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Tengo últimamente cierta debilidad por los comics con el sello Vertigo y cada vez que me paso por las tiendas debo mirar obligadamente las estanterías con colecciones como Fabulas, Sandman, Scalped, Northlanders y buscar tomos antiguos y descatalogados que en su momento no pillé por qué mi interés por los comics se resumía en Conan y poco más… en una de las tiendas que rebajaban al 50% los comics por liquidación pude hacerme con la colección completa de Los Exterminadores de un tirón entre otras cosas. Por desgracia no todo el monte es orégano, Vértigo mete la pata como cualquiera y algunas colecciones no acaban cuajando en las ventas y en este caso no se trata de una injusticia. Es un ejemplo perfecto de cómo una idea o un conjunto de ideas geniales se van al traste por no tener una base solida, una dirección a la que seguir y no haber sabido desarrollar unos personajes que eran bastante prometedores y que podían haber enganchado a un público mayor… se debe probablemente a un autor primerizo en esto del comic, un tal Simon Oliver que es operador de cámara para la televisión y escritor ocasional, de hecho se concebía este título para la tele. La idea, de lo bizarra y nada usual ni en comics ni en televisión, resultaba bastante original, hacer una saga sobre exterminadores de bichos, algo así, como leí por ahí, “un cruce de Canción Triste de Hill Street, cambiado la policía por una empresa matabichos, con Cuando ruge la marabunta” Nos mostraría una serie de personajes ejerciendo una profesión poco grata, con sus vicisitudes laborales, sus problemas personales, todo eso mientras se enfrenta en cada tomo o número a un caso bastante complicado de plagas. Lo que da lugar a situaciones de lo más dantescas como invasiones masivas de cucarachas, una mujer super-obesa con una rata bajo su sofá que la ataca aprovechando su inmovilidad… pasando por otras cuanto menos curiosas como un prostíbulo en que tanto las habitaciones como sus profesionales se caracterizan de obras literarias… o sea si eres fan de Lewis Carrol puedes disfrutar de los servicios de Alicia en un País de las Maravillas particular.

Todas estas ideas se pierden como lágrimas en la lluvia, o en aguas fecales dado lo desagradable de la obra, por un vacio argumental en que todo está al servicio de algunos momentos cafres y escatológicos como lo de la citada hiper-obesa… me encanta lo cafre, si, el humor grueso y las escenas desagradables siempre son bienvenidas a mi habitual mal gusto, y más si lo dibuja el gran Tony Moore al que le debemos los comics de The Walking Dead, pero todo eso se queda en nada si no te da tiempo a conocer los personajes lo suficiente para engancharte a ellos… si bien ya fallamos con un protagonista la mar de soso, sin carisma alguno, y es el héroe de la función… personajes como sus compañeros, una panda de frikis como un yonkie experto en cazar ratas, un zumbado que come bichos o un vaquero afroamericano amante de la filosofía zen o están perdidos en una trama vacía o son despachados en el momento justo que uno empieza a conocerlos. Estas faltas son las que han llevado a una colección que tenía previsto durar 50 números pasase a 30 y que el último tomo todo pasara demasiado rápido con el fin de finiquitar la colección de forma prematura. Aun con todo, me lo pasé bien mientras duró.