Relato AoC: La Guerra en la Sangre

[Evil_Konan]

Este relato esta ambientado en el mundo y la era de Conan, lo publico en el foro oficial del juego y lo hago aqui tambien, no sale Conan y para los que no lo hayan leido el relato transcurre en una granja cerca del reino de Aquilonia (donde gobierna Conan como Rey) que es asaltada por una tribu de pictos (salvajes que viven en la fronetar occidental) espero que la disfruteis.

Cap I: Memorias del Superviviente

Amanece. La gran esfera de luz asciende por el horizonte bañando los arrasados campos de verduras y hortalizas pisoteadas y cubiertas del rocío del alba y los restos de lluvia de anoche. El amanecer trae el olor del humo y la muerte y transporta mi mente a un pasado no muy lejano, a tiempos de batallas y saqueos en los reinos fronterizos y en las colonias de las tierras pictas. Y ha habido una batalla ahora. Veo gente al mi alrededor, soldados aquilonios, defensores de nuestra patria que son atraídos aquí por la columna de hubo que es ahora mi hogar. Comprueban mi estado, creen que me estoy muriendo, miran los demás cadáveres y se asombran? no son capaces de imaginar lo ocurrido por lo que me llueven preguntas que las oigo como voces muy lejanas pese a que sus duros y disciplinados rostros los tengo muy cerca. ¿Qué ocurrió? Lo contaré desde el principio.

Taurus de Tarantia no parecía un hombre de la capital de Aquilonia sino más bien un nativo de las salvajes e inhóspitas tierras del norte. Quizás debido a su ya lejana juventud marcada por la guerra al servicio de los dementes caprichos del rey Numedides, pasando luego a mostrar su lealtad a su usurpador el rey Conan I. Era un hombre duro y de apariencia amenazadora pese a que quizás esté en su actitud más serena, pero aquella mañana no estaba sereno y si lo estaba no lo demostraba mientras hacía descender su cinturón de cuero desgastado una y otra vez sobre las carnes desnudas de sus hijos más pequeños.

- ¡Os he dicho mil veces que no entréis en el bosque!- gritaba mientras los chasquidos de los latigazos se escuchaban por todo el campo acompañados de los gritos y lloriqueos de los niños. Cuando cesó el castigo, solo se escuchaba los llantos infantiles, Taurus se limpió el sudor de la frente e hizo que los niños le mirasen- Estamos cerca de la frontera de los pictos y esos bosques son territorios de caza mío y el de ese estúpido zíngaro de Mare? basta con que os vean esos salvajes o ese estúpido os confunda con su maldito lobo que lleva semanas persiguiendo para que os llevéis una flecha en las tripas. ¿Es que queréis morir?
- ¡Buscábamos a Conan!- respondió Artur nombrando al perro que llamaron como al rey de Aquilonia.
- Eso no es excusa, ese maldito perro sabe volver acá cuando le conviene y si ha muerto es prueba de los que os digo, ahora vestíos y encerraros a vuestro cuarto y no salgáis hasta que yo lo diga, como molestéis a vuestra madre os mataré a latigazos.Dejad de llorar!¡Sobretodo tú Artur que eres un hombre!

Los niños obedecieron y Taurus se abrochó el cinturón mientras los veía alojarse a la granja. Mientras sus hermanos mayores trabajan en el campo no prestaban atención a sus rostros llorosos, ya pasaron también por eso. Taurus salió del establo con aire marcial y severo que le caracteriza y observó a los tres jóvenes que trabajaban en la huerta. Justos, Máximo y Demetrio, muchachos en camino de ser hombres, Taurus frunció el ceño y se dirigió a ellos con paso militar.

- ¡Eh!- ellos se plantaron hacía él como soldados- ¿Dónde está Adriano?
- Ha ido a acompañar a Olga a recoger el agua- respondió el moreno Justos.
- ¿Es que no se va a separar de su hermana? ¿Qué hace con ella y no con vosotros trabajando?
Ellos se miraron y Máximo tomó la palabra.

- Olga le dijo que vio a extraños siguiéndola el otro día y temía que la violasen.

Taurus miró severamente el rostro del muchacho como tratando de averiguar algún indicio de engaño por encubrir al hermano mayor. Entonces se relajó.

- Todo un hombre, siempre fue protector con Olga, pero ese ofrecimiento le honra? pero preferiría ser yo quien se ocupara de esos extraños, la próxima vez si lo sabéis de antemano me lo decís sin dudarlo.
- Si, papá- respondieron al unísono.
- ¿Y donde está Arus?

Esta vez dudaron antes de responder, dudaron demasiado tiempo como quien duda en delatar a un compañero. Taurus aguardó a lo que seguro que iba a ser una mentira ya que conocía bien a su tercer hijo, cuando Justos se disponía a hablar Taurus le cortó.

- No me mintáis? ¿Dónde está vuestro hermano?
- No lo sabemos, dijo que vendría con nosotros luego?
- ¡Por Mitra, que lo mataré! ¿Por donde ha ido ese holgazán afeminado?- Demetrio, que hasta entonces estaba callado señaló una dirección. Taurus la siguió con la mirada y gruñó. Era el campo de flores que se encontraba detrás de la arboleda que hay frente al lado oriental de la casa- Seguid y esta tarde hay entrenamiento.

Dejó a los chicos y recorrió a grandes zancadas al lugar señalado. Cruzó entre varios pinos puntiagudos y recorrió con la vista el extenso campo de flores. Arus es el segundo hijo varón y al tenor del padre siempre dio problemas, los castigos no fueron más por ser el favorito de su madre la cual ahora yace con fiebre en la cama. Era el más contestatario y más rebelde y desde que llegó a sus manos un poema del fallecido y traidor a la patria Rinaldo, está obsesionado con la idea de ser un poeta. Adriano es el mayor y está apunto de marchar a formar parte de las filas del ejército y Arus le seguirá de cerca si es que no va con él. Es hora de que sean hombres y en la mente marcada con acero y fuego de Taurus solo en la guerra demostraran ser hombres como él entiende. En su mente recuerda el fragor de la batalla y los cantos de victoria y los gritos de los moribundos, los recuerda cada día con obsesivo orgullo. Sirvió como guardián en Tarantia y fue soldado en la frontera, ahora sus avanzados cincuenta años y con múltiples lesiones que le dejaron inutilizable un ojo destrozado, un oído sordo e insensible el brazo izquierdo aparte de un dolor constante en la pierna izquierda. Son recuerdos de gloriosos tiempos al servicio de Conan quien recompensó en persona por su valentía con una granja grande donde poder formar una numerosa familia que portaran su sangre de generaciones de guerreros? nada de poetas. Incluso él pese a la edad y sus lesiones aun podía vencer a guerreros más jóvenes si se descuidaban o lo subestimaban.

Finalmente, lo detectó por el oído que aun escuchaba una voz melódica que entonaba el ya sabido poema de Rinaldo y las venas se le hincharon en las sienes.

- ¡Arus!- gritó con ira. La voz calló de repente y se mantuvo un rato de silencio- ¡Sal de donde estés, gusano, sé que estás aquí!

Entonces en un lugar no muy lejano de donde estaba surgió de entre las flores un joven pálido y de finos bigotes y cabellos largos, oscuros y rizados.

- ¡Ven aquí!- le ordenó imperioso y él muchacho dubitativo se acercó- ¿Qué demonios haces aquí?
- Estaba? estaba?
- Estabas?- repitió él- ¡Estabas ganduleando! ¡Cantando poesías entre las flores como un asaltacunas nemedio! ¡Yo de ti quiero ya un hombre!- Ante la avalancha de gritos, Arus ya temió algún azote con la mano, entonces Taurus habló con más calma pero sin dejar su tono amenazador- Acabo de azotar a tus hermanos Artur y Milena y lamento no haberlo hecho más contigo por que tu madre se interponía? pero eso tiene arreglo, ya eres mayor para recibir la correa pero esta tarde vas a sudar, a sangrar y llorar como un regimiento entero en una batalla infernal? eso te lo garantizo, me tienes harto con tus poesía y tus escapadas del trabajo diario, esta tarde vas a entrenar hasta el alba del día siguiente y pobre de ti sino cumples con lo que te ordene.
- Si tanto me desprecias ¿por que no me echas del hogar?
- Eso te gustaría a ti ¿te crees que no escucho tus fantasías de escapar de tu casa? ¿De perderte por ahí con tus inútiles poesías? Ganarías más dejándote sodomizar por los mercaderes viciosos de Zamora y ningún hijo con mi sangre, por muy inútil e imbécil que sea no va a caer en eso. No, hijo, vas a quedarte aquí hasta que me demuestres que eres un hombre y para eso aun queda mucho, lo que no me has demostrado en estos años no me lo demostrarás en pocos días. Tu madre está enferma y no está para tus lloriqueos, tu hermano Adriano pronto irá a formar en las filas de reclutas y yo haré que tu le sigas, ahora ve con tus hermanos y lleva al buey a arar la tierra quiero ver esas manos callosas y sangrantes al medio día? ¡Arreando!

Y Arus, cabizbajo, obedeció. Murmurando maldiciones de incontenible odio. Taurus con su ojo sano en aquel rostro abrasado de cicatrices y quemaduras lo observaba con indiferencia y hasta un halo de desprecio mientras se mesaba el grueso bigote gris maquinando el entrenamiento especial que le tendría preparado. Cuando regresó a la huerta, Adriano ya estaba con los otros chicos con el torso desnudo y trabajando la tierra. Era su orgullo, su cuerpo era fibroso ya que era al quien más había exigido esfuerzo físico, con la piel bronceada por el prehistórico sol y una larga cabellera rubia recogida en una coleta trenzada por su hermana Olga, parecía una versión juvenil del propio rey, aquel bárbaro de Cimmeria, sus ojos verdes mostraban disciplina y severidad cual halcón vigilante y sus hermanos le siguen y le escuchan como a un líder nato. Taurus se permitió una leve sonrisa de su pétreo rostro y se dirigió a sus hijos para dar instrucciones del trabajo de hoy.

Trabajaron durante toda la mañana y al mediodía fueron a casa donde Olga ya tenía preparado el almuerzo, fueron todos menos Arus quien aun trabajaba por orden y bajo amenaza de azotes de su padre, y los pequeños Artur y Milena que estaban castigados en su cuarto. Comieron en silencio, reservados unos con otros mientras tragaban cucharadas de habichuelas en aceitosa salsa. Taurus apenas los miró, estaba absorto como siempre en sus recuerdos, raro era que no hablara de campañas pasadas como hacía siempre, narrando sus hazañas reconocidas por el propio Conan. Aquellas narraciones entusiasmaban a los más jóvenes, le era indiferente a Olga, Adriano lo escuchaba serio y atento y Arus se aburría y se impacientaba. Cuando acabaron, Olga como siempre recogía los platos, Taurus la siguió con la mirada como añorando la belleza juvenil de su madre y se levantó a buscar a los pequeños. Normalmente los llamaba a gritos pero no quería molestar a su mujer.

Trató de ser sigiloso mientras subía las escaleras, la casa era grande, de las pocas en aquellas regiones con dos pisos, construidas con sólida roca y con tablas de duro roble. Fue construida como premio a su conquista de una región picta que atacó las fronteras aquilonias, pese a que Taurus expresó su deseo de construirla él mismo con sus propias manos, el lugarteniente de Conan, Próspero, insistió que fueran varios arquitectos y albañiles. Era otra parte de su orgullo. Abrió la puerta del amplio dormitorio, observó las tres literas de los chicos a un lado y la de las chicas en otro y llamó en voz baja a los pequeños para que fueran a comer. Estos obedecieron sin rechistar y a la vuelta escuchó la débil voz de Tara desde su dormitorio.

- ¡Taurus!

El aludido estuvo apunto de hacer oídos sordos pero al volverla a escuchar y temer que se levantara de la cama obedeció a la llamada y entró en el cuarto. Sobre el ancho lecho, envuelta en sabanas y cubierta por una película de brillante sudor y pálida, se encontraba Tara, más joven que Taurus pero también una mujer mayor cuyas arrugas y canas ya asomaban con descaro delatando su edad. Ella miraba con severidad y hastío a su marido.

- ¿Qué quieres?- dijo tan secamente como si ella fuera una vulgar vagabunda.
- Has vuelto a pegar a los niños.
- Debía hacerlo- respondió él serio.
- Solo buscaban a su perro.
- Estoy harto de ese perro? es peligroso andarse en el bosque sin saber como volver ¿Acaso quieres que se pierdan?
- ¿No bastaba con decirlo? ¿Con regañarlos simplemente? No, tu tienes que márcalos a golpes como si fuera un ganado al que marcar con hierro al rojo? y no me atrevo a repetir esto por que capaz eres de usar hierros al rojo. Tu tienes que mostrar tu brutalidad y tu violencia, ¡Son tus hijos! ¡Tus niños! ¡No soldados! ¿Cuándo se te va a meter esto en la roca que tienes por cabeza?
- Escucha- dijo con severidad- Te he tolerado muchas cosas. Si no estuvieras enferma te azotaría como un hombre azotaría a una mujer normal por tus palabras y tu tono. Ya has convertido a Arus en un despojo, no voy a dejar que desperdicies a mis hijos con tu sensiblería ¿no tienes suficiente con Olga y Milena? Hay mujeres sirviendo a las armas por Aquilonia, el rey reconoce el valor por igual a chicos como a chicas ¿Entreno también a tus hijas? Al final, como sigas incordiándome te quedarás sola trabajando en el hogar- él veía ya hasta odio en ella- Ahora descansa, cariño- dijo esto sin ninguna ternura- El matasanos te obligó a reposo absoluto, si es necesario te ataré a la cama y te amordazaré como vuelvas a molestarme y a cuestionar mi deber como padre.

Dicho esto se fue dando un portazo.

Fue a buscar su espada de madera de entrenamiento y en el jardín circular con el muñeco de paja donde entrenaba a sus hijos se encontrabas todos ellos con sus armas menos Arus. Ordenó a Justos a que fuera a buscarlo y que viniera aquí para su entrenamiento.



- Maldito hijo de perra, espero que Mitra lo ignore, espero que se pudra en el infierno? lastima que su maldita guerra no lo convirtió en un tullido por completo, ojala fuera él que no pudiera levantarse de la cama? con los pies mutilados y con dificultades para respirar, se comería mis vómitos y mis excrementos?- y una larga sarta de maldiciones, insultos y obscenidades y blasfemias con la imagen de su padre como diana de todo ello en la imaginación contaminada de ira y odio de Arus, mientras empujaba el arado que el buey tiraba con pereza- Demuestra que eres hombre? ¡Ja! Si ser hombre es ser como él prefiero ser sodomizado por los mercaderes?

Calló al advertir un movimiento raro en la maleza del bosque que rodea los campos, estaba ya al extremo occidental de los dominios de la familia y el bosque lo tiene a un tiro de piedra de donde estaba. Se secó el sudor que le corría a chorros por la frente y buscó con la mirada el origen del movimiento extraño que advirtió. Entonces se detuvo al ver a alguien acercándose desde las sombras. Entonces por un momento se le heló la sangre en las venas al ver el hombre, al principio creyó que era un muerto viviente, estaba cubierto casi por completo de sangre y con las vestimentas hechas jirones, caminaba con los brazos caídos y con la mirada perdida.

- Arus- escuchó a Justos a su espalda- Padre te llama para?-Él también lo vio por lo que no era una alucinación- ¡Mitra misericordioso!- y se colocó al lado del inmóvil Arus blandiendo su espada de madera.- Espera? ¡Es Mare! ¡El zíngaro!

Mare, que vivía más cerca de la frontera con los pictos con su familia y servía al fuerte fronterizo como cazador y peletero. Miró a los dos muchachos y por un momento alzó las manos con actitud amenazante con el rostro marcado por la demencia? pero los reconoció.

- Niños?- les llamó como siempre los llamaba-? avisad a vuestro padre- dicho esto cayó al suelo, terriblemente agotado.

Justos corrió a donde estaba su padre y en pocos segundos este y todos los demás hermanos corrieron al lugar. Taurus portaba un hacha de leñador con el que preparaba la hoguera.

- Mitra?- juró al ver el estado del vecino extranjero, se arrodilló sobre él y le agarró de las solapas de su jubón de cuero rasgado- ¿Quién te ha hecho esto? ¿Bandidos?
- ¡Salvajes! ¡Están luchando en el fuerte!... ¡Son demasiados!...- se desmayó.

Taurus ordenó a sus hijos que lo portaran a la casa y lo pusieran sobre la mesa del comedor. Él se quedo unos minutos en los límites de sus campos buscando con la mirada a posibles perseguidores. Entonces vio un leve movimiento, se fijó en aquel punto brevemente y se dio la vuelta como quien no lo había visto. Entonces de improviso lanzó el hacha con todas sus fuerzas que no eran pocas y desde luego era demasiada para su edad. El hacha voló dando vueltas y desapareció en los arbustos donde Taurus creyó ver algo? y no había algo sino alguien que chilló como una bestia salvaje, al instante, apareció un hombre pequeño y bronceado con pinturas azules por el cuerpo en forma de patas de araña y con el hacha clavada en el hombro. Taurus corrió casi cojeando y le arranco el hacha del hombro y acto seguido golpeó en el cuello, el picto se arrodilló espumeando sangre por la boca y lanzando repulsivos gorgoteos y el aquilonio volvió a golpear una y otra vez hasta que la cabeza salió volando del torso semidesnudo y pintarrajeado.

Mientras recuperaba el aliento observaba alerta el resto de la maleza en busca de más perseguidores? no los había. Observó el picto muerto y dedujo de a que clan pertenecía por el rapado de su cabeza, a excepción de una pequeña coleta negra y la forma de sus pinturas, uno de sus antebrazos sangraba por profundas mordeduras sin duda de algún can. Agarró la cabeza cortada y volvió a su hogar donde esperaba que Mare hubiera recobrado la consciencia.

Y así era.
Todos los hijos rodeaban al herido que estaba tendido sobre la gran mesa de roble, chorreando sangre a su alrededor. Olga y Adriano lo vendaban y lo atendían como podían. Taurus apartó bruscamente a sus hijos se colocó frente al zíngaro.

- ¿Solo te perseguía este?- colocó la cabeza cortada sobre la mesa. Los hermanos se apartaron al verla, Olga lanzó un grito de horror y los pequeños lloraron de miedo al verlo, Mare parecía estar a punto de volver a desmayarse al ver la mirada vacía de aquel rostro pesadillesco- ¡Callaros, maldición! ¿Solo era este, maldito zíngaro?
- Me persiguieron cuatro por el bosque? a dos los maté con mis flechas, al tercero lo combatí con mi puñal por que estaba demasiado cerca? me hirió con su hacha de piedra? ¡creí que no sobreviviría por Mitra!- de su boca salía hilos de sangre- Pero le clavé mi puñal en cuello? se llevó consigo antes de caer? entonces silbó una flecha y vi a un cuarto a lo lejos? pero Mitra me ayudó? le atacó el lobo que llevaba tiempo persiguiendo? y yo aproveché para huir.
- El picto que acabo de matar debía ser el último? si los demás tratan de hacerse con el fuerte de Agram? estamos por ahora a salvo.
- Nada de eso- Advirtió como loco el zíngaro- No los has visto, son muchos, han debido reunirse muchas tribus, pues las pintadas y los adornos eran todas diferentes? ¡planean una nueva invasión!... Debes coger a tus hijos e irte a avisar al campamento norte a que manden refuerzos? no aguantarán ni dos días.
- ¿Qué sabes tú de guerras jodido zíngaro? Demasiado raro que uno de tu raza se dedique a la caza tan al norte de tus playas y viñedos, para encima que tenga conocimientos militares. El fuerte ya enviaría mensajeros como rayos. Pero es nuestro deber buscar refuerzos? irás tú en cuanto puedas caminar con los vendajes.

Arus se adelantó.

- Padre, no puede ni beber agua, debemos hacer lo que él?
- ¡Cállate! ¡Haremos lo que yo diga!... y lo que yo digo es defender nuestro hogar.
- ¡Estás loco, Taurus!- dijo el zíngaro- He corrido hasta aquí para avisaros y salvaros? si se os echa encima? aunque solo sea una sola de las tribus? no tendréis ninguna posibilidad.
- No vendrán? y si vienen será un grupo pequeño en busca de los perdidos que has matado siguiendo tu rastro de sangre? el fuerte aguantará días de asedio y esta noche va a llover sin duda y borrará tus rastros de sangre, si nadie viene por la tarde yo mismo enterraré los cuerpos que has dejado.
- ¡Vendrán! ¡Son demasiados!
- No lo harán, no es la primera vez que nos invaden? irán a la aldea del sur, lejos de la nuestra casa. Solo vendrían los que echen de menos a los desaparecidos y a esos los podemos contener.
- Mitra?- juró el zingaro antes de volver a desmayarse.
- Olga, atiéndolo?, Milena, Artur iros con vuestra madre, los demás venid conmigo.- ordenó severo.

Fueron a una pequeña habitación casi desconocida para los muchachos, era un cuarto donde solo entraba Taurus a solas y hoy estaba rodeado de sus hijos. El cuarto solo había una mesa y un gran baúl. Y objetos para afilar aceros y aceites enfrascados. Abrió el baúl y fue sacando espadas envainadas de un metro de largo con adornos de leones y águilas tallados en sus empuñaduras.

- Esperaba el día adecuado para daros a cada uno una espada antes de que abandonarais el hogar en busca de la gloria y el honor de servir a Aquilonia, he cuidado y mantenido estas espadas como tesoros. Fueron forjadas por lo mejores maestros de Tarantia y espadas como estas sirvieron a conquistadores como Conan o Trocero? hoy es un día aciago e inoportuno y me veo obligado a adelantar mis planes. Tomad.

El primero en recibir la espada fue el alto y rubio Adriano, severo pero visiblemente nervioso y aturdido. El segundo fue Justos quien parecía alegre de tener por fin una espada de verdad, luego Máximo el cual parecía que la suya pesaba demasiado, el siguiente Demetrio la viva imagen de su padre a su edad pero más asustadizo y por último a Arus quien se negaba a cogerla.

- ¡Cógela, maldito seas!
- ¡Esto es una locura!- respondió el joven- Vas a conseguir que nos maten a todos?
El padre por respuesta le dio un puñetazo y le rompió el labio inferior. Acto seguido aprovechando que Arus dio con la espalda en la pared desenvaino la espada y como un rayo puso la punta a unos centímetros de la garganta de su hijo.

- Vas a ser hombre hoy o te mataré aquí mismo? tu eliges.

Todos en tensión miraron estupefactos la escena. Entonces Adriano con su mirada severa pero tranquila apartó con la mano la espada de su padre del cuello de su hermano.

- Luchará, padre, defenderá el hogar como todos- entonces se dirigió a su hermano- coge la espada de una vez y cállate Arus.
- ¡Ja!- soltó el aludido con tono despectivo- ¿Te crees el más noble de todos? ¿El favorito de papá? ¿Sabe él lo tuyo con??
- Coge el arma y cállate- siseó amenazante el rubio cuya calma estaba apunto de romperse.

El padre no aguardó más. Metió la espada en su vaina y golpeó con la empuñadura en el vientre del joven rebelde. Este chilló y se sentó arrastrando su espalda contra la pared. Taurus le arrojó la espada a su regazo.

- ¡Cógela, maldita sea!- obedeció, y Taurus lo levantó tirando de sus cabellos rizados haciendo que grite más- estarás en primera fila y reza que te maten rápido los pictos por que como me falles el mismo Seth se apiadará de ti del estado en que te voy a dejar.

Acto seguido repartió tres escudos a Adriano, Arus y otro se lo quedó él.

- Defenderemos la casa desde dentro. Solo hay una entrada y es la que bloqueamos con nuestros escudos. Si ellos empujan, a mi orden nos haremos a un lado y vosotros atacareis con vuestras espadas, solo pueden entrar de dos en dos como mucho por esa puerta así que nos iremos turnando? ¿lo habéis entendido? Es lo que hemos ensañado.

Casi todos respondieron que si.

- ¡¿Arus, maldita sea, lo has entendido?!
- ¡¡Si, señor!!
- Bien. Voy a buscar los cepos y prepararé algunas trampas para retrasarlos, Adriano, asegúrate de que Mare pueda irse, los demás a la puerta, y no abráis a nadie, mi contraseña será Trueno? cuando diga Trueno me abriréis pero siempre en guardia ¿Entendido?
- ¡¡Si, señor!!- respondieron los muchachos.
- Bien? con suerte no tendremos problemas.

Pero la suerte no estaba de nuestra parte? nunca lo estaba.

[Evil_Konan]

Cap. II: Los Invasores Pintarrajeados

Me llevan lejos, lejos del campo de batalla, lejos de las ruinas humeantes. Los colonos aquilonios, mis hermanos de armas, con el estandarte del león tallado en sus doradas armaduras. Los que ven los efectos de las oleadas de destrucción y odio con incredulidad pese a que en sus largas vidas militares no han faltado ver viles pillajes, violaciones de muchachas, torturas a prisioneros y asesinato de niños, me miran con curiosidad entre la alta gama de sensaciones que van desde el asombro al desprecio. Precisamente yo tuve que sobrevivir, precisamente yo tenía que ser el único superviviente, estoy cansado de la lucha, el aire el fresco y el balanceo de la camilla es hipnótico y acogedor, me pesan los párpados, quizás por fin esté muriendo de mis heridas, ahora mi mente se hunde en la penumbra mientras el sol ya clarea los oscuros cielos, quizás esta vez no sueñe con ellos como los sueño siempre? quizás hoy no vuelva otra vez a mi hogar con mi familia? a aquel día en que los pictos se ganaron mi odio eterno. Taurus tardó todas las horas del sol entre buscar los cepos y los lugares ideales donde colocarlos y prepararlos y ocultarlos. Con suerte vendrían por la noche, durante el ocaso y aunque aquellos lobos que andaban y hablaban como hombres demoníacos tenían una perfecta visión nocturna, fruto de una vida en lo profundo de los bosques fronterizos sin apenas un rastro difuso de civilización, creía firmemente en que no distinguirían la tierra removida sobre la trampa, pensó en como acecharían y trató de imaginarlo tras sus batallas pasadas en las fronteras, el resto del tiempo lo pasó buscando a los cadáveres, encontró solo a dos aparte del que decapitó y cavó lo más rápido que podía unas tumbas muy poco profundas. Mientras tanto en la casa, los chicos también hacían sus preparativos. La puerta era la única entrada a la casa pero las ventanas no son lo suficientemente grandes como para nadie pudiera colarse, pensaron que debían tapiar con tablas aquellas ventanas que no podían controlar y así hicieron con tablas que estaban sueltas clavándolos en la pared con largos clavos.

Quien trabajaba con menos actividad y más desidia era, obviamente, Arus. Quien veía todo aquello como un suicidio inútil. Y no paraba de dar vueltas entre sus hermanos. Hablando y gesticulando con ira. Primero con Demetrio, el más callado y tímido del grupo y el más pequeño de los mayores, solo lleva unos pocos años más que el pequeño Artur. Ha sido obediente con su padre y trabajador por lo que apenas tuvo problemas con él, se deberá más al hecho de no ha destacado y desde luego no había entrado en la mira de su severo padre como los demás. Él escuchaba pero no cejaba en su trabajo de arrancar tablas de los escalones del sótano con grandes esfuerzos ayudándose de una palanca.

- Demetrio, esto es una locura ¿No lo entiendes?... nuestro padre ha perdido el norte, cree que estamos más allá de la frontera luchando con un ejército que no tenemos y no somos, deja eso y ayúdame a convencer a los otros?

No hubo respuesta.

Luego se dirigió directo hacia donde estaban Justos y Máximo. Máximo era y es para Arus un lerdo y quizás el más tonto de la familia. Ni el lenguaje de la correa paterna de Taurus conseguía que el chaval entendiese que dos cosas unidas a otras dos cosas eran cuatro cosas. Para Taurus, le compensaba que su total falta de inteligencia fuera proporcional a su fuerza bruta, pues aun siendo de los que menos comen y de los que trabajan como una mula, era el más alto y el mas corpulento de los hermanos pese a que era más joven que Adriano, Justos y él. Justos sin embargo era casi lo contrario, más listo y más activo, era de los pocos que se enorgullecía de las hazañas de su padre y él más atento y activo en los entrenamientos después de Adriano, a menudo pegaba fuerte a sus hermanos y con más agresividad solo para contentar a su padre, que pese a que su favorito era Adriano, Justos era el segundo al que mejor trataba, él tenía dominados a sus hermanos Máximo y Demetrio, siempre fue líder de aquel trío de niñatos, alababa y daba la vara a Adriano y repudiaba a insultos a Olga, a los pequeños Artur y Milena y al propio Arus al que llamaba nenazas, constantemente. Si la respuesta de Demetrio fue bastante ausente, la de estos dos las esperaba hostiles pero se sentía en el deber de intentarlo.

- Justos? Máximo?
- ¿Qué quieres, nenazas?- respondió sin dejar de sujetar la tabla que Máximo clava torpemente en la pared, Máximo al menos si que se detuvo a escuchar- ¿Pero que haces, imbécil? ¿Crees que te voy a sujetar la tabla todo el maldito día? ¡Sigue!
- Tenéis que dejar de hacer eso.
- Papá lo aprobará- respondió el otro- le diremos que así mientras defendemos la puerta nadie se colara por las ventanas traseras? ha sido idea mía- esto último lo dijo con una sonrisa de orgullo y volviéndose a su hermano, al igual que Arus llevaba los cabellos rizados pero estos eran de color caoba. El único de la familia con tales cabellos lo que le dio el apodo de Diablillo puesto por su padre, su rostro surcado de pecas mostró una mueca burlona y cruel de desprecio- ¿Por qué no haces nada, Nenazas?
- Deja de llamarme así.
- Pues se un hombre.
- ¡Escuchame!- se irritó el joven y los dos hermanos pararon por un momento la tarea ? Tu no sabes lo que es la muerte, no sabes lo que es que te claven una flecha o una espada. Tienes a Mare tirado en la mesa con miedo a morir y no eres capaz de asumirlo. Nuestro padre se ha vuelto loco, no podemos con una tribu de pictos, nos arrasaran y lucharemos en vano. ¿Acaso sabes lo que es morir?
- Si- respondió secamente el pelirrojo e irritante Justos.
- ¿Qué?
- Que Mitra mirará los redaños que tenemos y nos acogerá en su reino? a ese zíngaro no, por que papá dice que su raza es una raza corrupta que no merece la más mínima consideración. Ya se que vamos a morir? ¡pero por fin podré matar pictos!¡¿Eh, Máximo?!
- Si- respondió el otro.
- Estáis poseídos?- dijo Arus con aire derrotado.

Fue a la cocina donde estaban Adriano y Olga, entró con cuidado y vio que los dos estaban hablando frente a frente mientras tenían las ventana a medio cerrar. Mare seguía inconsciente en la mesa.

- ¿Qué te pasa?- le preguntó Adriano a la chica mientras su barbilla con una mano- ¿Estas bien?
- Ejem- interrumpió Arus.
- ¿Qué quieres, Arus?- inquirió con severidad Adriano.
- Quería disculparme por lo de antes? quería hacer más daño a papá que a ti.
- Pues no te salió bien la jugada? poeta.- dijo con hastío- estás perdonado, siempre fuiste un imbécil, solo tenía que coger la maldita espada y callar y te habrías ahorrado aquella paliza.
- Lo sé?pero estoy harto de él.
- Todos lo estamos, Arus, todos estamos hartos de él, cuando me vaya a unirme a las filas estaré lejos de él y no volveré jamás salvo para llevarme a algunos de vosotros. Tengo tanto miedo como tu, pero tu gente está aquí y tienes que luchar con ella. Papá conoce bien a los pictos, se hizo héroe de guerra por ello, si tuviera la sospecha de que no podríamos defender esta cabaña nos habríamos ido al campamento del río donde seremos más útiles a Aquilonia.
- ¿Pero y si se equivoca? Sabes tan bien como yo que está tarado? cree que esta granja es una fortaleza fronteriza, si vienen antes de que llueva tendrán tiempo de quemar la casa con nosotros dentro.
- No seas tan pesimista? quizás incluso no vengan, puede que el fuerte Agram aguante el asedio hasta que lleguen los refuerzos, no sabemos nada de la batalla solo sabemos que cuatro pictos murieron cerca de casa, igual esos cuatros que no entraron en el asedio solo eran unos imbéciles que querían divertirse con el zíngaro? puede que ni los echen de menos.
- Pero esto es la oportunidad que esperamos ¿no lo entiendes? Podremos irnos, tu, yo, Olga? todos y dejar a ese loco mientras aun está lejos de casa.
- Ya ¿Qué hay de mamá? ¿Eh? La que te protegió tanto de los castigos de tu padre mientras yo los sufría todos? apenas puede moverse por la casa, mucho menos podrá caminar por el bosque? ¿que hay de los pequeños Artur y Milena? ¿Cargarás con ellos en la oscuridad dejando atrás a mamá? Y ya conoces a Justos? ese de aquí no lo echa ni el diablo.
- A ti te escucharan?
- No, Arus? la familia está aquí. Si quieres escaparte hazlo, yo no sabré nada pero dejarás de ser mi hermano.

Adriano prosiguió la tarea mientras Olga miraba compasivamente a su hermano menor. Arus sabía que de nada serviría hablar con ella delante de Adriano. Ella le acarició con ternura y le miró a los ojos. Olga era la mayor de los hijos de Taurus, aunque para su padre solo reconocía como primogénito a Adriano. Ella era la viva imagen de su madre en su juventud, de cabellos cortos y castaños, de rostro de apariencia inocente casi infantil y pese a una dura vida de trabajo en el campo se mantenía bella y atractiva no como las inalcanzables ciudadanas de las clases altas de Tarantia por la que nobles y mercaderes compiten a poesías y regalos caros pero si el de las muchachas normales que derriten el corazón hasta de los más fríos.

- Eh.. eh? vamos, Arus, igual no ocurre nada? todo esto solo habrá servido para redecorar la casa, y podrás contarme más poesías de las tuyas.
- ¿Te lee poesías?- intervino Adriano con tono burlón.
- A las mujeres les gusta, Adriano- respondió ella despectiva- Hasta el rey Conan suele leerlas.
- Lo único que Conan daba a las mujeres es lo mismo que yo- dijo con prepotencia y mirando significativamente a su entrepierna. Vamos, Arus? haz algo útil de una vez.
- Os dejó tortolitos- dijo con desprecio y abandonó la estancia con furia.

Solo le quedaba alguien con quien hablar antes de derrumbarse por completo. Estaba oscureciendo en el exterior y la decepción, el miedo y el fracaso se traducían en su cuerpo como cansancio. Abrió la puerta del dormitorio de su madre y la vio sentada en la cama con Milena bajo un brazo y Artur en el otro. Los tres cubiertos por los hombros por la sabana como si compartieran una capa. Ella le miró y le sonrió levemente al reconocerle.

- Mamá.
- Arus?
- Esto va mal.
- ¿Qué es ese jaleo?
- El genio del Diablillo se le ocurrió la idea de tapar las ventanas con tablas, están destrozando la casa para ello.
- Justos es tan ocurrente como su padre? ¿Qué te pasa, hijo?
- Tengo? tengo miedo, mamá- entonces por fin rodaron lágrimas por sus mejillas- Están todos locos? quieren quedarse, si los pictos vienen?
- Está llorando, mamá- observó la pequeña Milena.
- ¿Qué te pasa, Arus?- le preguntó Artur.

Su madre tan solo lo abrazó para que se desahogara en su hombro su angustia.



Ya era casi de noche, la gran esfera ardiente había caído en el horizontes y pese a que los cielos aun eran claros con tonalidades rojizas, en la tierra había penumbras y empezaban a cantar insectos nocturnos. Taurus no encontró el cuarto cuerpo y se limitó a borrar como pudo el rastro de sangre y pisadas de Mare desde el interior del bosque hasta el interior de sus campos. Las trampas apenas eran visibles en la huerta, Taurus había memorizado los lugares para no caer en su propia trampa aun así avanzaba despacio y con cuidado. Fue entonces cuando oyó unos ladridos muy familiares.

- ¡Conan!- llamo entre silbidos- ¡Conan, ven aquí, hijo de perra!- el perro seguía ladrando- condenado chucho, si entras en la huerta echarás a perder un cepo? ¡Conan! ¡Ven, chico!

Entonces aquellos ladridos que sonaban en algún lugar de la oscuridad del bosque se convirtió en un chillido agudo de dolor. Y luego silencio. Un silencio que acto seguido se apoderó también de los grillos y los pájaros. Un silencio que Taurus conocía demasiado bien. Y echó a correr a la granja, medio cojeando y temiendo pisar un cepo, casi se dejaba sus gastados pulmones en aquella carrera. Una flecha silbó justo al lado de su oído y se clavó en la tierra. Estaban tras él. Entonces se oyó un alarido humano más bien semejante a una bestia herida? no miró atrás para saber que uno ha pisado una trampa con su pie desnudo? supuso que aquello haría que los otros avanzasen con más cautela.

Al fin llegó.

- ¡Trueno! ¡Abrid, maldita sea!
El pelirrojo Justos la abrió y Taurus la cerró de un portazo mientras recuperaba el aliento.
- ¿Están aquí, Papá? ¿Están Aquí?- preguntaba una y otra vez el entusiasmado Diablillo.
- Si, hijo? ya están aquí?- Taurus lo apartó de un leve empujón- ¡Todos a las armas! ¡Aquí! ¡Adriano! ¡Arus! ¡Coged los escudos! Trae el mío Demetrio, ¡venga rápido!

Afuera se oyó otro alarido salvaje de dolor, señal de otra baja picta.

Adriano apareció junto con la asustada Olga y Demetrio descendió torpemente por las escaleras. Máximo miraba por la ventana que había al lado de la puerta y que no fue tapada. Taurus le apartó de un tirón agarrando a su hombro.

- Llevan flechas y son buenos tiradores? no vuelvas a asomarte ¿me oyes?
- Si
- Venga Atrás? Arus, Adriano a mi lado los dos, juntemos los escudos? no sé cuantos son pero pueden que sean muchos. Nos pegaremos a la puerta, cuando ellos traten de entrar empujad con los escudos y lanzad alguna estocada si tenéis uno al alcance. Justos, Demetrio? vosotros no os pondréis atrás vais a colocaros a ambos lado de la puerta pegados a la pared, los que vayan entrando a empujones miraran de frente, vosotros lanzad estocadas rápidas y fuertes a sus costados, van desnudos pero golpead fuerte.
- Si, papá- dijo Demetrio ocupando su posición.
- Papá, lo he ideado y hemos tapiado las ventanas traseras para que no se nos cuelen nadie.
- Este es mi hijo, un condenado cerebrito? venga Diablillo a tu posición hoy matarás pictos. Olga vete a la cocina y avisa si consiguen entrar por las ventanas e intenta despertar al zíngaro y tu Máximo atento, a quien se canse de nosotros primero ocuparas su lugar. Bien? ¿Todos atentos?
- Si, señor- gritaron casi todos al unísono.
- Abre la puerta, Demetrio.

Fue nada más tocar el pomo y dos figuras oscuras y pintarrajeadas entraban con furia apretándose en el umbral. Los tres escudos unidos que cubrían a sus portadores desde sus cabezas gachas hasta sus rodillas eran una barrera de acero que los impedían avanzar firmemente más allá del umbral. Entonces con gritos de furia, Justos golpeó y hundió la punta hasta la mitad entre las costillas de uno de los invasores, este chillo con burbujas de sangre en la boca. Demetrio, algo más torpe, no atravesó el costado del segundo picto, sino que deslizó el filo sobre su vientre abriendo un corte largo pero poco profundo. Cuando este se disponía a contraatacar, Adriano le atravesó la boca con una estocada, y lo empujó con fuerza.

-¡¡Bien, muchachos!! ¡¡Seguid!!

Los siguientes que vinieron estaban pisando a los primeros caídos y estos eran empujados por otros que tenían detrás, ejerciendo más presión. Los escuderos retrocedieron un par de pasos dejando entrar no a dos sino a casi cuatro. Los dos que seguían a los empujaron recibieron el ataque de los muchachos espadachines. El callado Demetrio, algo más atento esta vez, consiguió atravesar el vientre del siguiente enemigo, atravesando con el acero sus entrañas y notando como el acero roza con sus huesos. Diablillo estuvo más inspirado, recordando una táctica con la que consiguió vencer en entrenamiento al mismo Adriano, le propinó a su enemigo una patada entre las piernas solo cubiertas por un minúsculo taparrabos y este al agachar la cabeza y llevándose las manos a sus genitales aplastado, recibió una estocada ascendente que le atravesó la garganta. Taurus aplastó el cráneo de otro atacante con su espada y Arus atacó nervioso con la suya pero se le cayó de la mano al suelo y sin tiempo para poder recogerla ya que contuvo al picto con su escudo. Taurus que estaba en el centro de los escuderos lo vio, y golpeó al picto en la sien con su filo antes de que otros se le unieran.

- ¡Imbecil!
- ¡No quiero morir!- gritó desesperado Arus.
- ¡Calla y empuja!




Olga daba palmadas al rostro del vendado zingaro con una mano mientras que con la otra se armaba de un cuchillo de cocina. Entonces una de las tablas clavadas en una ventana salió disparada al interior de un fiero golpe. Vio como volaba otra partida en dos por un puño pintarrajeado.

- ¡¡Están entrando por aquí!!- les gritó a los chicos pero estos no parecían oirla por el fragor que inundaba la entrada de la granja.

Entonces vio una cabeza rapada asomándose al interior, y lanzando un grito, ella atacó con el cuchillo sujeto con las dos manos en lo alto. El picto trató de echarse atrás o conseguir meter un brazo bien para defenderse, pero la hoja entró hasta el fondo atravesando el globo ocular. Ella volvió a apuñalar una y otra vez sobre su cara mientras el enemigo chillaba de agonía entonces alguien o varios que había atrás tiraron del cuerpo hacía un brazo armado de una espada corta lanzó una estocada al interior sin alcanzar a la muchacha. Esta golpeó torpemente y consiguió abrir un profundo corte en la muñeca del picto. Pero otra mano surgió como un rayo y la agarró de una muñeca y tiró con tanta fuerza que a Olga no le dio tiempo de zafarse de aquel agarre? pero de repente notó otros brazos que tiraban de ella al interior de la cocina y acto seguido esos brazos morenos y vendados agarró el brazo del picto y de un tiró metió medio cuerpo dentro, al instante le soltó el brazo y le agarró la cabeza con las dos manos girándola bruscamente haciendo sonar sus destrozadas vértebras del cuello. Era Mare, había vuelto en si.

- ¡Un arma rápido!- exigió el zíngaro. Olga le dio el hacha de leñador que trajo su padre junto con la cabeza del picto que le persiguió por el bosque.- Mataré al imbécil de tu padre si salimos de esta? lo juro por Mitra.

Una tabla de otra ventana salió despedida partida en dos y Mare con el hacha sujeta con las dos manos y con Olga a su espalda, se preparó para recibir a los intrusos pintarrajeados.

Aquello era posible. La victoria, yo lo sabía. Mi familia no es una familia de débiles, era una familia de soldados. Con la guerra en la sangre, todos sin excepción podrían servir a Aquilonia en un futuro próximo. Pero bastaba un mínimo error, un capricho de los hados, para que una victoria posible se convierta en una cruenta derrota.