que pone ?Anestesia?, supongo que mas bien pongo una mueca extraña -.Como está ?Follacamas?.

- No muy bien. Su... ? parece vacilar en busca de la palabra exacta -, órgano sexual ya sufrió un accidente cuando se lesionó ese capuchón de piel que...

- Si. Recuerdo que dijo algo de que se había roto el frenillo, pero el muy cabrón siguió pajeandose como si tal cosa.

Lo cual, admito que tiene su mérito. Conocí a un tipo al que operaron de fimosis, y el pobre cabrón, casi no podía ni ponerse los gallumbos, por lo que ya pelársela... es sin duda un acto respetable.

- Abrevia ? le atajo -. ¿Puede caminar?.

- No creo.

Eso es malo para él. El Pelirrojo, que al parecer ya ha agotado su furia, tras desfogarse destrozando a un par de fiambres, vuelve a estar por los suelos echos un guiñapo. Señalo al tipejo al decir:

- Si consigues que te ayude, cargadle entre los dos. Sino, se quedará atrás.

?Anestesia? me mira horrorizado. Supongo que si su estúpida mente no ha sido ni capaz de darse cuenta, de que no es ningún superhéroe de mandíbula cuadrada, difícilmente podrá entender lo jodidos que estamos.

- Pero ? balbucea -. Nos están rescatando.

- Mira chico ? quizás mi voz suena con demasiada dureza, pero es lo que hay -. Esos de hay fuera, puede que nos distingan de la gente del pueblo o puede que no. Si no lo hacen, nos matarán y si lo hacen...

?Eso ¿qué es lo que te harán si te cogen??.

- Y sino ? repito -, no nos dejaran ir a Disneylandia.

Puede que ?Anestesia? lo haya entendido, pero no tengo tiempo para mas. Con la vista localizo a ?Calvorota?. El tipo a conseguido hacerse con la escopeta recortada de alguno de los tipos abatidos que han caído en el interior. Supongo que es uno de esos tipos, que parecen tener imanes en las manos. Ahora mismo, está mirando los restos de un tronco humano que mantiene una canana de cartuchos del doce. Lo malo, es que de allí se estan alimentando no menos de una docena de fiambres. Los muertos vivientes, tienen toda su atención centrada en la pitanza, pero no creo que sea buena idea, meter mano para pillar la munición.

- ¡Olvidalo! ? le grito -. ¡No merece la pena!.

Pero es Nicolai, el que se mete entre los fiambres y se hace con la canana de cartuchos, como el que recoge una florecilla del suelo. ?Calvorota? recoge boquiabierto, la munición que el joven le tiende. Llego hasta ellos, justo cuando una segunda explosión hace llover unos cuantos cascotes sobre nosotros. Ya casi todo el sonido del tiroteo, procede de armas automaticas. Los miembros del culto, ya deben haber sido eliminados o se habrán dado a la fuga.

- Tenemos que largarnos.

Nicolai me mira con el cejo fruncido.

- Eso no estuvo nada bien.

No tengo ni idea de a que se refiere. Pero sea lo que sea, no creo que este sea el mejor lugar ni momento para discutirlo.

- Lo sé ? miento.

- Prométeme que no volverá a suceder.

¡Mierda!. Ya estamos otra vez con esa jodienda. Pero esta vez, no pienso prometer una mierda, hasta que sepa de que cojones estamos hablando.

- ¿Qué quieres que prometa exactamente Nicolai?.

- Que no volverás a intentar matar a Chanquete.


?Hay que largarse?.

Sorprendentemente, ?Anestesia? a conseguido que ?Pelirrojo? le ayude y ambos transportan como pueden al dolorido ?Follacamas? que grita algo sobre que no permitirá que se la corten y que ?su vida sin ella, carece de sentido?.

- Ahora no tenemos tiempo para esto. Tenemos que marcharnos antes de que ...

No puedo terminar la frase. Un par de fiambres rezagados, en lugar de irse de excursión junto a sus compadres por el boquete de la pared, o de alimentarse de alguno de los espectadores abatidos, se ha fijado en nosotros y no viene solo.

- ¡Joder!. Ya estamos otra vez.

Realizo seis disparos en unos cinco segundos. El primer fiambre, termina de caer al suelo, justo cuando el último inicia su descenso. ?Calvorota? me mira como si fuese de color verde.

- ¿Dónde aprendiste a disparar así?.

- Era miembro de un club de tiro ? miento. No es lugar y momento para ponerme a explicar mi vida -. Salgamos de aquí y luego...

- No daré un paso ? me interrumpe Nicolai -, hasta que no lo prometas.

?¡Joder!. ¡Prométele lo que sea pero vamos de una puta vez!?.

- ¡Esta bien!. Prometo que no volveré a intentar matar a Chanquete.

Nicolai sonríe de un irritante modo que, me hacen sentir deseos de borrársela de un puñetazo. Luego, se da la vuelta y dice:

- Seguidme.

Esquivando un par de cuerpos, llegamos hasta el boquete en la pared. Por lo que veo, los sonidos parecen desconcertar a los fiambres. Supongo que es normal según la teoría de las ?ondas mentales? del cabrón paranoico. Aunque personalmente, me consta que por lo menos algunos, también reaccionan mediante estímulos visuales. Aunque durante los cincuenta metros escasos que nos separan del boquete, evito abrir fuego en la medida de lo posible, agoto el segundo cargador. Introduzco el tercero y último, justo cuando llegamos frente a la improvisada salida.

Nicolai, se coloca frente al nutrido grupo de muertos vivientes, que aun no ha salido al exterior deteniendo el nutrido flujo de carne muerta. Intercambio una mirada con ?Calvorota?. Somos los únicos que vamos armados.

- ¿Preparado? ? le pregunto.

El alopécico abre la escopeta y extrae dos cartuchos vacios. Introduce dos nuevos de la canana, cierra el arma y después de respirar profundamente, asiente con la cabeza.

- A la de tres ? le digo mientras levanto mi mano izquierda, manteniendo dos dedos doblados hacia abajo.

- Uno.

?Follacamas? deja escapar un gemido de dolor, mientras ?Anestesia? le dice algo tranquilizador.

- Dos.

?Pelirrojo? empieza a sollozar, gruesos goterones de sudor descienden por la frente de ?Calvorota?. Un par de fiambres, que deben haberse desconcentrado con los disparos del exterior, intentan flanquear a Nicolai, pero este les echa para atrás con un empujon. En mi cabeza empieza a aumentar de nivel un molesto zumbido, que por desgracia, empieza a serme familiar.

?Vamos. ¡Con dos cojones jodido moñas!?.

- Tres.

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[Korvec]

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Capítulo XLIII

Para algunos, una sorpresa, es una monja encerrada en el talego. Para otros (entre los que me incluyo), se trata de algo mucho mas complejo que tiende a subdividirse en tres tipos: las buenas, las malas y las inevitables.

Atravieso el boquete y salgo al exterior. No niego que me sorprende encontrarme a Acusica y su cuchipanda de amiguetes esperándome fuera. Es toda una sorpresa, pero por otro lado, soy consciente de que era inevitable.

- ¡ Tirad las armas ¡.

La voz distorsionada por una máscara anti gas, resuena con inquietantes ecos.

Obedecemos. Tiro la CZ-100 que cae sobre uno de los innumerables cuerpos definitivamente muertos, que tapizan el suelo. ?Calvorota? me imita y deja caer la escopeta de cañones recortados. Cuando una docena de ?geipermans? apuntan en tu dirección con armamento automático, el emular a Rambo no es una opción.

- Dentro quedan cuatro mas. Uno de ellos parece un receptor.

El que habla lleva puestas unas gafas térmicas. No es una casualidad el que nos esperasen aquí. Supongo que la temperatura corporal de un muerto viviente no tiene nada que ver con la de un ser vivo.

- Al receptor ? a pesar de la distorsión producida por la máscara-, reconozco la voz de ?Acusica? -, también le necesitamos con vida. Matad al resto si resisten.

?¡También!. Te quieren vivo?.

Supongo que eso es una buena noticia. ?Acusica? me señala con un dedo que se encuentra protegido por un guante de goma negra.

- Incapacitad al objetivo ? añade con un tono de voz frió como el acero -, no os acerquéis a él, es extremadamente peligroso.

Uno de los hombres, con un movimiento fruto de la práctica, echa hacia atrás el fúsil de asalto, que queda colgando de su hombro sujeto por una correa portafusil, mientras de una enorme pistolera que se encuentra sobre su pierna derecha, empuña una pistola, a la que un cilíndrico deposito de gas, confiere una extraña forma futurista.

Un helicóptero superpuma pintado de verde, inicia su descenso a la espalda de nuestros captores. Levantando una nube de polvo. La aprovecho. De un giro, me coloco tras el aturdido ?Calvorota?. Oigo el sonido de un arma de gas al dispararse y la estridente voz de ?Acusica?.

- ¡ No disparéis!. No tiene a donde ir y le necesitamos con vida a cualquier precio.

Es cierto. ?Calvorota? que supongo a sido alcanzado por el dardo que iba destinado a mi, se derrumba en el suelo de forma fulminante. Solo tengo dos opciones: entrar de nuevo hacia el interior de la nave, o correr. La nave no deja de ser una ratonera, así que corro en zig-zag, mientras un par de dardos pasan silbando hacia mi lado. Oigo como ?Acusica? da órdenes a sus hombres. Supongo que encargará a un par la captura de Nicolai. Piso algo blando y resbalo. En condiciones normales, pensaría que se trata de una mierda, pero se trata del abierto abdomen de un cadáver caído.

?Dicen que el gore-tex transpira pero no deja pasar la humedad?.

Ese ahora mismo, es el menor de mis problemas. A pesar del engorroso traje de protección NBQ, ?Acusica? y dos de sus hombres, llegan hasta mi. Los cabrones están en buena forma física. Sé por experiencia, lo asfixiante que resulta correr con ese puto traje y esos cabrones a pesar de cargar con mas trastos que un muñeco soldado del todo a ochenta céntimos, me han pillado en un par de segundos.

Resuenan disparos. Supongo que el resto de sus G.I. Joe, estarán limpiando el interior de la nave y apresando a Nicolai y al resto del grupo. ?Acusica?, se lleva una mano al rostro y se quita la máscara NBQ. El muy cabrón ni siquiera está sudando.

- Creo recordar ? digo con una voz un tanto cascada -, que deseabas que consiguiera escapar.

El tipo sonríe de un modo que no me gusta un pelo.

- Te dije que no llegarías muy lejos. De no ser por nosotros, tú y tu cuchipanda de amígueles, ya estaríais muertos.

- ¿Bromeas? ? intento reír, pero mas bien toso -. Si hemos echo un montón de amigos nuevos.

- Ya lo veo. Creo recordar que erais muchos mas la ... ? parece vacilar ? última vez que nos vimos.

- Ya sabes como es esa mierda ? intento gesticular levemente para acompañar mis palabras y varias pistolas de dardos me encañonan. No están para bromas -, unos vienen y otros se van.

Tienes suerte de que tengamos interferidas las comunicaciones de esta célula. Ahora mismo, se dirige hacia aquí un verdadero ejército de fanáticos para acabar contigo.

- Agradezco la preocupación, pero me las estoy apañando bien solo.

- No te confundas ? la voz de ?Acusica? no hace ahora el menor intento por disimular el rencor que me guarda con intereses acumulados -, de no ser porque tengo órdenes muy concretas, te mataría ahora mismo con mis propias manos.

?Este tipo es un puto rencoroso?.

Abro la boca para preguntarle quienes son ellos exactamente. Pero el turno de preguntas a terminado. Suena el zumbido de una pistola de dardos y noto un tremendo pinchazo en el muslo derecho. El mundo no tarda en volverse borroso, el cabrón paranoico grita algo en mi cabeza, pero soy capaz de entenderle. ¿Tendrán pollo para comer?.

[Korvec]

Capítulo XLIV

Estoy tendido. Me siento muy cansado, agotado, incapaz de mover un solo músculo. Pero eso no es problema. No tengo que ir a ninguna parte. Hoy debe de ser domingo. Me siento cómodo y el espectáculo, aunque un poco extraño, parece interesante.
Frente a mi, una mujer con cabeza de baca, acuna en sus brazos a un pequeño bebé de cuerpo humano y cabecita bobina. Supongo, que lo normal seria que mugiese, pero llora con voz humana, lo que no deja de resultar ligeramente inquietante. Un tipo que se parece bastante a Leonardo di Caprio disfrazado de vampiro clásico, baila claque a sus espaldas. Reconozco que no lo hace mal, pero hay algo en él que no me gusta un pelo. Llaman a la puerta. El bebé llora con mas intensidad si cabe. Entra en escena un hombre con cabeza de carnero mientras la madre abraza a su bebé. Presiento que la tragedia es inminente. El marido carnero, se dirige hacia la puerta, con aparente intención de abrirla, mientras su bobina esposa, le suplica llorosa que no lo haga. El carnero vacila, pero es demasiado tarde. Alguien comienza a aporrear la puerta que parece estar formada por una fina hoja de madera de contrachapado, como las que suelen utilizar los escolares para sus manualidades. El ?Dicaprico? danzarín, a sus espaldas, baila frenéticamente presa de una gran excitación. La puerta se hace astillas, cuando un grasiento y fornido tipo, que tiene sobre los hombros una monstruosa cabeza de cerdo, la atraviesa empuñando una cuchilla de carnicero de temible aspecto.

El desquiciante danzarín, se tira por los suelos haciendo una pirueta. La aterrorizada pareja me mira con sus suplicantes ojos animales, mientras el fornido tipo de la cuchilla, que viste las manchadas ropas de trabajo de un matarife, avanza de forma imparable, agarra al carnero por el cuello y con gran brutalidad, apoya su cabeza contra una mesa de cocina. El ?cerdo matarife? levanta la cuchilla con tranquilidad, mientras la ?mujer baca? cubre con una mano, los ojos de su lloroso bebe, el carnero me mira y logra decir con una voz que me resulta extrañamente familiar:

- Te lo suplico. Salva a mi familia.

La cuchilla desciende sobre el cuello. Se produce un sonido húmedo y seco a la vez. Siento lástima por esa familia y desearía ayudarles... pero no me siento con fuerzas para ello. Después de todo, solo soy un mero espectador.

El puerco, descarga dos golpes mas y la cabeza es seccionada. El bailarín, se deja de bailoteos, y se arroja de cabeza sobre el gran charco de sangre que empieza a formarse bajo la mesa, lamiéndolo como un perro. La cabeza del carnero es arrojada hacia atrás, donde cae rebotando fuera de mi vista. El porcino matarife, agarra ahora a la vaca, que suela a su bebé. La escena se repite. Pero esta vez, es la voz demasiado familiar de una mujer la que dice:

- Por lo que mas quieras, salva a Esperanza.

La cuchilla cae, el ex bailarín, se revuelca entre la sangre como si fuera presa de un extraño frenesí. El llanto del bebé, tortura mis oídos. El matarife se dirige ahora hacia él. Le agarra por el cuello y lo tiende en la mesa, bajo cuyos pies, se encuentran los decapitados despojos de sus padres. Es ahora el cerdo el que se dirige hacia mi. Su voz también me es familiar, pero soy totalmente incapaz de identificar a quien pertenece.

- Si te parece mal ? la cabeza porcina me mira cara a cara -, dímelo y la perdonare.
Desearía poder decir algo, gritar incluso. Pero lo único que puedo hacer, es seguir mirando. La cuchilla desciende varias veces troceando el pequeño cuerpo. Los gritos cesan. Cae un oscuro telón. Pasan unos instantes, el telón se levanta de nuevo. En esta ocasión, hay un solo hombre solo en medio del escenario. Se trata de un anciano de larga barba blanca, que se sostiene utilizando un cayado. Parece el típico patriarca bíblico.

- La gente sufre y muere a tu alrededor ? su voz es clara y potente, como si perteneciese a alguien aparentemente mucho mas joven y poderoso -. Probablemente te preguntes, porque has sido escogido para ...

No puede continuar. Un tipo alto y fornido aparece tras el y con un brusco y rápido movimiento, le rompe el cuello. Esa especie de patriarca bíblico, se derrumba como un saco de mierda mientras su verdugo dice :

- ?¡A la porra con esa mierda mochales!?.

No me cuesta reconocer esa voz. Tampoco al asesino. Algo mas delgado, de musculatura mas definida y con unos ojos rojizos, de aspecto demoníaco. Pero por lo demás, es una copia exacta de mi mismo.

- ?Atento gañan? ? dice -. ?Este no es un buen momento para flipar?.

El bailarín con pintas de Leonardo di Caprio, aparece de nuevo bailoteando y se aproxima lentamente hacia el caído anciano. Esa versión de mi mismo, a la que yo llamo ?cabrón paranoico? le grita:

-?Agarra al puto mochales de una vez y lárgate a comer a otro lado?.

El danzarín obedece, agarra al anciano por los pies (que se encuentran calzados en unas sandalias de rústico aspecto) y arrastrando a su presa, desaparece del escenario. Quedo de nuevo a solas con esa especie de demonio.

- ?Escucha. Ya se que tu enfermiza mente, no da para mas, pero estás drogado camino de a saber donde?.

Del suelo de la tarima, aparecen unos gusanos de cómico aspecto, que se ponen a bailar. ¿Cómo podrán hacerlo tan bien sin piernas?. El tipo que se parece a mi con ojos raros, los pisotea con evidente fastidio.

- ?¡Deja de flipar de una puta vez!. Estás en poder de los otros y escapar esta vez, no será tan fácil?.

El tipo parece enfadado, le diría que se calme, pero estoy muy cansado. ¿Por qué aplastaría a los gusanitos?. Bailaban muy bien... para no tener piernas claro.

- ?Esta bien ? el tipo raro que se parece a mi, se acerca hacia mi -. Solo procura, que no se den cuenta de que te has despertado?.

El tipo raro me agarra. De repente, hay una ventana abierta que no estaba aquí, hay mucha altura. Me tira de cabeza por ella. Siento un vértigo terrible, la calle se aproxima a gran velocidad.


El suelo está frio. Oscuridad. ¿estoy ciego?. Siento un molesto pinchazo en un muslo. Tengo las manos atadas a la espalda con algo frio, supongo que plástico. También los tobillos. Siento el tacto en la cara de una capucha.

?Muy bien, ahora procura no moverte para que no se den cuenta de que estás despierto y escucha?.

Escuchar no es fácil. Reconozco el sonido y la sensación en el estómago. Estoy en el interior de un helicóptero. Supongo que esta vez, no piensan correr riesgos.

[Korvec]

Capítulo XLV


Un conocido dicho, reza que: ?si la violación es inevitable, relájate y disfruta?. Supongo que lo mismo puede aplicarse a este caso. Ya que no puedo ver ni oir gran cosa, me relajo en el suelo y intento ponerme lo mas cómodo posible. Ignoro cuanto tiempo llevaba inconsciente, pero no tardo en notar la característica sensación en mi estómago, indicándome que estamos descendiendo.

Me mantengo relajado. Por si me desatan en algún momento, pero no corren riesgos. Me colocan sobre una camilla y soy trasladado durante lo que calculo son un par de minutos. No van a correr riesgo alguno. Siento en el pecho el frió tacto de lo que supongo es un estetoscopio.

?Ya sabes lo que tienes que hacer?.

Me relajo poniendo la mente en blanco mientras contengo suavemente la respiración. Imagino estar bajo el agua, hundiéndome sin aire en los pulmones, caigo hacia el fondo mientras el agua se enfría a mi alrededor, mi pulso y mi ritmo cardiaco caen. Ignoro los pequeños y fríos dedos que buscan mi pulso en la carótida.

- ¡ Se han pasado con los tranquilizantes! ? desde las profundidades en las que me hundo, oigo la femenina voz y pienso en una sirena de cabello rojizo -. ¡ No tiene pulso!.

- ¡No le suelte! ? la conocida voz de ?Acusica? suena cercana, quizás un par de metros a mi derecha. Espero que la sirena se de prisa -. ¡Es extremadamente peligroso!.

Algo afilado, quizás un escalpelo corto las bridas de mis piernas.

- ¡Cállese! ? la sirena es una chica de carácter -. ¡No podemos arriesgarnos a perderle!. ¡ Ayúdeme a despejar sus vías respiratorias !.

Cierro mis dientes contra un lateral de la lengua. Ignoro el dolor mientras el característico sabor de la sangre, inunda mi boca.

- ¡ No le desate las manos !.

Me es retirada la capucha y la mordaza.

- Inicie el masaje cardiaco.

La parte posterior de una mano nada femenina, se apoya sobre la parte inferior de mi esternón y comienza a presionar. Pierdo la concentración y dejo pasar algo de aire a mis pulmones. Las pequeñas manos, me echan la cabeza hacia atrás. Evito abrir los ojos cuando la boca de la doctora empieza a insuflar aire en la mía.

- ¡Sangre! ? la voz de la mujer refleja alarma -. Puede tener una lesión interna.

- No puede ser.

- Hay un gran riesgo de perderle, avise al doctor Berrenguero. Debemos extraer su cerebro antes de que los daños en el tejido sean irreversibles.

Oigo pasos que se alejan a todo prisa.

- ¡ No le desate las manos ! ? ?Acusica?, que está cayéndome peor por momentos, deja de practicarme el masaje cardiaco, por lo que supongo que es posible que esté empuñando un arma.

- ¡ Tengo que examinarle!.


El escarpelo libera mis manos y la doctora (o lo que sea) separa mis brazos y vuelve a poner en acción el instrumento cortante destrozando mis ropas.

- ¡ Doctora se lo advierto!.

- Esta lleno de heridas y golpes, pero ninguna parece de seriedad.

?Ya sé que hace tiempo que no te soba una chica, pero ¿qué tal si dejas de fantasear con tu sirena pelirroja y te mueves ?".

Decirlo es fácil, pero como mínimo en la habitación está ?Acusica? sin duda armado y la doctora que tiene un instrumento cortante a mano.

?Bueno, supongo que el que te saquen el cerebro no es tan malo...?.

¡ Joder !. Abro los ojos. Una potente luz blanca, hiere mis ojos, pero consigo distinguir a quien pertenecen las siluetas mas próximas. Por el brusco movimiento, supongo que la doctora se sobresalta. ?Acusica?, levanta las manos en las que supongo empuña algún tipo de arma. Arqueo las piernas y de un salto me planto en el suelo entre la silueta de la doctora y la del tipo del arma.. La femenina voz, suena en esta ocasión sorprendentemente firme y calmada.

- ¡No dispare!.

Eso es bueno. s ojos, empiezan a acostumbrarse a la luz. Estoy en una especie de amplia enfermería muy iluminada. Por una puerta lateral, han entrado dos guardias armados. La doctora, a la que ya puedo distinguir y ni es pelirroja ni tiene cola de sirena, toma una jeringuilla a la par que dice dirigiéndose hacia mi:

- Tranquilo. Nadie quiere hacerle daño, esto es un sedante...

Supongo que no es muy educado por mi parte, pero la agarro por la muñeca que sostiene el sedante y a la par que se la retuerzo, tiro en mi dirección. Con el otro brazo la agarro del cuello utilizándola como escudo humano.

- ¡Todo el mundo quieto o la mato!.

?Que poco original?.

?Acusica? saca el cargador de su pistola y lo tira a un lado.

- Me decepcionas ? dice -, pensaba que eras un cabrón con dos cojones y te encuentro escondiéndote tras una chica.

?Ese tío cree que eres aun mas tonto de lo que ya eres de por si?.

- Que tus hombres tiren también sus armas.

- Haré algo incluso mejor ? se vuelve hacia ellos - ¡ salid de la habitación!.

Los dos tipos obedecen sin rechistar, ?Acusica? cierra la puerta y la atranca con un pesado armario metálico, lleno de instrumental médico.

Empujo a la doctora a un lado. Aunque no tiene nada que ver con la preciosa sirena pelirroja que había imaginado, tampoco está del todo mal. Cuando acabe con ?Acusica? quizás podremos intimar un poco mas, mientras me saca de aquí.

- ¿Sabes? ? dice mi contrincante mientras pone una chulesca pose a lo Steven Seagal -, llevo esperando este momento desde que me arrojaste del autocar.

Muevo la cabeza a un lado y hacia otro. Estoy un poco oxidado, pero mentiría si dijese que no ardo en deseos de partirle la cara a ese bastardo chivato.

?¡Pero que coño haces gañan!. Esto no es ninguna puta película de acción ochentera?.

Ignoro al Cabron Paranoico. Esto es entre ?Acusica? y yo. Los dos sabíamos que este momento llegaría. Ladeo el cuerpo hacia la izquierda, y atraso la pierna derecha. Supongo que el tipo tendrá un par de cinturones negros, o que habrá echo un par de cursos de Krag Maga. Nada que no pueda compensar con mis propios conocimientos y algo de juego sucio.

?Acusica? se mueve sin prisas. Saboreando el momento. Se mueve primero hacia un lado y luego hacia el otro con los brazos cruzados y una sonrisa que estoy deseando borrar de su cara.

?Intenta provocarte, quiere que ataques primero?.

Una aguja se clava en mi hombro.

?¡Te estaba distrayendo!".

Me doy la vuelta y veo a la sonriente doctora que sostiene ante sí, la vacia jeringuilla.

- Tranquilo, solo es un calmante.

Empiezo a marearme otra vez, fijo mi vista en el mas que generoso escote de su bata. Creo que debe usar una cien de sujetador, ¿llevará sujetador?.

- Quizás debería tumbarse en la camilla.

¡No!. Tengo que resistir. Alargo la mano para intentar coger de nuevo a la doctora... a las doctoras...

?Te lo tienes merecido tonto del culo. ¡Si te despiertas en un frasco...?.

El suelo asciende violentamente hasta golpear mi cara. Es blanco, está frió.