Os dejo este, que no se muy bien si lo englobaría en el Terror o la Fnatasía, pero en todo caso creo que entra en este foro. Si no es el caso, lo siento...Se aceptan y agradecen críticas, por muy destructivas que sean
y siento que sea un poco largo (3 folios o algo más)
Siento sus labios tocando los míos. Los suyos, suaves y carnosos, se abren y una húmeda lengua se desliza más allá de mis dientes, invadiendo mi boca con su delicioso sabor. Mis manos se resbalan por la indescriptible curva de su espalda y ardo en deseos de despojarla de la tela que separa mis dedos de su piel suave y lisa, con ese tacto que solo en sueños puede existir.
Pero esto no es un sueño. Lo sé cuando sus manos frías provocan un placentero escalofrío al tocar mi cuerpo bajo la camisa. Ella también espera el momento de derribar las fronteras que separan nuestros cuerpos. Por ahora me deleito con cada instante, saboreo su boca, sus labios gruesos, mojados en saliva, pegados a mi boca, sus manos que arañan con cariñosa suavidad mi torso, su curvado cuerpo entre mis brazos.
Separamos poco a poco nuestras lenguas y aun que me cuesta un mundo dejar de besar sus labios, aleja su cara de la mía. Al abrir los ojos, sediento de ella, la veo alejarse despacio, aún los ojos entornados tras los gruesos párpados, su boca deliciosa esbozando una sonrisa de malicia y placer, su piel blanca que brilla al tacto de la luz de la luna, su cabello que acaricia mi rostro, vago recuerdo del roce de sus mejillas; tan condenadamente bella.
Abre de pronto los ojos lanzando hacía arriba los oscuros párpados y me pierdo en la intensidad de su fija mirada. En mitad de esos ojos que se debaten entre el azul y el verde claro, sus oscuras pupilas me aceleran los latidos. Apenas dejo que respire cuando aprieto con mís manos su cuerpo y vuelvo a besar, hambriento de su boca, sus labios. La sonoridad de los húmedos besos habla de placer, de amor y de deseo. Mis manos acarician sus nalgas y sus uñas acuchillan suavemente mi cuerpo, exigiendo poseerlo.
Poco a poco y entre la risa fundida al beso nos desprendemos de la ropa y, sobre ella, la aprieto aún más fuerte contra mí mientras dejo que sus dedos se paren sobre mi espalda desnuda. Siento agitarse la respiración bajo mi cuerpo, sus piernas me rodean con una caricia que me hace vibrar de placer. Me estrecha contra su piel suave y fresca, lisa y blanda, y siento como giramos y se coloca sobre mí.
Nuevamente separa de mí su sabor y su aroma. La admiro desde la cama, elevándose por encima de mi cuerpo, con sus pechos desnudos subiendo y bajando al ritmo de la frenética respiración. Beso su brazo, apoyado junto a mí, y lamiendo con deleite su dulce piel carne subo de nuevo hasta ella. Mis manos recorren todo su cuerpo, libre de prenda alguna, y su carne choca contra la mía una y otra vez al ritmo de mis latidos.
Se abalanza sobre mí apretando contra mi cuerpo sus pechos entre espasmos de placer, agitándose en el abrazo. Yo, envuelto en ella, acaricio nuevamente su espalda desnuda mientras nuestras bocas se enzarzan en un beso apasionado.
Rodamos abrazados sobre el catre en una lucha de lenguas, de manos y cuerpos desnudos en unión. Carne contra carne, ella jadea mientras yo no ceso de lamer su cuerpo, y, en un instante, siento sus húmedos labios besando mi cuello, su pelo rodeando mi cara hasta rozar el lugar donde su lengua, esa lengua, dibuja un círculo. Mis brazos se tensan apretándola, me tenso todo yo deseando volver a saborear su boca, cuando sus colmillos, levemente más grandes y afilados, se clavan en mi cuello.
Siento brotar la sangre de mi cuello hasta sus suaves labios pegados a él. Por vez primera noto latir frenético un corazón bajo el perfecto pecho izquierdo. Mi cuerpo se relaja mientras se enfría, pero su piel se vuelve más cálida a medida que mi sangre fluye por su boca. Su sinuosa figura se desliza y retuerce sobre mi cuerpo, frotando su suave tacto conmigo. Finalmente, cesa. La sangre deja de correr por mi cuello.
Ella separa su boca de mí. Me contempla con sus ojos profundos y gesto compasivo mientras sus manos me acarician el rostro y une finalmente sus labios a los míos. Me besa con ardor antes de incorporarse. Veo en pie todo su cuerpo desnudo con su blanquecina piel brillando a la luz de la luna. Todo lo demás en el cuarto deja de existir excepto su brillante silueta. La veo vestirse, ponerse de nuevo el sostén, escondiendo sus pechos, ocultando su ombligo, sus piernas, toda ella envuelta en el vestido oscuro.
Sin lanzar siquiera una mirada atrás, sala por la ventana abierta dejándome solo y desnudo, frío como el hielo sobre el catre iluminado por la luna. Apenas noto mi propio corazón latir con la lentitud de un tambor fúnebre. De pronto me siento solo. La echo de menos.
Me relamo sintiendo el último sabor que ha dejado en mi boca. Es el sabor de mi propia sangre, pero no importa, es su sabor. Estremeciéndome con cada movimiento, me incorporo con la mente ocupada únicamente en ella. Me visto y sin dudarlo me lanzo por la ventana alzando el vuelo. Apenas se aceleran mis latidos pese a la temeridad del acto. Sobrevuelo el pueblo en busca de su perfección, de su brillo.
Tanto me posee su aliento, tanto ansío volver a estrecharla contra mí y sentir su boca sonreír pegada a mis labios que no me sorprendo de haber logrado volar ni me causa el menos asombro contemplar el pueblo a vista de pájaro. Solo hay una cosa que deseo poder ver. Nada más importa. Solo ella.
¿Por qué se fue? ¿Por qué me dejó después de amarme? Dios mío, ¿quién era, tan bella, tan perfecta? ¿Por qué me eligió si después iba a abandonarme? Apenas puedo concentrarme en el vuelo, acosado por miles de dudas. ¿Por qué me dio la mejor noche de mi vida, por qué me siento tan vacío? La busco ansioso, necesito respuestas, pero, sobre todo, la necesito a ella.
Nubla mi juicio durante horas de solitario vuelo a la luz de la luna su turbador mirar, esos ojos claros y profundos que me atormentan al no estar conmigo. No obstante, el sol comienza a intuirse en el horizonte y siento la necesidad de refugiarme. Presiento por instinto que no la encontrare durante el día. Siquiera al traspasar el umbral de la ventana de mi alcoba y posarme delicadamente en el suelo se acelera un ápice mi pausado corazón.
Corro las cortinas y me tiendo sobre la cama. Mis sueños se dedican todos a ella, confundiendo el tacto de las sábanas con el de su piel, soñando con mis manos reptando por su cintura, mis labios besándola con devoción. Despierto furioso, noto la profunda ira que me produce su ausencia. Me pongo en pie de un salto, de un golpe descorro las cortinas que dejan entrar de nuevo el fulgor de plata de la noche. Me dispongo y de un salto vuelo en busca del objeto de mi furia.
Sobre azoteas y tejados de tejas rotas planeo desesperado por hallarla. Cruzo el aire como una negra centella espantando a pájaros nocturnos y murciélagos. Finalmente, cegado por la rabia, bajo a la calle. Cuando encuentro un gato vagabundo desfilando por la empedrada calzada, le asesto por reflejo un zarpazo. El animal, envuelto en sangre, sale despedido varios metros convertido en poco más que jirones.
Contemplo por primera vez mi cuerpo. Mi piel poco a poco ha ido perdiendo su color, acercándose al pálido resplandor de la luna. Mis uñas se han tornado en finas garras. Y al palpar con la lengua en mis dientes, siento inusualmente punzantes mis colmillos.
Siento súbito un escalofrió. En ese instante me percato de que me he convertido en un monstruo, y busco en mi mente la manera de calmar mis pensamientos, que tras tatas horas de moverse por impulso, llegan como un torrente a mi cabeza.
Algo, no obstante, me distrae del terror que me ha golpeado en un segundo. Un amplio ventanal en una casa? De un salto alcanzo a posarme sobre la barandilla del balcón y, como iluminada por un relámpago, la veo tras el cristal de la ventana. Tan bella como en mis atormentados recuerdos, veo caer su cuerpo, que poco a poco se libera de los tirantes del vestido, sobre la cama entre los brazos de un joven de mirada lasciva.
La furia que me embarga al ver las manos de otro desnudar sus pálidos hombros me atraviesa el corazón. Por vez primera desde que me dejó, mi pecho retumba poseído por una rabia arrolladora. Atravieso con un aullido de odio el ventanal entre el ruido del cristal haciéndose añicos. Veo como ella se incorpora, dibujando en sus labios un gesto de asustada sorpresa, sus ojos abrirse levantando sus pestañas sobre las sombras del cuarto. Escucho el grito de su amante cuando de un manotazo le desgarro la garganta.
El chillido del desgraciado aún retumba en mis oídos cuando su cuerpo, chorreando sangre, se estampa contra una pared. Me laten las venas de la sien, mi cabeza pide a gritos explotar y apenas veo nada cuando me vuelvo hacía ella. De pronto, la puerta se abre y entran varios hombres a la llamada de auxilio del joven que agoniza en una esquina del cuarto. Ella se lanza y de un golpe abre el pecho del primero. Mientras este se desploma sobre es suelo con el cuerpo abierto derramando entrañas, el segundo la golpea. Ella cae al suelo. La ira que me invade me impulsa y sin pensarlo vuelo hasta él y de un mordisco le arranco la nuez, mandándole de un golpe al otro lado de la estancia.
De pronto, algo me golpea en el pecho. Salgo despedido varios metros hasta chocar contra una pared, astillando un mueble con mi espalda. Aún intento recuperar el aliento cuando escucho un agudo grito. Ella forcejea con otro hombre al que las uñas de la chica han desprovisto de la piel de la cara. Él se defiende blandiendo una cruz que brilla plateada como la piel de la chica a la luz de la luna.
Me incorporó y atravieso el vientre del hombre. La cruz me golpea el desnudo antebrazo, y me derrumbo apenas consciente con el brazo y el pecho ardiendo de dolor sobre el suelo cubierto de sangre. Oigo más gritos y siento más sangre brotando de cuerpos hendidos por garras y colmillos. Al ponerme en pie, aún mareado, hasta ocho personas reposan desangrándose en el piso.
La miro. Feroz asesina, con los hombros desnudos brillando pálidos a la luz de la luna. Sus ojos claros se fijan en mí, sus pupilas negras como las sombras que la envuelven se clavan en mi rostro. El fuerte aroma a sangre flota en el ambiente cargado de muerte. Furioso, empiezo a dibujar círculos hacía ella. Nos observamos, presos de la ira. Poco a poco nos acercamos como dos animales a punto de enzarzarse en una lucha a muerte. Por encima del hedor de la sangre derramada puedo sentir su ansiado olor?
Me lanzo sobre ella, la empujó contra las sábanas empapadas de sangre, aferro sus muñecas. Ella me mira con rabia, abre la boca mostrando amenazante los colmillos, ruge y su aliento se estampa fragante en mi rostro. Acerco mis labios a los suyos mostrando yo también los dientes con el rostro contraído en un gesto de furia, y la beso. Su lengua amenazante entra en mi boca, su sabor me invade de nuevo, relajo la presión en sus muñecas, ya no tensas sino suaves y blandas. Siento de nuevo sus besos, su cuerpo, sus pechos aplastados contra mí, la sangre que invade el aire, sus manos apretando mi rostro contra el suyo.
Fundidos el uno en el otro. Alejo mis labios de su sabor, y dudo si debo apresurarme a volver a ellos. Ella abre los ojos, extrañada, preocupada. Sus oscuras pupilas envueltas en la claridad del iris brillan a la luz de la noche.
-No me dejes-alcanzo a jadear antes de besarla.
-Nunca-me responde en un suspiro mientras sus labios se tocan con los míos.
Y me creo lo que dice, dejando que su sabor me invada de nuevo.
solo una palabra INCREIBLE, me ha encantado sobretodo el final no me lo esperaba jeejej. Tiene un toque terror y otro calenturiento 
La verdad es que soy muy autocrítico, y estaba cagado con la acogida que podría tener esto...
