Las niñas buenas no salen el fin de semana Capitulo 1

[Panzer172]

Capitulo 1

Una lágrima de sangre recorría la helada mejilla de una bella joven, cuyo cuerpo desnudo y lleno de letales cortes se enfriaba sobre un lecho de muerte. Su cadáver se encontraba al pie de una montaña de cuerpos femeninos tan helados como el suyo. Los cadáveres de la mayoría de esas mujeres lucían desagradables cicatrices en todo el cuerpo. Algunas tenían severas mutilaciones y otras cortes tan profundos que con facilidad se podían ver sus entrañas o sus sesos. Todas ellas estaban en una enorme habitación con paredes y techo de roca sólida. El piso era de cemento y tenia varias manchas de sangre que jamás pudieron ser borradas. Solo dos focos iluminaban el lugar, el cual se asemejaba más a una cueva. Una gruesa puerta de acero era la única entrada a aquella habitación.
Mientras la anatomía de la bella joven se descomponía junto con los otros cadáveres, sus hermosos ojos azules estaban fijos sobre los seis hombres que se encontraban en la habitación. Los sujetos vestían pantalones, casacas y botas oscuras. Además todos cubrían sus cabezas con mascaras de perros de raza rottweiler. Los hombres estaban alrededor de una vieja maquina trituradora. Todos aguardaban la orden para comenzar a trabajar. En esos momentos un hombre delgado y con anteojos entro a la habitación y de inmediato les ordeno que encendieran la maquina. Detrás del hombre de anteojos entraron dos hombres más que vestían igual que los seis que se encontraban dentro del cuarto. Los dos hombres cargaban una camilla de madera que llevaba encima dos mujeres mutiladas. Los cuerpos de las dos féminas fueron puestos en una esquina de la habitación junto con el resto de cuerpos.
Todos los hombres se colocaron encima mandiles blancos de carnicero. El hombre de anteojos se puso un cubre bocas antes de comenzar a hacer sus apuntes. El ruido de la trituradora era muy fuerte. Sin embargo, aun así todos podían comunicarse entre si. El hueco de entrada de la trituradora era lo suficientemente grande como para que un ser humano pudiera entrar sin problemas. Frente al hueco de salida de la maquina, dos hombres mantenían abierta una gran bolsa negra de plástico. El cuerpo de la joven de los ojos azules fue el primero en ser llevado a la trituradora. El hombre de anteojos se acerco al cuerpo para ver de cerca el número que estaba tatuado en el brazo izquierdo de la joven. Luego de apuntar el número, el hombre de anteojos ordeno que la bella joven fuera echada a la trituradora. Dos hombres se encargaron de meter el cadáver de cabeza dentro de la ruidosa maquina. El cadáver de la joven tuvo que ser sostenido de los pies. Lentamente los dos hombres fueron ingresando el cadáver dentro de la trituradora. La sangre salpicaba en grandes cantidades. Debido a eso los mandiles de los dos hombres quedaron empapados de sangre en muy pocos segundos.
Mientras el cuerpo de la joven se iba desmenuzando, el sonido de los huesos y la piel haciéndose pedazos inundaba toda la habitación. Además los dos hombres que se encontraban esperando frente al hueco de salida de la trituradora veían como el cuerpo deshecho, de quien alguna vez fue la hija de alguien, llenaba la bolsa de plástico que ambos sostenían.
Cuando los hombres con cabeza de perro se disponían a tomar otro cadáver, uno de ellos se percato que una de las mujeres aun estaba viva, pero respirando con dificultad. De inmediato le informo el hecho al hombre de anteojos, quien se dirigió rápidamente a donde se encontraban los cadáveres. Al ver que a la mujer le faltaba una pierna, el hombre de anteojos ordeno enseguida que la mujer fuera echada a la trituradora. Los hombres con cabeza de perro cumplieron esa inhumana orden sin ninguna objeción.
Después de hacer trizas todos los cuerpos, los hombres con cabeza de perro, cuyos mandiles estaban teñidos de rojo, sacaron de la habitación todas las bolsas llenas con cadáveres triturados.
-Ahora son libres señoritas ?dijo el hombre de anteojos observando las bolsas de plástico frente a él.
En la habitación solo se quedo un hombre con cabeza de perro, quien debía de limpiar los charcos de sangre que habían quedado en el piso. Al terminar su tarea, el sujeto apago las luces y cerro la puerta de aquella habitación llena de almas sin descanso.

En una de las aulas e la facultad de educación de la universidad de San Marcos, cuarenta alumnos rendían un difícil examen del curso de psicopedagogía. La prueba era la última que todos debían dar para pasar el cuarto ciclo de sus carreras. El profesor de dicha materia no despegaba los ojos de las carpetas de sus pupilos. Quería estar atento a cualquier intento de trampa. El profesor era un hombre de contextura gruesa y lucia algunas canas en la poca cabellera que aun le quedaba. Le gustaba caminar cerca de cada una de las carpetas del aula cada vez que había algún examen ya si ejercer más presión sobre sus alumnos.
Entre toda esa cantidad de futuros y futuras maestras se encontraba Alicia, una linda joven de cabello negro y figura grácil. Su sueño era convertirse en maestra de educación primaria. Desde niña siempre supo lo que quería ser de grande. A los doce años, ella se encargo de enseñarle a sus primos y primas de seis años a leer y escribir. Alicia era una joven muy inteligente. Siempre se amanecía estudiando para salir muy bien en sus exámenes. Para la prueba final de psicopedagogía, Alicia se había exigido el doble de lo acostumbrado.
El profesor que le había tocado a Alicia para llevar el curso se caracterizaba por desaprobar siempre a cerca de la mitad de su clase al final de cada ciclo. El hombre era muy estricto y a muchos compañeros y compañeras de Alicia les fue difícil seguir su duro estilo de enseñanza. Alicia fue una de las pocas que logro conseguir buenas calificaciones a lo largo de todo el curso.
Cuando el reloj marco las dos de la tarde, el ruido del timbre empezó a inundar los pasillos de toda la facultad de educación. El sonido lleno de desesperación a los alumnos que aun no habían terminado el examen. Con manos temblorosas la mayoría comenzó a marcar al azar las respuestas de sus pruebas. Sin embargo, a tan solo cinco segundos de haber comenzado a sonar el timbre, el profesor de psicopedagogía dijo en voz alta: ?¡Suelten sus lápices ahora mismo!?.
Los jóvenes universitarios obedecieron la orden como si esta hubiera provenido de la boca de un coronel del ejército. Solo hubo un alumno que soltó su lápiz dos segundos después de haber escuchado la orden. El profesor se acerco a ese muchacho y sin decir ni una palabra le arrebato su examen y lo hizo trizas en frente de toda la clase. El joven miro horrorizado como su prueba dejaba de existir. La ira se apodero de él por completo y sin pensarlo dos veces le grito al profesor: ?¡Ojala que se muera, viejo hijo de puta!?
Luego de descargar su furia, el joven tomo sus cosas y se marcho del salón azotando la puerta.

Si te gustaron estas primeras cuatro paginas, puedes continuar leyendo mi novela en mi blog.
Es mi deber precisar que mi historia contiene varios pasajes que pueden resultar excesivamente fuertes para algunos. Con esto no quiero decir que mi novela solo contiene sangre y violencia. El drama también esta presente así como algunas escenas de romance. Claro que en esta historia los romances florecerán en medio de una infernal pesadilla. Espero que disfruten de mi novela y no olviden enviarme sus críticas y comentarios. Gracias por su tiempo.
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